Cinco reventones de tuberías de agua en cuatro días, tres de ellos en el mismo punto, la calle San Millán, hablan a las claras de la endeblez de buena parte de la red de suministro de Logroño y han llevado al Ayuntamiento a ampliar las previsiones iniciales de su plan de obras de emergencia en las arterias más propensas a roturas. «Hay calles en situación crítica, por lo que tenemos que llevar a cabo actuaciones urgentes y licitarlas lo antes posible», explicó este martes a El Día de La Rioja el concejal de Medio Ambiente y responsable del Servicio Municipal de Aguas, Jesús López.
La última de las averías se producía este martes a mediodía a la altura del número 4 de la calle San Millán, a escasos metros de la que los operarios municipales acababan de reparar en el número 8, donde un tubo de fibrocemento de la red de agua potable reventó el lunes, y del 6, donde ya se había quebrado otra el sábado. Todo ello, precedido de las roturas del domingo en la calle Beratúa en la Avenida de la Paz.
¿Cómo es posible esta repetición de reventones en la misma zona? El edil responsable de aguas explica que se debe a la sobrepresión y a lo que los técnicos denominan golpes hidráulicos de ariete, un aumento repentino de la presión por un cambio rápido en la velocidad de caudal. La consecuencia es que en cuanto se produce una rotura, las tuberías cercanas se debilitan y sufren fisuras indetectables a simple vista que terminan por romper.
El equipo municipal de Gobierno, que ya había anunciado en noviembre un plan urgente de renovación de tramos de viejas tuberías de fibrocemento a raíz de episodios similares, lo ampliará con nuevas intervenciones tras la sucesión de averías de los últimos cuatro días.
De este modo, a las calles ya anunciadas de Lardero y Beratúa se le incorpora en la lista de prioridades la calle San Millán. En principio, las cuentas municipales para 2024 incluyen una partida de 250.000 euros para renovación de redes de agua potable, «pero viendo que puede ser poco podríamos aumentarla», apunta Jesús López, que añade que al confeccionar los presupuestos «no conocíamos el problema tan grave que tenemos sobre la mesa».
Obras en mes y medio. La premura que quiere imprimir el Ayuntamiento a este plan urgente lleva a la Concejalía de Medio Ambiente a prever que un mes o a lo sumo mes y medio puedan estar los operarios faenando en la renovación de canalizaciones, aunque antes hay que cumplir los trámites administrativos de redacción de proyectos y licitación para poder contratar los trabajos.
El programa ampliado plantea obras en tres frentes. El primero se centrará en la calle Lardero, entre Vitoria y Pérez Galdós, y consistirá en la colocación de una tubería provisional que no irá enterrada, sino pegada a los bordillos de las aceras, protegida con hormigón y chapas metálicas. La razón es que el Ayuntamiento tiene previsto reurbanizar este año la calle Lardero, de manera que la conducción de agua 'aérea' garantizará el suministro de agua potable a las viviendas del lado de los número pares durante dos o tres meses, hasta que se acometan las obras de reurbanización, que será cuando se aproveche para colocar tuberías nuevas en ambas manos de esta arteria.
Otra de las intervenciones permitirá renovar canalizaciones en otro de los puntos 'críticos' de la red de fibrocemento, la calle Beratúa, donde se actuará entre Murrieta y la Plaza de Valcuerna, y está última plaza y la calle Gonzalo de Berceo.
La tercera pata del plan, que el Consistorio ha decidido incorporar al listado de obras urgentes por la sucesión de roturas en los últimos días es la calle San Millán, en el tramo entre Avenida de la Paz y La Cigüeña, donde la gran cantidad de viviendas que hay no permite dar servicio provisional con una tubería sin enterrar como en la calle Lardero. «Las roturas de los últimos días nos demuestran que esas tuberías prácticamente han llegado a su fin», apostilla el responsable municipal del Servicio de Aguas.