La Rioja registra una denuncia por agresión sexual cada 3 días

R. Muro
-

La situación se viene repitiendo a lo largo de los últimos cinco ejercicios. De forma previa a la pandemia, se cursaba una cada cinco o seis días. Más concienciación a la hora de denunciar y escasos límites en la población joven

La Rioja registra una denuncia por agresión sexual cada 3 días - Foto: Ingrid

La estadística acostumbra a bendecir las sensaciones o, al menos, a aproximarse mucho a ellas. La Rioja registra una denuncia por agresión sexual cada tres días y lo peor es que viene siendo así desde el ejercicio 2021. Son los datos que se desprenden del Balance de Criminalidad de los últimos cuatro años y que muestran un salto cuantitativo en este tipo de delitos tras levantarse las restricciones impuestas por la pandemia del covid-19. 

En términos absolutos, tanto en 2023 como 2024 el balance que realiza el ministerio comandado por Fernando Grande-Marlaska contabiliza 113 agresiones sexuales denunciadas en el ámbito de la Comunidad autónoma. Otras 102 se interpusieron en 2022, cerca de cien en 2021 y 109 en 2020, a pesar de las restricciones de movilidad. Dicho de otra forma, el balance de estos cinco últimos años posteriores al covid arroja una media de una denuncia contra la libertad sexual de las personas cada 3,4 días.

Si se analizan los años precedentes al virus que se extendió como la pólvora a nivel mundial, los datos ofrecen una perspectiva también preocupante aunque bastante más moderada tanto términos absolutos como en la media anual. Fueron 57 denuncias en 2017; 62 en 2018; y 83 en 2019. Es decir, se denunciaba un delito de agresión sexual cada 5 o 6 días. En este caso se analizan solo tres ejercicios completos ya que Interior incluyó el registro con epígrafe propio de los delitos contra la libertad sexual a partir de 2017. 

«Tormenta perfecta». Bajo una primera mirada, todo parece apuntar que la conclusión de las limitaciones de movilidad trajeron consigo un cambio de tendencia lamentablemente al alza. Sin embargo, para los expertos poco o nada tiene que ver las restricciones de movilidad y si lo que el psicólogo Juan Cruz Rada califica de «tormenta perfecta». Por un lado, existe «una mayor concienciación para la interposición de denuncia». Es decir, en opinión del profesional de la psicología, «no creo que se den más casos pero sí se denuncian más». También habría que analizar el trasfondo de la estadística de Interior en el sentido de conocer cuántas denuncias interpuestas en un año concreto corresponden exactamente a hechos sucedidos en ese mismo ejercicio. 

Ocurrió hace un tiempo cuando una joven con treinta cursó la correspondiente denuncia de unas hechos que le ocurrieron con catorce. Sin entrar en más detalles, sucedió en La Rioja. Y otro ejemplo citado por Rada. La pederastia en la Iglesia contabiliza más de mil casos que se han ido sumando a la estadística en los últimos si bien, sucedieron hace ya tiempo. 

Y a todo ello se suman a esta tormenta perfecta otras dos cuestiones. Una de ellas radica en que «se ha rebajado el umbral de lo que se considera agresión sexual». No se trata de una crítica sino de una realidad. «Hay hechos que ahora se denuncian y que hace años se ignoraban». Por otro lado, hay que tener en cuenta que los psicólogos «recomendamos actualmente denunciar como uno de los pasos en el marco de la terapia necesarios para que la víctima se pueda sobreponer a una agresión o a un abuso sexual».  

También se está comprobando , y no supone novedad alguna, que hay una parte importante de «la población joven que no entiende dónde están los límites». Una situación que, a pesar de los esfuerzos que se vienen realizando desde diferentes estamentos, «obliga a trabajar con los chavales mucho más».

Y por si todo ello fuera poco el conjunto  el conjunto de nubarrones que conforman esta tormenta perfecta, existen lo que se podrían denominar como denuncias de excusa. En este sentido, Juan Cruz Rada se refiere a otra ejemplo que sucedió en un pueblo de La Rioja Alta. «Hace dos años, una niña gitana mantuvo relaciones con un crío magrebí. Surgieron problemas con la familia -prosigue- al no tratarse de una persona de etnia gitana. La niña denunció entonces una agresión sexual con el objetivo de excusar su actitud aunque finalmente confesó», relata. 

En definitiva, una tormenta perfecta que lleva las denuncias por agresión sexual a cifras de récord en el ámbito de la Comunidad.