De Lanús a Lobete

El Día
-

La familia Rodríguez Fernández disfrutará de sus primeras Fiestas de la Vendimia después de despedirse, el pasado mes de marzo, de la capital bonaerense

La familia Rodríguez Fernández presume de colores albicelestes, pero también mateos. - Foto: Óscar Solorzano

Es su cuarto 'paseo' por España pero este parece definitivo. Ana Fernández Peppe (Buenos Aires, 1978) y Nicolás Rodríguez Ríos (Ezpeleta, 1973), acompañados por Bauti Rodríguez (Buenos Aires, 2009) y Uli Rodríguez (Buenos Aires, 2018), llevan entre nosotros desde el pasado 1 de abril y estos serán sus primeros San Mateos «aunque calentamos en San Bernabé», responden al unísono al calor de un cebador de mate, costumbre que no han podido dejar atrás.

En el retrovisor queda Lanús, en el conurbano bonaerense, barrio al que Bauti se asoma todas las noches para platicar con su cuadrilla. La tecnología acorta las distancias y este progreso permite que sus progenitores trabajen «en remoto» a la espera de integrarse profesionalmente en La Rioja. Se conocieron en un laburo después de que ambos estudiaran Contabilidad.

Ana Fernández, camerana por raíces paternas e italiana por el costado materno, cierra el círculo iniciado por su abuelo en 1928. «Con catorce años, se fue de Nieva y se embarcó para acá. Su hermana Herminia y María, a la que  mi padre pudo conocer poco antes de que ésta muriera, se quedaron en La Rioja», informa. Su abuelo, como tantos otros cameranos, progresó a base de mucho esfuerzo pero dos generaciones después su nieta emprendió el camino de regreso. Participó en Volver a las Raíces, en su antepenúltima edición (el programa impulsado por el Gobierno de La Rioja se canceló en 2008, víctima de la gran crisis), después de que su familia, diez años antes «y por vía postal», recuperaran sus lazos familiares. En 2006 conoció La Rioja y, en 2008, de la mano de Nicolás, visitaron toda España. Repitieron en 2016 pero en 2019 tuvieron una epifanía. «Decidimos que si volvíamos, no sería de vacaciones», rememoran. La crisis perenne en la que está instalada Argentina y la falta de seguridad hicieron el resto. Con el pasaporte español en la mano (su marido y sus hijos tienen la residencia), iniciaron el camino de regreso. «Somos la clase media prototípica argentina. Teníamos el piso pagado, trabajábamos los dos, vacacionábamos todos los años pero teníamos la necesidad de cumplir este sueño», afirman. Uli, repantingado en el sofá, desvirtúa esta unanimidad con un tono de fingido enfado. «Yo pensé que veníamos de vacaciones y no a vivir», protesta, consciente de que en Lanús se han quedado las abuelas y la gata familiar. Bauti, el mayor, agradece el cambio aunque echa de menos a sus amigos y acercarse, cada quince días, al Estadio Pablo Comelli, donde ejerce de local Talleres de Escalada, el equipo de los cuatro.

Aunque las raíces se hunden en Nieva de Cameros, los Rodríguez Fernández optaron por arraigarse en Logroño. «Con dos niños de 15 y 6 años no es fácil instalarnos en un pueblo, aunque Nieva es muy bonito», lamenta Nicolás. «A mí, en un futuro, sí me gustaría tener casa pero ahora no es fácil», agrega Ana. Su sentimiento de pertenencia camerana es de posta, hasta el punto que Agustín, hermano de Ana, regenta la cafetería «Nieva en Cameros», remarcan la preposición, en el barrio de Palermo, uno de los más visitados de la capital argentina.

Asentados en la zona de Lobete, reconocen que su nueva ciudad les ha tratado muy bien. «En cuanto nos oyen hablar, la gente nos para», asienten. El censo oficioso señala que unos 300 argentinos viven en Logroño aunque la realidad eleva esta cifra «hasta el medio millar, al menos». «Sabíamos que había muchos argentinos en Madrid, Barcelona o Valencia, pero no imaginábamos que hubiera tantos aquí», se sorprenden. 

La tecnología permite acortar las distancias aunque la galopante globalización no ha conseguido todavía calcar los sabores porteños. «Las heladerías no son lo mismo ni tampoco la repostería», se desesperan. Aunque encontrar «milanesas» no es fácil, en el barrio han conseguido dar con una carnicería para replicar los famosos asados («no es muy diferente la carne», admiten sobre una de las señas de identidad de los vecinos del Río de la Plata). «Lo que no hay forma es de encontrar pizza a lo argentino», se ríen.

El 9 de septiembre, con el pistoletazo del curso escolar (el mayor estudia Secundaria en el D'Elhúyar; el pequeño se estrena en Jesuitas), comenzó la nueva normalidad para los Rodríguez Fernández. Del 20 al 26 harán una pausa para disfrutar de sus primeros San Mateos. «La verdad es que estamos expectantes porque en Argentina las fiestas se viven de otra forma. En realidad, la vida social en Buenos Aires ha quedado reducida al hogar y al club. Nos ha sorprendido cómo se vive en las calles, en las plazas, en los bares. Si los argentinos nos reunimos de puertas para adentro, acá se socializa de puertas para afuera», analizan.

Tras el buen aperitivo de San Bernabé, confían en disfrutar de la semana por excelencia de la capital riojana. «Bauti y yo, si no tengo que trabajar», adelanta Nicolás, «iremos al cohete». Antes, el mayor tendrá que cumplir con sus obligaciones en el instituto. «Y como tiene 15 años», se persigna su madre, «ya sabe que todavía es chico para tomar (beber)». Esa preocupación llegará en septiembres venideros. 

Uli, el benjamín, se apuntará al Gargantúa, «que le tiene fascinado» y conocerá de primera mano a Gorgorito. La programación infantil es generosa en estas fiestas y las actividades para el público más menudo nunca faltan. 

Ana y Nicolás disfrutarán de las degustaciones, en las que las chuletadas es el ingrediente estrella hasta el punto de hacer palidecer a cualquier asado.  Para regar las degustaciones acudirán a los chamizos y probarán el zurracapote, una bebida con label riojano que, en cualquier caso, en el Cono Sur tiene su réplica bajo el nombre de «clericó», con componentes muy similares aunque en Argentina «se suele tomar por el fin de año».

Diferente que allá. «Van a ser nuestros primeros San Mateos y estamos expectantes porque todos dicen que son unas grandes fiestas. Estuvimos en Nieva por Santiago y Santa Ana (25 y 26 de julio) y la pasamos muy bien», apuntan. 

Serán sus primeros San Mateos aunque en el Centro Riojano de Buenos Aires, que el pasado año cumplió su primer centenario, «también se festeja la Virgen de Valvanera». «Todas las fiestas de acá se replican allá», se despiden listos para anudarse el pañuelo al cuello y prepararse para unas Fiestas de la Vendimia que, si para muchos logroñeses tienen un sabor a continuo déjà vu, para los Rodríguez Fernández presentan el aroma original, irreproductible, de toda primera vez.