«La autoría de San Mateo es compartida»

Feli Agustín
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El exalcalde Manuel Sáinz comparte con Escobar que esa responsabilidad conjunta es elemento diferenciador de esta fiesta

Manuel Sáinz, el alcalde más veterano en lanzar el cohete, junto a Conrado Escobar. - Foto: Ingrid

Conrado Escobar se deshace en elogios hacia el alcalde bajo cuyo mandato inició, en 1991, su carrera política. De Manuel Sáinz, que ocupó el sillón de la Alcaldía durante tres legislaturas, de 1983 a 1995, valora su impronta social, cultural y, por su puesto, que fuera el artífice del parque del Ebro. Sáinz es el alcalde más veterano que ha lanzado el cohete con quien, a pesar de recorrer distinta senda política, muestra más similitudes que diferencias, al menos en este terreno. De hecho, fue el primero el que introdujo los pregones en el programa, una iniciativa que ha recuperado, décadas después el segundo. «Fuimos cambiando el ritual, la liturgia del cohete», recuerda Sáinz, que menciona, con cierto asombro, la transformación que experimenta la ciudad ese día, que pasa de ser una jornada de «relativo silencio y soledad, incluso» a un torbellino festivo tras su lanzamiento.

El actual regidor coincide en que se trata de un momento «mágico, que cambia  la ciudad  y nos emociona a todos», un instante que ha servido como chispa que ha encendido el Himno de Logroño, que el propio Escobar ha convertido en oficial. «Ese momento dio cauce al himno; es inigualable», reitera el alcalde, que confiesa que su primera vez, el  año pasado, estuvo precedida de un cierto temor de que todo transcurriera por los cauces adecuados, «una dosis de responsabilidad y de preocupación de que todo sucediera con orden, sin ningún incidente», seguida del alivio por el éxito «cuando ves a la gente cantando y bailando».

Valora que es un momento unánimemente compartido, «en el que todo el mundo se siente de aquí», y en el que queda patente ese aspecto «muy logroñés» de vivir la fiesta en la calle  e invitar «a todo el mundo» a compartirla. De hecho, ya avanza que amigos de varios puntos del país vendrán a disfrutar la  fiesta de la vendimia.

El exalcalde coincide con Escobar en que no se puede eludir la preocupación porque todo marche bien, aunque como ciudadano se participa del «jolgorio, la alegría y la compañía». Escobar añade que uno se siente responsable «por más cosas de la que le competen» sobre el desarrollo de unos fiesta que han ido cambiando. Ambos recuerdan los encierros, un componente taurino que ha ido evolucionando, al igual que otros aspectos del programa, como el musical.

En un año, sin duda, complicado para el alcalde, su antecesor le echa un capote y destaca que es una fiesta hecha por y para la gente. «Hay tal protagonismo de grupos, peñas, asociaciones... que es una responsabilidad, en cierto modo, compartida», reflexiona Sáinz, que opina que la ejecución de la fiesta se apoya en esa realidad;precisamente, esta autoría «tan global» es uno de los elementos diferenciadores de la fiesta de San Mateo. Yel papel del Ayuntamiento es «organizar, garantizar y facilitar que todo salga bien», afirma el exedil, reflexión en la que coincide Escobar, que resalta que el elemento principal de la fiesta es la gente. «Lo importante es saber disfrutar de todo, algo que no solo tiene que ver con lo que hay en el programa», razona. Recuerda el pasado estelar de los chamizos y apunta que le sorprende «muy gratamente» el protagonismo de los Vendimiadores, «los reyes de la fiesta», que introdujo, en el concepto de pareja, Manuel Sáinz, y afirma que el alcalde pasa a desempeñar  un papel secundario.

Sáinz señala el talante positivo de los ciudadanos, y el ambiente más distendido en el seno de la Corporación. «Yo creo que vamos todos a una, vedad Manolo?», pregunta el actual regidor, que recibe la  confirmación de su antecesor, que reflexiona que la política municipal aboca a mayor entendimiento. «Estamos satisfactoriamente condenados a entendernos, a volcarnos en la ciudad, a apartar elementos de fricción porque es más los que nos une que las diferencias», argumenta Escobar, que destaca que ese entendimiento queda patente en San Mateo. Al respecto, alude a la visita a los chamizos «a ver quien tiene la mejor ocurrencia», donde se nota «cómo es cada uno». Amantes de «esos pequeños bocados» que se ofrecen en las degustaciones - «aunque hay riesgo de acumulación», bromea el alcalde, que no puede evitar mencionar que, según The Washington Post, Logroño es la «mejor ciudad del mundo» para irse de pinchos.

«Es una parte de nuestra manera de ver la vida;los logroñeses somos disfrutones», coinciden los alcaldes que, por no diferir, no lo hacen ni por el color del  pañuelo.

«Es una ridiculez», considera el exprimer edil, que rememora que fue   durante su mandato cuando surgió el pañuelo que no azul, sino violáceo.  Relata que nació a iniciativa de un inquieto grupo de ciudadanos, que lo entendían como el color del raspón de un racimo, después de haber entregado sus uvas que luego se convertirán en vino, por lo que, cuenta, lo interpretó como una expresión de generosidad. «Eso no lo sabía, es muy bonito», responde Escobar, que considera que el pañuelo no es un elemento controvertido, «de hecho, ayer [por el martes], tuvimos una visita y les dimos los dos». El alcalde, consciente de que las fiestas tienen espacio de mejora, «y así hay que aceptarlo, con humildad», está abierto a diálogos serenos al respecto.  «En las manifestaciones espontáneas uno se muestra con toda claridad  y la fiesta es uno de esos momentos en el que nos damos a conocer»;reflexiona el exalcalde. «San Mateo es Logroño», concluye su sucesor.