Que un agricultor debe estar siempre mirando al cielo es una de esas realidades que, más allá de los avances tecnológicos, rigen su vida. Así se puso de manifiesto el año pasado cuando fueron las numerosas las zonas -repartidas por toda la comunidad autónoma- y producciones que sufrieron las consecuencias de una climatología adversa, entre las que se encuentran los frutales del Iregua,-la CHE declaró a esta zona y el Bajo Ebro de «situación excepcional por sequía extraordinaria»-, que amenazaron con colocar en una situación dramática a los agricultores.
Las lluvias de junio aliviaron la situación, aunque algunos frutales, como los cerezos, depararon una cosecha corta en cantidad, aunque los precios lograron salvar los muebles. Entre esos labradores se encuentra Ignacio Jadraque, de Alberite, que cultiva frutales, particularmente pera, que en junio respiraba con cierto alivio porque las lluvias que, por fin, cayeron en la zona, lograron paliar las terribles consecuencias que se avistaban, no solo por el agua llegada del cielo, sino también porque permitieron regar. «La cosa mejoró porque se pudieron dar más riegos de los previstos», recuerda ahora este agricultor que, con el tiempo a su espalda, afirma que «no fue la solución» porque la sequía se hizo patente desde el inicio de la campaña y se arrastró hasta el final de la misma.
«Se ha notado en todo, incluso en la calidad de la fruta, que no es igual que otros años debido al calor y a la falta de agua», reflexiona Jadraque, que considera que la escasez de riegos perjudicó, de manera más sustancial, a pera y manzana. El sector temía que la falta continuada de agua afectara al árbol, una sospecha que se ha hecho realidad «porque no ha echado tanta madera como otros años, se ha quedado muy escasa y los brotes muy cortos, lo justo para mantener la fruta que quedó», señala el agricultor, que entiende que esta deficiencia tendrá consecuencias este año.
Señala que los precios «no fueron malos», pero en ningún caso alcanzaron las cotas que se preveía porque se importa fruta, de tal manera que el mercado no depende únicamente de la producción local.
La cobertura. Jadraque, que cultiva principalmente pera, producción que tiene asegurada, lamenta que la cobertura alcance pedrisco, mal cuajado o heladas, pero que no contemple las afecciones de la sequía en terrenos de regadío, una norma que entiende que Agroseguro debería cambiar. «Se debería introducir alguna cláusula, alguna prima, para compensar la situación del año pasado, que hasta la CHE calificó como de situación excepcional de sequía extraordinaria», considera el labrador, que apunta que un refrendo de una institución como la Confederación del Ebro garantiza que se atraviesan momentos críticos.
Confía en las lluvias de primavera porque las cosas marchan como el pasado año, «el embalse del Najerilla está tirando agua, mientras los del Iregua andan justos».