Antonio, el superviviente

Diego Izco (SPC)
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El alemán es el gran baluarte defensivo del Real Madrid. - Foto: Europa Press

A sus 31 años todavía no se puede decir que Antonio Rüdiger haya sentado la cabeza. Puede que esa sea su virtud, la de actuar como un 'loco' para sobrevivir. La línea defensiva del Real Madrid en esta última temporada y media ha sido un compendio de lesiones que se mantuvo a flote porque el alemán la sujetó en plena caída. Militao suma dos roturas de cruzados, Alaba una y Carvajal otra, Mendy colecciona ya tres lesiones musculares… Solo 'Toni', el superviviente, sigue fijo sobre el césped: a los 48 partidos y 4.076 minutos del curso pasado suma 24 y 2.077 en el presente, el futbolista más utilizado de la plantilla por encima de Valverde (2.056). 

El joven Antonio, con sangre rebelde de Sierra Leona en sus venas, no se estabilizó en ninguna cantera de Alemania. «Demasiado fogoso», «poco disciplinado», «tácticamente deficiente»… fueron algunos de los informes que le hicieron circular por las canteras del Sperber Neukolln dos años, el Tasmania Berlín dos, una en el Neukollner Sportfreunde, dos en el Hertha 03, dos y media en el Borussia Dortmund y apenas medio año en el Stuttgart, donde ya llegó con 19 años y por fin se estabilizó. Su músculo compensaba sobradamente las carencias técnico-tácticas que le achacaban informes pretéritos y técnicos del presente: Rüdiger se las ingenió para estabilizarse en la élite como el 'sobrado' que era capaz de imponer su supremacía física en pelotas divididas, juego aéreo (1,91 metros), carreras a su espalda… 

Con esas armas se asentó como defensa central después de una formación de perfil más ofensivo. El Stuttgart, donde debutó como profesional, estaba convencido de que tenía una joya entre manos… pero no logró que brillase: una cesión a la Roma en 2015 terminó con los italianos ejerciendo la opción de compra. Spalletti, que metió al equipo tercero aquel curso y segundo al siguiente, logró que el joven germano fuese un baluarte casi insuperable en aquella zaga de tres centrales junto a Fazio y Manolas y el nombre de aquel tipo espigado y fibroso con mirada de loco empezó a apuntarse en las agendas de todos los grandes. 

Londres  y Madrid

Fue el Chelsea el equipo que más alto subió la apuesta. A cambio de casi 40 millones, Antonio Conte lo tuvo vestido de azul en aquella línea ecléctica junto a Christensen, Azpilicueta, Alonso, Cahill, David Luiz, después Zouma o Thiago Silva… Los dibujos tácticos de Conte, Sarri, Lampard o Tuchel cambiaban, pero Rüdiger siempre aparecía en la pizarra. Paradójicamente, su temporada con menor protagonismo, aquella 20/21 en la que perdió la titularidad tras unas molestias inguinales, el Chelsea ganó la Liga de Campeones. 

En el período de 'entre guerras', después de la salida abrupta de Abramovich por el conflicto de Rusia con Ucrania y antes de la llegada 'alocada' de Todd Boehly, Antonio escuchó ofertas y la más jugosa llegó del Real Madrid. Aterrizó libre en un equipo ya hecho, campeón de Europa, en el que Militao y Alaba comandaban (con Courtois detrás y Casemiro delante) una de las mejores defensas del continente. No era fácil encontrar sitio… pero las lesiones fueron haciéndole el 'trabajo sucio'. 

Ancelotti fue dándole galones de 'líder sordo', de esos que no los quieres para meter en vereda al grupo sino para animarlo, un tipo con carisma que agita los vestuarios y contagia optimismo en casi cualquier circunstancia. Se te pueden lesionar los buenos, pensará el italiano, porque el Real Madrid está lleno de 'buenos', pero si se te lesionan los que elevan el espíritu del bloque, eso es imposible de entrenar.