La Rioja, y sobre todo Logroño, reservaron un espacio de excepcional privilegio en el bombo que el 22 de diciembre señala el preámbulo de la Navidad entre lluvias de millones e ilusiones. Aunque en esta ocasión, el café de las 11.27 horas de la mañana, el que se absorbe siguiendo las celestiales voces de los niños de San Ildefonso en una jornada festiva, se sirvió descafeinado. El Gordo, que alumbró la administración de Lotería número 6 de la capital riojana, la que comanda el apellido Alda, se transformó en gordito, la lluvia de millones en chirimiri y la mayoría de las ilusiones volaron hacia el madrileño barrio de San Blas, quedando el sueño en cincuenta décimos, a 400.000 euros por papeleta, que es mucho o poco, según quien mire.
La jornada prometía, casi de inicio, protagonismo riojano. Corrían las 9.49 de la dominical mañana cuando el tercer alambre de la segunda tabla colgaba el 11.840, tercer premio de la popular Lotería de Navidad, que repartía seis décimos en Haro y otro más en Ezcaray. Quinientos mil euros a la serie que, de nuevo, es mucho o poco en función de quien sonría.
Ocho minutos después, otra voz celestial colgaba el 77.768 en el quinto alambre de la segunda tabla. Y de nuevo sonaba La Rioja de fondo. En esta ocasión, la administración número 8 de Logroño, la de Loterías Cristina en República Argentina, vendió una serie del quinto premio a la que añadió en cuestiones de fortuna un décimo vendido por máquina en el bar Vinuesa de Carmen Medrano. En Cervera se adquirieron otros dos. Traducido a términos de ilusión, 200.000 euros a la serie.
Y lo mejor estaba por llegar. Entre la pausa temporal que iba dejando millones a lo largo y ancho de la geografía española, el riojano en busca de emociones dinerarias se aferraba a esa esperanza que nunca se pierde. La suerte hay que buscarla y los residentes regionales son de los que más la buscan.
El cero, ese número que en términos numéricos aporta mucho o poco según dónde se sitúe, abría de nuevo una contundente dosis de ilusión. Eran las 11.27 horas de la mágica mañana del 22 de diciembre cuando Logroño resonaba de nuevo entre los niños de San Ildefonso y sumergían a la región en una búsqueda acelerada entre décimos y participaciones. El 72.480 colgaba ya en el sexto alambre de la quinta tabla entre la tímida y controlada sonrisa de los pequeños cantores. Salía el Gordo que se había vendido de forma íntegra en la capital riojana. Mientras corrían los mensajes instantáneos entre grupos y particulares dando la buena nueva del sorteo de la Lotería de Navidad 2024, la lluvia de millones se disipaba como la niebla, y el viento que acechaba ayer sobre las calles de Logroño trasladaba la el agua millonaria al madrileño barrio de San Blas.
En frente de La Glorieta del Doctor Zubía, en la administración número 6 de la logroñesa Muro del Carmen, tan solo caía chirimiri. Dicho de otra forma, el agraciado número terminado en un cero de valor, se vendía en la capital riojana, pero el grueso del premio, nada menos que 400 millones de euros, volaba al San Blas madrileño, donde se repartieron participaciones en el seno del club de baloncesto Distrito Olímpico. Rebote, triple o cuadruple-doble, aprovechando la jerga del mundo del basket. El jugón, que diría el mítico Andrés Montes, fue el anónimo comprador de lotería de Navidad que apostó su cupo de la suerte al 72.480 afincado en Logroño para colmar de fortuna a unos cuantos equipos de baloncesto con aproximadamente novecientos niños, amén de familiares, amigos y venturosos en general.
En exclusiva. El caso es que la suerte estaba ahí, en una de las administraciones de la capital que más vende. Y sin desmerecer esos veinte millones de euros que hicieron más felices a unos cuantos vecinos, el factor rabia también tiene su espacio en una de las crónicas en las que más se reitera el concepto ilusión. Hasta 352 millones de euros se devolvieron al no encontrar comprador. De hecho, el establecimiento de la calle Muro del Carmen tenía en exclusiva todo el número, las 193 series.
Así las cosas, La Rioja, y sobre todo Logroño, sonaron al son de los vientos del norte, del sur, del este y el oeste hasta en tres ocasiones entre los trece premios del sorteo.
El subidón del Gordo en la capital riojana, y el posterior bajón, dejó al aficionado riojano pendiente de premios menores y de cantar al ritmo de las pedreas y las terminaciones. Una jornada de emociones que se recordará por una fortuna que puso 420 botes de miel en los labios del jugador, para finalmente, restarle 400.