El patrimonio arquitectónico lo conforman iglesias, monumentos, edificios oficiales e inmuebles de todo tipo con valor estético e histórico, pero también locales de tiendas singulares y sus rótulos, testigos de tiempos pasados y de la evolución comercial de la ciudad. Así lo entiende el Ayuntamiento de Logroño, que se ha fijado como reto urgente salvaguardar ese patrimonio y evitar que establecimientos señeros, como ocurrió en su día con la afamada tienda de ropa La Violeta, en la calle Portales, desaparezcan por no estar sometidos a ningún tipo de protección.
«Muchas fachadas y rótulos comerciales se han perdido en los últimos años porque no tienen ninguna protección y eso nos preocupa bastante; antes de que siga ocurriendo, queremos protegerlos», explica el concejal de Arquitectura y Patrimonio Histórico, Íñigo López-Araquistáin.
El objetivo de salvar de la piqueta locales de ese tipo, como inmuebles a conservar, es una de las novedades que el Consistorio quiere introducir en el inventario de bienes arquitectónicos de Logroño, cuya elaboración ha superado ya su primera fase, en la que han fijado los criterios sobre qué tipo de elementos merecen figurar en el futuro catálogo y qué grado de protección deben de tener, después de una serie de reuniones celebradas las pasadas semanas con la participación de técnicos de unidades como la de Arquitectura o el Archivo.
Con un primer borrador ya elaborado, la siguiente fase será una ronda de contactos que se mantendrá en breve con asociaciones y especialistas relacionados con el patrimonio, de cara a cotejar con ellos los criterios ya fijados por técnicos y responsables políticos municipales e incorporar nuevas propuestas. El paso definitivo será la elaboración del inventario propiamente dicho, con todos los edificios elegidos y una ficha descriptiva de cada uno con sus características y nivel de protección. Ese trabajo lo hará un equipo externo, preferiblemente con un perfil multidisciplinar en el que deberá haber un arquitecto y un historiador o un arqueólogo. López-Araquistáin estima que ese documento podría estar listo para finales del verano.
En el caso de las fachadas y rótulos comerciales, una de las principales novedades del futuro inventario, dada su desprotección actual, la urgencia viene dada por los casos de desaparición de ese patrimonio arquitectónica que se han dado en los últimos años, que el concejal ejemplifica con el comercio textil La Violeta. En ese mismo entorno, la calle Portales aún quedan muestras de comercios centenarios que el equipo de Gobierno local ve prioritario preservar, como La Villa de Madrid, sin actividad pero que conserva su estética original, o la sombrerería Dulin, que mantiene el negocio y su singular escaparate.
Los locales comerciales, así como otros elementos singulares de la evolución histórica de la ciudad, como detalles de fachadas, escudos, escaleras o patios, son quizás el aspecto más novedoso del futuro inventario, pero esa relación de bienes protegibles deberá incorporar otras categorías con el fin de añadirlo todo ello al catálogo que ya existe en el Plan General Municipal, pero que resulta insuficiente.
Además de los edificios de valor histórico patrimonial incuestionables por su carácter monumental, que ya figuran en el catálogo, o de yacimientos arqueológicos como Valbuena o el Monte Cantabria, que tienen ya asegurada su protección por la normativa nacional, el objetivo es catalogar otros inmuebles con menor antigüedad, como obras de la arquitectura industrial o del denominado Movimiento Moderno o edificios de arquitectos locales del pasado siglo, como Fermín Álamo, con muestras notables en el entorno de Calvo Sotelo, Agapito del Valle, Agustín Cadarso, Luis Barrón, Quintín Bello, Maximiano Hijón o el propio Amós Salvador.
Hay también ejemplos notables de arquitectura contemporánea, como los bloques de viviendas proyectadas por el japonés Toyo Ito en Pradoviejo o la sede del Ayuntamiento, obra de otro arquitecto Premio Pritzker, el navarro Rafael Moneo, que también dejó su impronta en la capital con la promoción de viviendas Las Palazzinas.
El último paso para asegurar todo el parque arquitectónico logroñés de interés será darle una cobertura legal que haga obligatoria su protección. Está por determinar aún si se ese proceso se hará mediante una ordenanza municipal específica o mediante una modificación del Plan General Municipal para incorporar el inventario que está en fase de elaboración al catálogo que ya existe, pero que está obsoleto.
Sin esperar al nuevo plan. En todo caso, la intención del equipo de Gobierno municipal es acelerar esa protección legal, de una manera u otra, pero sin tener que esperar a la revisión del Plan General Municipal, un trabajo que lleva años pendiente, sin haber pasado de la fase de avance, y que por mucho que se agilice no estará listo en el presente mandato. A futuro, la ordenanza o la modificación del Plan General actual para incorporar la nueva relación de bienes protegidos se incorporará al documento definitivo de planeamiento urbanístico, concluye el edil Íñigo López-Araquistáin.
De la salvaguarda total a la posibilidad de realizar reformas
Aunque el sentido del inventario de bienes arquitectónicos de interés es preservar todo aquello que tenga valor, el grado de protección no será el mismo para todos los inmuebles y elementos. De cara a la futura normativa que se aprobará para dar cobertura legal al catálogo y hacerlo de obligado cumplimiento, no tendrá el mismo nivel de protección una iglesia u otros bienes histórico-artísticos que ya están protegidos de por sí, que los bloques de Toyo Ito o la Casa Consistorial, que figurarán como edificios catalogados, pero sin especial protección. Entre otras cosas, se pretende evitar que una 'sobreprotección' de inmuebles de este tipo pudiera obligar a preservar todo el conjunto de forma inalterable, lo que impediría, por ejemplo, que pudieran cambiarse las ventanas o instalarse placas solares en la cubierta, matiza el concejal de Arquitectura y Patrimonio Histórico.