No es un museo de la aviación militar, pero casi podría serlo. En la base Héroes del Revellín, en Recajo, conservan como una reliquia el primer hangar que se levantó hace un siglo junto al campo de vuelo de un kilómetro de largo y 600 metros de ancho, que hoy sigue en servicio, cuando pilotar aparatos de madera y metal era una odisea. No lejos de este pabellón de cerchas de hierro remachado y cubiertas de chapa, otros dos hangares posteriores y un tercero supermoderno sirven de garaje y de taller de mantenimiento para los sofisticados NH-90, el helicóptero más moderno y avanzado de las Fuerzas Armadas, y orgullo del Batallón de Helicópteros de Maniobra número 3 (Bhelma III), que este año conmemora los 50 años de su creación en el acuartelamiento riojano.
Y no es la única efeméride que la base militar celebra este año. El 4 de septiembre de 1924, de la pista de tierra habilitada por el Ministerio de Guerra al sur del Ebro, en terrenos de Agoncillo, despegaban dos aviones De Havilland en un vuelo de pruebas. Los aparatos surcaron después el cielo de Logroño, inmerso en sus fiestas de San Mateo.
Fue aquel vuelo del que ahora se cumplen cien años algo así como la confirmación del despegue del aeródromo militar, germen de la potente base actual de helicópteros del Ejército de Tierra, dado que el 30 de junio de 1928 quedaba inaugurado el entonces denominado Campo de Aviación de Recajo, cuyo primer jefe de base fue Roberto White, un experimentado aviador nacido en Manila, como relata el joven historiador Bruno Calleja Escalona, en un capítulo dedicado a la base militar riojana, dentro de su libro Hablando de Agoncillo;un recorrido por su historia, que verá la luz en breve.
La revisión y mantenimiento de los helicópteros es constante; en la imagen dos mecánicos revisan un aparato en el hangar más moderno. - Foto: Óscar SolorzanoEn la jornada inaugural, aterrizaron en la pista de Recajo 21 aparatos, uno de ellos pilotado por el logroñés Eduardo González Gallarza, militar y pionero de la aviación española. En 1932, el Campo de Aviación cambió su nombre por el de Aeródromo de Agoncillo y el 10 de abril varios aparatos participaron en un acto que conmemoraba la proclamación de la República.
En su ya centenaria pista aterrizaron o despegaron figuras estelares de la aviación, como el francés Dieudonne Costes, que tomó tierra de emergencia en Recajo en abril de 1934 al no hallar un paso fácil en los Pirineos, cuando volaba de Madrid a París; o Fernando Rein Loring, famoso por su vuelo en solitario hasta la capital de Filipinas, que aterrizó en el campo de vuelo riojano por el mal tiempo en diciembre de ese año.
Es de justicia apuntar que el aeródromo militar es el embrión del actual aeropuerto civil de Logroño-Agoncillo. Ya en 1935 surgió la inquietud de dotarse de instalaciones aeroportuarias civiles utilizando para ello el Campo de Aviación, pero la idea fue desechada porque el Ministerio de Guerra quería mantener su uso militar.
Ese anhelo de contar con un aeropuerto comercial obtendría sus frutos. En 1998 un convenio entre el Ministerio de Fomento, la entidad Aena y el Gobierno de La Rioja sentó las bases del proyecto. Un año más tarde, parte de los terrenos de la base militar eran cedidos a Aena para crear el aeropuerto, cuya pista ya estaba en construcción, como documenta Bruno Calleja.
Durante la Guerra Civil, el Aeródromo de Agoncillo quedó a las órdenes del general Mola, en el bando franquista. En sus instalaciones estuvieron acuarteladas la Legión Cóndor alemana y la Aviazione Legionaria italiana y de su pista despegaron aparatos que participaron en los bombardeos de Guernica , Durango y Ochandiano.
A lo largo de la historia del aeródromo riojano ha habido trágicos episodios. El 20 de mayo de 1937, durante la visita a un hangar que fue pasto de un incendio, fallecían el afamado arquitecto Fermín Álamo; el jefe de los bomberos de Logroño, Andrés Ceballos; y el sargento Marcial Santa María, al caer sobre ellos una viga de hierro.
La instalación aeronáutica militar fue escala en varias ocasiones de la Vuelta a España de Aviación y tuvo su propio equipo de fútbol, formado por personal de la Maestranza Aérea, cuyos talleres aún se conservan en la base, aunque ya en desuso, y que fue un polo de empleo y formación técnica aeronáutica para personal militar y civil.
Si aquella Maestranza fue un centro avanzado en su tiempo, las actuales instalaciones de la base, con el Bhelma III como punta de lanza, son un referente en cuanto a helicópteros militares de última generación. La joya tecnológica son sus dos simuladores de vuelo, que ofrecen formación a los especialistas que operan con los NH-90.
Tecnología de vanguardia. El interior de las dos enormes esperas es una réplica de la cabina de este helicóptero, icono en las fuerzas de la OTAN y de varios ejércitos europeos, con una pantalla semiesférica en la que se simula cualquier tipo de escenario, para que los pilotos experimenten desde vuelos normales hasta emergencias extremas, como un fallo en los motores que obligase a un aterrizaje forzoso. En este centro reciben instrucción los pilotos del Bhelma III, pero también los del Ala 48 del Ejército del Aire y del espacio y en el futuro acudirán los de la Armada, cuando reciban sus NH-90.
La tecnología de última generación también está presente en el almacén de repuestos para los helicópteros, que dispone de un sistema robotizado gobernado por ordenadores, casi único en España, que sirven la pieza requerida de forma automatizada.
Además de algunos de los edificios históricos, con el hangar centenario como emblema de los balbuceos de la aviación militar riojana, un sinfín de instalaciones sirven de apoyo al pilotaje y mantenimiento del batallón de helicópteros y de otras unidades militares asentadas en la base de Recajo.
De los tres hangares operativos para uso aeronáutico, dos sirven de estacionamiento para los 15 NH-90 con que cuenta el Bhelma III, que recibirá más aparatos en el futuro, y para labores de mantenimiento ligeras. Para las revisiones y reparaciones más profundas está el tercer hangar, el más moderno, donde los helicópteros son sometidos a estrictos programas de revisión por técnicos militares y un equipo de Airbus, fabricante de los NH-90. Los aparatos deben estar en perfecto estado por si sus tripulaciones tuvieran que desplazarse a alguna misión en el exterior. Actualmente, el batallón cuenta con 42 pilotos, entre ellos una mujer.
Aunque actualmente no hay efectivos del Bhelma desplegados fuera de España, en su historial hay varias misiones en escenarios complicados. La primera, en 1991, llevó a militares del batallón riojano hasta el Kurdistán iraquí, para participar en la operación 'Tormenta del Desierto'. Luego vinieron intervenciones en Afganistán, Kirguizistán, Bosnia, Kosovo, Líbano y Mali.
Los efectivos del Bhelma III son una referencia dentro de las fuerzas armadas en operaciones en alta montaña, un signo de identidad que se refleja en su escudo, en el que aparece un sarrio, el rebeco característico de los Pirineos, un escenario, junto a las sierras de Cameros y La Demanda, a donde se desplazan con frecuencia pilotos y mecánicos de los NH-90 para maniobras de entrenamiento.
Cien años desde el primer vuelo son un bagaje considerable. Pero el acuartelamiento Héroes del Revellín y el Bhelma III tienen puesto el rumbo hacia proyectos futuros de ampliación de sus instalaciones para seguir siendo referencia dentro de las Fuerzas Automóviles del Ejército de Tierra (Famet).
Por aire...y por tierra, con el trail 'Desafío Sarrio'
Aunque la Unidad III de Helicópteros, germen del Bhelma III, se constituyó el 28 de mayo de 1974, fue el 26 de noviembre de ese año cuando sus integrantes partieron desde la base de Colmenar Viejo para asentarse en la de Agoncillo. Para celebrar ese aniversario, el Batallón de Helicópteros de Maniobra III (Bhelma III), con su jefe, el teniente coronel Pablo Rivera, a la cabeza, ha programado varias actividades, con un acto central en Logroño el 24 de noviembre. Del 15 al 24 habrá conferencias, una exposición histórica en la sala Ibercaja, jornada de puertas abiertas (día 16) y una muestra en la plaza del Ayuntamiento el día 23. Uno de los platos fuertes es la carrera de trail 'Desafío Sarrio 2024' (17 de noviembre), una competición cívico-militar que pondrá a prueba la resistencia y habilidades de los corredores en el paraje de La Rad. La carrera, organizada por el Bhelma III y el club Sarrio III ofrece dos distancias competitivas y una marcha senderista, para corredores experimentados y para quienes se inician en el trail running. La marcha tendrá 11,5 kilómetros y un desnivel positivo de 120 metros. La modalidad carrera transcurrirá a lo largo de 15 kilómetros (250 metros de desnivel) y los participantes de la más exigente, la modalidad Desafío, recorrerán 24 kilómetros, con un desnivel positivo de 490 metros. Además de la competición, el evento permitirá conocer el Acuartelamiento Héroes del revellín e incluirá exposiciones de material deportivo y una feria de productos locales. La inscripción puede realizarse en la web: www.desafiosarrio.com hasta el 12 de noviembre.