Madrid refuerza el destino de Nadal

Santiago Aparicio (EFE)
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El paso por la Caja Mágica cambia el gesto del balear, que ahora encara Roma con París en el horizonte

Madrid refuerza el destino de Nadal - Foto: Europa Press

Un sinfín de sensaciones invadió a Rafa Nadal en la última noche de abril, una vez pasada y asumida la derrota ante Jiri Lehecka, que firmó el adiós para siempre del ganador de 22 Grand Slam del Masters 1.000 de Madrid y, probablemente, la salida definitiva de cualquier cancha española.

La satisfacción por el deber cumplido, la tristeza por decir adiós, la dicha por acabar con una evidente mejoría con la que no contaba, la alegría por el cariño recibido, las secuelas de un notable esfuerzo físico y mental, el alivio... emociones combinadas ante miles de seguidores incapaces de frenar el paso del tiempo y de evitar el final anunciado.

Salió Nadal de la Caja Mágica con el calor de los suyos a su lado y el sosiego después de haberse vaciado. Con más días de estancia en la capital de España de los pensados, con una sonrisa y un recorrido aún por hacer para cumplir con la hoja de ruta marcada en su despedida.

Nada que ver con su llegada a Madrid. Con el gesto algo torcido, aire pesimista y malos augurios. Semanas atrás no tenía claro poder volver a jugar, ser competitivo. Llegó de Barcelona, el punto de salida en otro intento de recuperación, de remontada al vuelo, con más dudas que certezas. Con un triunfo evidente en su primer partido contra Flavio Cobolli, pero con una derrota dura ante Alex de Miñaur, un australiano con limitada destreza sobre arcilla.

Dejó ciertas dudas aquel duelo perdido ante el undécimo jugador del mundo. Un primer set aceptable y un bajón evidente después. Salió del Godó hacia el Mutua Madrid Open sin saber el tiempo que estaría ni el nivel que podría llegar a alcanzar. La presencia ante los medios en la Caja Mágica antes de su debut delató la desesperanza del balear. Ni llegar a la segunda semana, ni poder llegar en condiciones a Roland Garros. «Si se puede, se puede. Pero no se acaba el mundo en Roland Garros. Hay otros retos, como los Juegos Olímpicos en distintas disciplinas», apuntó Nadal.

Pero su paso por el Masters 1.000 de Madrid elevó el ánimo del mallorquín, que venció con suma facilidad a Darwin Blanch. Después se tomó cumplida revancha con De Miñaur, al que dejó fuera de combate.

Tres horas en pista

Llegó un tercer partido frente a Pedro Cachín que le tuvo tres horas en pista. Salió airoso también Nadal, que se topó en octavos con su exigencia más dura. Lehecka, una palpable demostración de lo que llega en la nueva generación. Veintidós años, contundencia, desparpajo, competitividad y valentía.

Se vio la mejor versión del manacorí en mucho tiempo durante el primer parcial, cuando tuteó al 'heredero' de Tomas Berdych. Mantuvo el tipo y le plantó cara, sobre todo en la manga inicial. «He jugado el mejor set desde que he regresado», se sinceró el ganador de 22 'grandes', que decayó porque el cuerpo aún no está para exigencias de ese tipo. Pero el balear había salido airoso de su segundo partido seguido.

Alentó el nivel ofrecido al español, que se marchó de Madrid con el gesto cambiado, con esperanza, con una realidad distinta de la que llegó. Sigue su camino. Tal y como tenía previsto, llegará a Roma. Otro paso en su cuenta atrás. De allí saldrá la decisión de disputar Roland Garros, tal y como pretende. Y después, otra vez París, en los Juegos. Otro gran desafío, otro esperanzador colofón.