Javier no se lo piensa, él trabajaría en un pueblo «tengo compañeros que dicen que nunca lo harían, pero yo sin duda, estaría muy a gusto» expresa este alumno de último curso de Educación Primaria en la Universidad de La Rioja.
Han pasado cuatro meses desde que Javier llegó el 2 de noviembre al municipio riojano de Hormilla, dónde, en calidad de estudiante en prácticas, imparte las principales materias, así como también Educación Física, a los 35 alumnos del colegio CRA Cuenca del Najerilla.
«Estoy súper bien, la atención es mucho más personalizada, aprendes a individualizar mucho la enseñanza, y también a innovar, porque es verdad que para clases como Educación Física hay menos materiales, entonces hay que improvisar alternativas» destaca Javier, y cuenta que el escaso número de alumnos le lleva, en ocasiones, a convertirse en uno más, «a veces me tengo que poner hasta yo porque así por lo menos parece que hay más multitud».
Destaca también el tamaño reducido del centro como un factor positivo que favorece la relación entre los miembros del colegio, los cuales son «como una familia, nos conocemos todos», algo que, señala, no pasa en los colegios de mayor tamaño «al final conoces a tus profesores y a tu curso y ya».
La búsqueda de alojamiento, sin embargo, sí que se ha consolidado como un problema para él, y es que Javier se aloja en Alesanco ante la imposibilidad de encontrar alojamiento en Hormilla, «conduzco y por eso puedo ir, pero si no sería imposible».
En este sentido, reivindica la necesidad de un mayor apoyo universitario «se me está yendo el 40% de la beca en el alojamiento».
Es este, sin embargo, el único aspecto negativo que reseña de su experiencia, y es que su estancia en este municipio le ha hecho ver «la realidad de las zonas rurales» algo que, destaca, todos deberían hacer.
«Estos pueblos cada vez van a menos, y en el Erasmus Rural estamos solo 17 de las 100 personas que hay en mi curso» ante lo que propone «se deberían llevar a cabo iniciativas que combinen centros de localidades pequeñas y de la ciudad, y así poder vivir dentro del pueblo y conocer su realidad, porque hay mucha gente que vive en Logroño y no es consciente de que, aunque sí que hay más gente en verano, en invierno los pueblos están muertos».
Javier se encabeza hacia la recta final de su experiencia el próximo 27 de marzo y, aunque con pena, cargado de felicidad, experiencia y la consciencia de otra realidad.