Era el 6 de febrero de 2024 cuando, desde bien temprano, los motores de los tractores comenzaron a rugir por las carreteras de esta comunidad. Organizados a través de grupos de whatsapp, agricultores y ganaderos de La Rioja, y de las vecinas Álava y Navarra, recorrían kilómetros de asfalto para manifestar un hartazgo a lo largo de los años fraguado. La protesta, germinada desde un descontento nacido entre surcos, se extendió por todo el continente y obligó a que los ojos de todos los europeos volvieran a posarse sobre el agro, un sector al que tantas alabanzas habían prodigado durante la pandemia. Un año después de la histórica tractorada, promovida por los conocidos 'chalecos' y que pilló a contrapié a las organizaciones agrarias, en lo que todos coinciden es en que pocas cosas han cambiado y que el desánimo persiste en el campo riojano, particularmente deprimido por la situación de la vid y el vino.
Igor Fonseca, secretario general de ARAG-Asaja, reconoce que las movilizaciones no fueron sino una respuesta a la «desesperación» del agro europeo, unas reivindicaciones que no se han sustanciado en respuestas. «En lo que depende del Ministerio y la Unión Europea, muy pocos avances se han producido», asegura Fonseca, que reconoce que se han tomado algunas decisiones, como la simplificación de la PAC (Política Agrícola Común), medidas que llegan tarde, son de corto alcance y que califica de «maquillaje».
Son solo buenas palabras, opina el responsable de Asaja, que avisa que, lejos de salir del hoyo, se avistan nuevos nubarrones en el horizonte, que podrían agudizar los problemas del campo. El conflicto en Ucrania sigue generando profundas dificultades al sector cerealista, con la entrada masiva de grano desde el país del este, al igual que la remolacha azucarera, que asiste a una caída de precios, a lo que se suman las nuevas restricciones sobre importación de fertilizantes procedentes de Rusia, lo que está encareciendo los precios.
Menciona también el reciente tratado de la UE con Mercosur, que prevé que será más perjudicial que beneficios generará. «Y dicen que si eso se produce, se establecerán ayudas compensatorias, pero la gente del campo no quiere ayudas, sino iguales condiciones de producción que los agricultores de terceros países», destaca Fonseca, que reconoce que la situación del sector vitivinícola profundiza la crisis del campo riojano.
«Debe haber una escucha activa y productiva de las administraciones competentes», reclama el secretario general de ARAG, que afirma que se empuja al agro al abismo sin posibilidad «de que haya respuesta con rentabilidad». Ahora bien, recuerda que el campo se sigue movilizando, actitud que considera «necesaria y conveniente».
Que es fundamental continuar en la lucha es un mensaje que defiende Óscar Salazar, presidente de la UAGR, que argumenta que las movilizaciones visibilizaron la situación del campo, aunque se expresa de manera más pesimista. «Creo que en La Rioja somos, y así lo dicen distintos indicadores, la comunidad en la que peor estamos», asegura Salazar, que afirma que las cosas han empeorado. Apunta que el paquete de medidas propuestas no se ha cumplido, y menciona los nuevos peligros que acechan al campo, como Mercosur, que no ayudan a sectores prácticamente desaparecidos, como la patata o con la remolacha con los precios a la baja.
Aello suma la crisis que atraviesa el vino, que recorre un camino que lleva «a la destrucción de los viticultores, dejando todo el poder en manos de las grandes bodegas». Exige una ley agraria, «que no parece que la Consejería ni el Ministerio quieran sacar adelante», pero, a pesar de todo, señala que hay que mantener la ilusión porque «la lucha no cesa».
Eludir el derrotismo. «No estamos mejor, ni anímicamente tampoco». Así se expresa Néstor Alcolea, secretario general de UPA, que es el más generoso a la hora de evaluar los cambios producidos en este último año y reflexiona que algunas de las reivindicaciones del campo se han atendido. En particular, relata que se ha producido «un importante» avance en la PAC, particularmente en simplificación y flexibilización de los ecorregímenes, que se plasmarán este año y el próximo. Valora el aplazamiento de la puesta en marcha del cuaderno digital, «que da un margen a un sector» muy envejecido y poco familiarizado con un instrumento, cuya utilización va a ser «ineludible».
Alcolea alude a otros aspectos que, en su opinión, son beneficiosos par el sector, como el hecho de que no sea obligatorio el plan sanitario integral, además de mejoras en el ámbito de los seguros y la fiscalidad, como el mantenimiento del 35 y el 15% en carburantes y fertilizantes o el «éxito» de los préstamos bonificados para jóvenes.
El secretario general de UPA reconoce que hay demandas que no se han materializado, como que una agencia europea se encargue del control de la entrada de importaciones de terceros países, una coordinación que considera fundamental. Reconoce el daño que puede causar el acuerdo con Mercosur, de cuyo estándares de calidad duda que se puedan equiparar a los europeos. Valora como logro que otras organizaciones «se sumaran a UPA» en su creencia de que el arranque es la única medida estructural que puede ayudar a recuperar el equilibrio en la Denominación para la que augura una campaña, cuanto menos, complicada. No obstante, elude el derrotismo, reflexiona que las movilizaciones han rendido sus frutos, «paliando la situación, aunque no solucionándola», sin que la rentabilidad se haya recuperad