"El deporte tiene el poder de cambiar el mundo. Tiene el poder de inspirar. Tiene el poder de unir a las personas de una manera en la que pocas otras cosas lo hacen." La frase es de Nelson Mandela, pero la tomo prestada para expresar mi visión sobre el valor catalizador del fútbol a la hora de aglutinar a la sociedad en torno a la igualdad, la integración y la cultura del esfuerzo.
Cada paso que se da en el fútbol marca una huella que otros seguirán. Desde ese convencimiento asumo la responsabilidad de presentarme a las elecciones a la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol.
Así como un equipo construye su éxito sobre la confianza y el trabajo conjunto, la RFEF debe actuar con integridad, transparencia y responsabilidad, asegurando que cada decisión se tome en beneficio de todos. La Federación ha de ser un modelo de buen gobierno que rinda cuentas a quienes, desde las gradas y el campo, siguen creyendo en el poder transformador del fútbol.
Nuestro fútbol merece una Federación que escuche, que dialogue y que actúe en beneficio de todos los colectivos que la componen. En este equipo, todos y todas son importantes: los clubes grandes y pequeños, los entrenadores, el arbitraje, la afición, el fútbol sala, la juventud que sueña con alcanzar la gloria deportiva y los veteranos que han entregado su vida al deporte. Cuidar de ellos es cuidar de la esencia misma del fútbol.
Los grandes equipos no solo se construyen con talento, sino con compromiso. Y la RFEF debe ser una institución que, más allá de regular el fútbol, lo proyecte como un motor de cambio social. El gran valor del deporte reside en su poder de unir, educar y transformar vidas. No podemos hablar de un fútbol que inspire si no promovemos la igualdad y el respeto en todas sus formas. Me comprometo a que tengamos una Federación que luche contra cualquier forma de discriminación y que asegure que cada persona encuentra en el fútbol un espacio para crecer.
Creo firmemente que la buena gestión en la RFEF es esencial para garantizar su sostenibilidad financiera y que el fútbol crezca y se desarrolle en todas sus categorías. En un entorno cada vez más competitivo, la gestión eficaz de los recursos, tanto financieros como humanos, es clave para que todos los jugadores, clubes, entrenadores y árbitros, que constituyen el corazón de este deporte, cuenten con el apoyo que necesitan para prosperar. El desarrollo de las categorías más pequeñas no solo fortalece a quienes compiten en ellas, sino que alimenta y sostiene a los niveles superiores. El fútbol base es la base del fútbol. Gestionar estos recursos de manera eficiente asegurará que ningún colectivo quede desatendido.
La RFEF debe superar el pasado mirando al futuro. Incorporar nuevas tecnologías no es solo una cuestión de modernización, sino de reimaginar la relación entre el fútbol y quienes lo viven. La digitalización mejorará la gestión deportiva y creará mejores experiencias para los aficionados.
La transformación de la Federación es, en última instancia, un acto de responsabilidad. Es ser coherentes con los valores que el fútbol representa. Este proceso de transformación, inevitable, será bueno para el fútbol y para las federaciones territoriales, que tienen la oportunidad única de convertirse en agentes activos del cambio que necesita la RFEF para protagonizar un nuevo modelo acorde a los nuevos tiempos y la sociedad actual. Cada balón que rueda en el campo nos recuerda que el fútbol es, ante todo, una experiencia compartida que nos enseña a respetar a los demás, a esforzarnos por ser mejores y a superarnos cada día.
Ese es mi objetivo, llevar a la RFEF al lugar que se merece, conjugando pasión y gestión.