Punto de partida

Feli Agustín
-

Logroño estrena 65 años después estación de autobuses que, a falta de la cafetería, ya funciona a pleno rendimiento. En su primer día en marcha atrajo a viajeros y muchos curiosos, con buenas crítica para su amplitud y modernidad

La nueva estación ya está en funcionamiento. Ha supuesto una inversión algo superior a los 16 millones de euros y espera recibir 1,5 millones de viajeros al año. - Foto: Ingrid

Trabajadores, viajeros y muchos curiosos iban y venían en la mañana de ayer, ofreciendo un espectáculo bullicioso en la flamante nueva estación de autobuses de Logroño, que ya está totalmente operativa. O casi, la planta superior permanece aún cerrada y las cafeterías, que se instalarán en los  dos pisos del edificio, no estarán en funcionamientos hasta primavera.  «Hay detalles que suplir», confirmaba Conrado Escobar, el alcalde al que le ha tocado inaugurar  unas instalaciones «de este tiempo, que acogen al visitante y que mira al futuro», que se ha levantado bajo la gestión de Cuca Gamarra y Pablo Hermoso de Mendoza.

Un autobús de la empresa Jiménez, proveniente de Burgos, tuvo el honor de ser el primero, cuando pasaban 20 minutos del nuevo día, en utilizar las nuevas dependencias, justo enfrente de la estación de ferrocarril e iniciando una nueva etapa en la movilidad regional tras los 65 años de existencia de la vieja estación.

Sobre una superficie de 9.412 metros cuadrados, las taquillas, que se ubican a la izquierda de la entrada, y las máquinas de autoventa ya están en pleno funcionamiento con la voluntad, según explicó el gerente de la estación, Felipe Turiel, de prestar el servicio diario a unas 320 entradas y salidas de autobuses y unos 4.000 pasajeros de media porque se espera una afluencia anual de 1,5 millones, 100.000 más que en la antigua estación.

Buenas críticas. Y la apertura de la estación, aunque sin alfombra roja, se sometió a tantas críticas como si de un gran estreno cinematográfico se tratara y, fueron, en general, positivas. Alguno de los viajeros andaba despistado sobre el andén desde el que parte el autobús que le llevará a su destino y se  lamentaba que las letras de los paneles informativos no eran de un tamaño lo suficientemente grandes.  Para ayudar a los pasajeros a orientarse, un grupo de azafatas permanecerá durante un par de semanas en la estación. Tal es el caso de Sonia, que relataba que los viajeros preguntaban sobre los horarios, que no han cambiado, y las dársenas. A Sonia, igual que a Daniel, trabajador de la empresa Jiménez desde hace cinco años, le gusta la estación. Conductor del trayecto Burgos-Zaragoza, había llegado desde   Cerezo de Río Tirón e iba a partir hacia Burgos y calificaba la estación de «muy funcional», capaz de proporcionar mayor seguridad para el viajero. «Los andenes están contiguos a la sala de espera y el pasajero solo debe salir a la dársena para tomar el autobús», explicaba Daniel, que se mostraba «muy contento» con la nueva estación.

Las positivas sensaciones que han despertado entre los profesionales del sector las nuevas instalaciones eran compartidas por los viajeros. «Está muy bien, un cambio importante respecto a la antigua, más  moderna, pulcra y mejor iluminada», enumeraba Ángel, que viajaba a Gijón, destino que tenía dificultades para encontrar en los panales informativos.

Unai, estudiante universitario de Ciencias Ambientales, viaja cada día a Vitoria y, aunque valora «que es más moderna y bonita», lamenta que la distancia que tiene que recorrer desde su casa es mayor. No obstante, destaca la mejora respecto a las viejas instalaciones, «bastante anticuadas» y aprecia las pantallas informativas.  Y otra  universitaria realiza el viaje en sentido contrario, aunque desde Pamplona. María, estudiante de Derecho a la UR, califica la estación «como bonita, grande para el número de pasajeros y acogedora», mientras que Lucía y Claudia, que han estado 15 días viajando en Interrail por el continente, la definen como «muy guay y moderna», y consideran que está «a la altura» de las que han visto por Europa. «Un aeropuerto en pequeñito», decía Maribel, mientras que su marido, Ernesto, destacaba la «buena señalización de horario, lugar y puerta».