«90% de nuestra actividad son valoraciones de personas vivas»

El Día
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Mercedes Martínez Ibáñez, directora del IMLyCF, lleva más de tres décadas en ejercicio en una profesión «vocacional»; el forense es «un técnico facultativo al servicio de la administración de justicia»

Mercedes Martínez Ibáñez lleva treinta años en la medicina forense. - Foto: Carlos Caperos

Una quincena larga de profesionales están al servicio del Instituto de Medicina Legal, cuerpo que tiene en plantilla a seis médicos forenses (dos menos de los estipulados). Al frente de todos ellos figura Mercedes Martínez Ibáñez (Nájera, 1963), directora del IMLyCF en La Rioja, licenciada en Medicina en Santander y que antes de ejercer en la región trabajó en Cerdenyola del Vallès y Miranda de Ebro.

Ingresó en el cuerpo nacional de médicos forenses «por oposición», eso sí, desde hace tres convocatorias el MIRya incluye la especialidad de medicina legal y forense. «Hace falta mucha vocación para la medicina forense», asegura. Ella siempre lo tuvo claro. Así, pese a que estuvo un mes en ambulatorio, su camino estaba encaminado «a la medicina pericial,  no a la asistencial».

Aunque pensamos que los forenses pasan su jornada entre bisturís, sierras e hisopos, en realidad las autopsias y los reconocimientos de agresiones sexuales solo ocupan «el 10% de nuestro trabajo». «El 90% restante», explica, «son valoraciones de personas vivas». Y esa es la parte más desconocida de la medicina forense. «Los médicos forenses somos técnicos facultativos al servicio de la administración de justicia», especifica. De esta forma, «valoraciones de lesiones, sobre violencia de género y de imputabilidades así como análisis de accidentes laborales o de tráfico» son el pan nuestro de cada día de un profesional del Instituto de Medicina Legal. «Nuestro trabajo», completa, «se formaliza en un informe que no es vinculante pues el juez puede tomarlo en cuenta o no». Pese a que la medicina legal pueda parecer una rama más racional que emocional, Mercedes reconoce que hay situaciones que «dan muchísima rabia». Un binomio que le trastoca es el del «alcohol y carretera», pues le ha tocado varios casos de los más dolorosos. Tampoco soporta «los homicidios de niños». «En pleno trabajo, nos centramos en el análisis pero, cuando pasan 48 o 72 horas, en frío, piensas por qué», se despide reflexiva.