Un lujo para los románticos de antiguas glorias del rock; un lujo para Santo Domingo; y un lujo para La Rioja. Así es el Rock Land Fest que ofrece veladas rockeras para una media de edad muy superior al de otras citas tipo Holika o Boombastic y que reúne multitud de camisetas negras, cierto olorcillo a 'maría',  acordes que triunfaron allá por los ochenta y noventa y voces que nacen de gargantas tan pletóricas como desgastadas. El Drogas fue un vendaval. Ataviado con florida americana y pañuelo en la cabeza a lo pirata, se sintió «a gusto» trazando un amplio recorrido por temas de la mítica Barricada. Mejor no dilucidar si el cabeza de cartel fue El Drogas o el Joey Tempest de Europe que hacía las delicias en las pistas de baile de décadas atrás a las que no accedía ningún otro metal. Ambos tienen a sus feligreses y así quedó patente sobre el mullido y cómodo césped artificial del campo de fútbol de Santo Domingo.

El cayetano del heavy levantó pasiones y recuerdos con su puñado de temas populares para cerrar actuación con la súper ventas The Final Countdown. Antes había repasado Rock the Night para dejar dejó claro una vez más que para Carrie el de Stephen King, y para baladas las de Scorpions, que no escatimaron en la noche del viernes en las lentas que alzaron al conjunto alemán a los altares del éxito. Eso sí, los tres tienen sus fieles y más cuando el festival invita a gozar. El cuarto en discordia presenta signos de que su envoltura quedó atascada a finales de los ochenta. Nada que objetar al estilo y entrega de Soziedad Alkólika, pero su despliegue de tacos sin sentido, lejos de gustar, provoca estampidas.

Mención aparte merece también el espacio DJ, para disfrute de todos.