Poner la tecnología en contexto histórico, desmantelar la confianza ciega en la fotografía y eliminar la idea mitificada del automatismo y la inteligencia artificial es, en pocas palabras, las líneas sobre las que versa su trabajo artístico.

Andrés Pachón (Madrid, 1985) es licenciado en Bellas Artes, especialidad en Artes de la Imagen, por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Antropología Social y Cultural por la Universidad de de Coimbra (Portugal), dónde vive desde hace ocho años.

En sus ya trece años de trayectoria artística y profesional junto a su galería de arte, Pachón ha demostrado a través de sus trabajos la gran aportación de las disciplinas artísticas a la sociedad actual.

Sus proyectos, mayoritariamente fotográficos, reflexionan sobre las relaciones entre las prácticas de los siglos XIX y XX y los usos tecnológicos del presente. «Hice algunos proyectos con museos como el de Antropología Nacional de Madrid, trabajando con herramientas digitales para hacer una comparativa histórica entre los archivos fotográficos de este tipo, la ideología que contienen y cómo se extrapola a la actualidad, cómo hay una herencia en este tipo de tecnologías ópticas».

Pachón vive desde hace ocho años en Portugal, y actualmente estudia un doctorado a través de una beca de investigación en antropología, lo que le garantiza, al menos, cuatro años de estabilidad, algo difícil de alcanzar en su profesión, «después habrá que intentar otra cosa, es una carrera de fondo en la que siempre hay que reinventarse y buscar la forma de seguir estudiando, inventando, desarrollando arte y manteniendo la forma de poder vivir, consiguiendo alguna que otra venta, algún que otro logro, que te permita seguir produciendo el siguiente proyecto». 

Tras su paso por Logroño en las Jornadas de Diseño de Esdir, Pachón destaca la participación de los alumnos riojanos, así como un potencial en el que la dimensión de su ciudad poco influye, aunque sí considera, «son importantes las ayudas de movilidad para no quedarte en tu lugar cómodo, que en el caso de ciudades pequeñas como Logroño puede ser frustrante para quién quiere algo más, o cómodo para otros».