Feijóo se ha visto envuelto en una polémica en la que errores suyos se han agrandado por errores monumentales de personas de su entorno. En el otro lado, el gobierno vive uno de los momentos más perturbadores de su permanente historia perturbadora por el asesinato -no hay otra palabra- de dos guardias civiles embestidos por narcotraficantes. No contaban con los medios necesarios para hacer frente a peligrosos delincuentes que conocen perfectamente la precariedad con la que trabajan.
Ni la polémica sobre si el PP se reunió o negoció con Junts, ni la polémica sobre la tragedia ocurrida en Barbate debería afectar a las elecciones de Galicia, y lo que habría que pedir a la clase dirigente, fundamentalmente a los políticos, pero también a periodistas muy condicionados por intereses superiores, más que por sus convicciones y su profesionalidad -que los hay´- es que dejen a los gallegos que voten en paz. Que ajusten cuentas con sus candidatos, los programas que defienden, la credibilidad de sus propuestas, las certezas sobre la eficacia de su trayectoria … y su compromiso real con Galicia y sus ciudadanos.
Tanto Feijóo como Pedro Sánchez deberían reflexionar sobre decisiones que, se ha demostrado estos días, no solo son polémicas sino que ponen en duda que respeten a los españoles, que merecen que se les trate con la verdad por delante. En el caso de Feijóo el problema no es que gente de su equipo se haya sentado con gente de Juntes, sino que se ha hecho de tapadillo, en lugar de dar las explicaciones necesarias. Que no eran tan vergonzosas, siempre que, como asegura Feijóo, querían tantear qué exigían exactamente los independentistas. Y una vez que insistieron en la amnistía, según Feijóo la respuesta del PP fue que no contaran con ellos. Decirlo en tiempo y forma, no habría supuesto escándalo.
En el caso del gobierno y del PSOE, el problema es infinitamente más grave, con dos guardias civiles muertos, saliendo a la luz la situación real en la que trabajan contra los narcos, la desarticulación de la brigada más eficaz en la lucha contra el narcotráfico para destinarla llevarla a puestos burocráticos, así como la falta de medios y también de apoyo institucional. En el parlamento catalán el PSC no apoyó el minuto de silencio por los fallecidos, como tampoco la apoyaron los socialistas, en la localidad de Navarra de donde era originario uno de los guardias civiles muertos. Se sumaron a la posición de Bildu y Geroa Bai.
Miembros del PP habrían hecho mejor servicio a su partido con el silencio, que con declaraciones que desdecían lo que decía su presidente. Cinco ministros salieron en tromba para defender a Marlaska con palabras idénticas, probablemente dictadas, cuando es imposible defender al ministro de Interior.
Pero el domingo se juzga a los candidatos gallegos. Los dirigentes nacionales que aguanten lo suyo… que además es mucho lo que tienen que aguantar y explicar.