No queda espacio del planeta azul por explorar pero, aunque parezca extraño, La Rioja tiene muchos rincones por descubrir y eso que la región constituye la comunidad más pequeña de las diecisiete que configuran el Estado español. En su reducida geografía se diseminan un centenar de BIC -Bienes de Interés Cultural- muchos de los cuales son conocidos por todos los riojanos y manoseados por la mayoría de los visitantes mientras que otros muchos permanecen ajenos al gran público. Muchos, por mero desconocimiento; otros tantos, porque sus dueños imposibilitan o dificultan su acceso y eso que la ley les obliga a facilitar su inspección, visita pública e investigación.
Entre los BIC más conocidos de LaRioja figuran la concatedral de LaRedonda, la catedral calceatense, los monasterios de Yuso y Suso, Cañas, Valvanera o Santa María la Real. El acceso a estos edificios religiosos como a otros con distinta finalidad (Castillo de Clavijo, Puente de Mantible o el Albergue de la Real Fábrica)no presenta dificultad alguna y, por así decirlo, están al alcance de todos.
Sin embargo, distribuidos por todas las comarcas se encuentran muchos otros restos patrimoniales cuya visita, igualmente factible, no presenta dificultad alguna pese a permanecer en un discreto segundo plano. La organizaciónRioxa Nostra, a través de sus diferentes intervenciones en los medios, ha destacado la riqueza de una región con muchos tesoros por desempolvar.
Entre los BIC poco conocidos y fácilmente visitables, según la organización, se encuentran dos joyas viguereñas separados por poca distancia. Y no hablamos de los sorprendentes frescos de la Ermita de San Esteban. El municipio que en su día fue reino atesora junto a la N-111 el puente medieval del siglo XVIaunque muchos lo denominan romano. En el pasado servía para comunicar el Valle del Iregua con el Camero Viejo. Poco más allá, en Castañares de las Cuevas, dependiente igualmente de Viguera, se halla un castillo recóndito, de titularidad privada (basta con pedir permiso para transitar por el camino) y con un aspecto de lo más rupestre como denota su sobrenombre: Cueva de los Moros.
Cambiando de valle, Murillo acoge la Catedral del Leza, término que lejos de ser rimbombante hace justicia a la iglesia de San Esteban Protomártir, construida a caballo del XVI y XVII en piedra sillar.
Bien cerquita, en Ventas Blancas, se erige Santa María de Rute, una de las joyas olvidadas de la región. Se trata de una basílica visigoda del siglo VI que amenaza ruina pese a los denodados esfuerzos de Rioxa Nostra y otras instituciones por rescatarla del olvido.
No muy lejos, pero en un tributario del Leza, se encuentra el castillo de Jubera. Ya no tiene nada que vigilar pero su fortaleza, posiblemente de época musulmana, sigue hipnotizando las miradas de todo aquel que se acerca a una de las zonas más despobladas de la comunidad.
Adentrándonos en La Rioja Baja, tres vestigios tienen singular belleza. En primer lugar, el acueducto romano de Alcanadre y, compartiendo filiación, el ninfeo de Alfaro. Entre medias, dominando el valle del Cidacos se impone el castillo de Herce, un ejemplo más del sistema desensivo erigido en la Edad Media y que estaba conformado por esta atalaya junto a la de Autol, Préjano y Quel, más el castillo de Arnedo.
Su visita, como la de los anteriores, no requiere complicación alguna. Simplemente paciencia para salvar el kilómetro y medio desde el núcleo urbano y el pronunciado desnivel del camino.
Adentrándonos en las Siete Villas, Canales de laSierra, además de un teatro de fama mundial, cuenta también con la menos conocida ermita de SanCristóbal, cuyas primeras piedras se colocaron en el siglo XII. No está abierta pero, para visitarla, basta con llamar.
A pocos kilómetros en línea recta -mucho más por carretera- se encuentra el viaducto de San Martín de Ortigosa (97 metros, con un arco central de 40), muy conocido, sí, pero no lo suficientemente atendido aunque, coincidiendo con su centenario, acaba de ser restaurado y vuelve a lucir en su esplendor.
En Baños de Rioja destaca el caso singular de Torre Fuerte, una torre homenaje del sigloXIII construida por la familia López de Haro que, además de tener una Gran Vía a su nombre en Bilbao, fundadores de Vizcaya.
Su restauración, preservando el sentido original de la obra, fue un éxito y en la actualidad acoge un hotel rural con tanto encanto como el que dispensan los dueños que no tienen reparos en enseñarlo a los visitantes.
El recorrido por los BICmás desconocidos y accesibles concluye con el Puente del Priorato, de origen romano aunque renovado por completo en la Alta Edad Media. Salva las aguas del Tirón y es motivo de orgullo para los vecinos de Cihuri.
A cal y canto. Junto a estos bienes fáciles de alcanzar, hay otros no excesivamente conocidos que, pese a su condición de BICy la normativa vigente, permanecen lejos del escrutinio público. Casi todos ellos se encuentran en La Rioja Alta.
En concreto, en poco más de cinco kilómetros cuadrados se encuentran tres bienes de interés cultural de singular belleza y máxima dificultad para visitarlos. Uno de ellos es el Castillo de Sajazarra, seguramente el mejor conservado de todos los de LaRioja y de titularidad privada. Bien cerca, en Anguciana, su torre-fuerte es también de titularidad privada. Funge como domicilio particular y permanece cerrado a cal y canto a cualquier visitante o investigador.
En Casalarreina, una de las villas con mayor concentración patrimonial, se erige (aunque sería más correcto decirlo en pasado) el Palacio de los Condestables de Castilla. Su estado es ruinoso pues parte del mismo se derrumbó en 2008. Es, sin lugar a dudas, el edificio más emblemático del lugar pero, por su actual condición, es inaccesible.
Sin abandonar la zona, Cellorigo, cuyo emplazamiento de por sí ensimisma, cuenta con la torre-fuerte de los García Marrón, elevada en el siglo XIV y en buen estado de conservación. Siempre está cerrada por lo que solo puede contemplarse desde el exterior.
Remontando el Oja, Santo Domingo de la Calzada cuenta en su núcleo urbano con unas muralles en deficiente estado de conservación y sujetas a diferentes actuaciones de restauración. Ciertos tramos de la antigua muralla calceatense son de titularidad privada y otros son inaccesibles por su deficiente condición de preservación.
Y, en la vecina localidad de Leiva, el castillo que data del siglo XV está en pleno proceso de restauración. Cuando concluyan las obras, será el principal atractivo de la villa olivense.
Un caso peculiar es el de la ermita de Santa María de La Piscina. Si la necrópolis (X-XV) está abierta todo el año, el edificio elevado en memoria del infante Ramiro Sánchez de Navarra está siempre cerrado.
Sin abandonar La Rioja Alta, en la confluencia del Najerilla con el Ebro se sitúa Torremontalbo. Testigo en el pasado de una reunión fundacional del germen de la región (la creación de la provincia de Logroño) y escenario de un trágico accidente ferroviario en 1903 (44 fallecidos), sus paredes acogen la Torre de los Condes de Hervías, elevada en los siglos XIV-XV y que hoy en día funge como vivienda particular.
Este recorrido concluye en La Rioja Baja, territorio de grandes saurios cuyo legado, a modo de icnitas, permanece vivo. Si estas son fácilmente visitables en toda la región, más dificultades presenta entrar en el Palacio del Marqués de casa Torre, el edificio más bello de Igea y uno de los más singulares de La Rioja. Sus dueños guardan con celo su interior aunque, desde fuera, el conjunto arquitectónico luce en todo su esplendor.
«No es que sea paradójico que haya BIC que no se pueden visitar, es que es ilegal»
Isaac Martínez(Murillo de río Leza, 1982) es el presidente de Rioxa Nostra, institución que vela por el patrimonio riojano y que gracias a su infatigable labor ha logrado sacar del olvido la basílica visigoda de Santa María de Rute y que se movilizó para forzar a las instituciones para restaurar el viaducto de San Martín.
Ahora, la asociación confía en que su campaña para lograr que la Ermita de San Vicente en Murillo sea declarada BIC«llegue a buen puerto». «Creo que lo vamos a conseguir», completa.
Pero además de estas iniciativas, Rioxa Nostra también centra sus esfuerzos en dar a conocer la belleza olvidada de la región. Y los BIC forman parte de nuestro legado. «No es que sea paradójico que haya bienes que no se pueden visitar, es que es ilegal», acota. Martínez lamenta que no se pueda acceder «a los castillos de Anguciana y Sajazarra, entre otros». «En la asociación no conocemos a nadie que los haya visitado», lamenta. «Su situación, desde el punto de vista legal, es la misma que con el Pazo de Meirás. Es patrimonio de todos aunque sea propiedad privada y, por lo tanto, tienen que permitir y fijar qué días se pueden visitar para que se cumpla la ley», agrega.
Del centenar de BIC existentes, «son una minoría los que son inaccesibles aunque llaman mucho la atención», explica. Pasa con los castillos de Anguciana y Sajazarra, pero también con el Davalillo o el de Torremontalbo», agrega.
Además de confiar en su reapertura al público, Rioxa Nostra espera que «las presas del Najerilla, las minas de Jubera y varios palacios civiles de LaRioja también han de ser catalogados como BIC».