Los colegios en las grandes ciudades suelen tener aulas llenas de alumnos mientras que en los pueblos no es así. Hay algunos que no tienen muchos habitantes y que sus aulas no suelen completarse.
Esto se puede comprobar en el Centro Rural Agrupado (CRA) Las Cuatro Villas, compuesto por las localidades de Agoncillo, Arrúbal, Ribafrecha y San Román de Cameros. Su jefe de estudios, Diego Córdoba Hervías, informa que tienen alrededor de 180 alumnos entre los cuatro pueblos. «La localidad de Agoncillo tiene cerca de 70, Ribafrecha tiene otros 70, Arrúbal habrá entre 35 y 36, y en San Román de Cameros tenemos muy poquitos», detalla.
Indica que cuentan con cursos de infantil y primaria. En Agoncillo hay dos clases de infantil y cinco clases de Primaria, ya que «los estudiantes de tercero y cuarto están juntos, mientras que el resto van por separado».
Arrúbal, añade, es similar. Tienen los cursos de infantil, más cinco clases de Primaria, ya que «segundo y tercero van juntos, y el resto por separado». La agrupación, explica, se hace dependiendo del número de alumnos y este tipo de centros tienen un alumnado «muy cambiante».
Reconoce que esta situación «complica» su trabajo al principio hasta que «se hacen las evaluaciones iniciales de los alumnos y se valoran las necesidades que tienen o como vienen».
Un aspecto importante de estos colegios son los profesores y en este caso, hay alrededor de 35, con los que «se cubren las necesidades», apunta Córdoba. «Si hubiese más profesorado se podrían tratar mejor las individualidades, como el problema de alumnado inmigrante o con necesidades especiales. Pero es cierto que lo que pedimos nos lo dan, como por ejemplo, dos PT (pedagogías terapéuticas) en Agoncillo para niños con necesidades educativas especiales», señala el jefe de estudios.
Destaca que el profesorado que lleva años trabajando en un CRA cuenta con recursos diferentes a los de un profesorado de un centro de ciudad. «Aquí tienes que cambiar de alumnado e incluso a mitad de curso te llega gente nueva. La inclusión y salida de alumnado te cambia bastante la dinámica de la clase», apunta.
Comparativa. La comparativa entre los colegios de ciudad y rurales son evidentes. Diego Córdoba indica que la principal ventaja es que «la educación en los pueblos es mucho más cercana y familiar porque le has dado clases a los hermanos, a los primos o vienen los abuelos a buscar a los chavales». Otra ventaja es que es una educación «más individualizada».
La problemática, señala, es que tener un alumnado cambiante genera que haya años en los que «tu clase esté sola pero al año siguiente te toque dar 5º y 6º de Primaria a la vez». «Cada año la forma de organizar es diferente», añade.
La profesora del centro que está Agoncillo, Verónica Ciaurri, subraya que este colegio le gusta porque «es familiar, pequeño y los compañeros hacemos siempre mucha piña». «Solo veo ventajas a la hora de dar clase aquí, como que hay menos alumnos y hay mucha ayuda con maestros de refuerzos y apoyo», añade.
Otra ventaja, apunta, es que los alumnos que dan clase con otros que son más mayores, se quedan con conocimientos de esos cursos superiores. «Es enriquecedor para ellos», asegura.
Aunque los protagonistas en este primer día de colegio son los niños y niñas que componen las aulas. Carmen Gutiérrez es una alumna que va a sexto de Primaria y cuenta que el primer día le ha ido «bien» en el colegio.
Relata que en sus primeras horas de este inicio de curso han contado a sus compañeros todo lo que han hecho durante los meses de verano. Luego han realizado los horarios que van a tener durante el curso. Sus asignaturas favoritas son plástica, educación físca y tutoría.