"Le practicaron la eutanasia y fue una liberación para él"

David Hernando Rioja
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Dolores Aldea cuenta la historia de su hermano, José Ignacio, que pidió la eutanasia en 2022 al padecer párkinson «con la que dejó de sufrir»

Dolores Aldea es la hermana de José Ignacio, un hombre que pidió recibir la eutanasia cuando padecía párkinson - Foto: Óscar Solorzano

El 28 de noviembre de 2022 es una fecha que Dolores Aldea nunca olvidará. Fue el día en el que le practicaron la eutanasia a su hermano, José Ignacio Aldea.

Cuenta que uno de los aspectos más curiosos es que cuando les dijeron que se la habían concedido fue duro, pero «cuando se la hicieron fue una liberación total. Hemos dejado de sufrir, el primero él».

Este hombre, cuenta su hermana, sufrió párkinson con 48 años y se hundió «como cualquier otro al que le hubiera pasado». «Primero quería ignorar un poco la enfermedad, aislarse de todo y no quería afrontar la realidad. Más adelante me comentó que se había puesto en contacto con la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD), que yo no sabía que era», recuerda.

Revela que su primera reacción fue enfadarse con él. «No entendía porque lo había hecho si en ese momento estaba más o menos bien con la medicación», indica. 

Pero la situación empeoró debido a la pandemia de la Covid-19 porque «mi hermano sufrió un proceso de depresión muy fuerte». Esto provocó que tuviera que tomar una medicación de continuo para la depresión que «hacía que la medicación del párkinson no le hiciese ningún efecto».

«Al final tenía que ir en silla de ruedas y necesitaba una persona que estuviera con él siempre. Él no quería vivir así y yo, como en un principio si me enfadé, luego entendí perfectamente que quisiera la eutanasia», señala.

El caso de José Ignacio Aldea no fue el único aquel año, ya que en La Rioja se realizaron cuatro eutanasias de las cinco solicitadas, según el Informe anual de Comisión de Garantía y Evaluación del Gobierno de La Rioja. Un número que disminuyó en el año 2023 cuando se pidieron cuatro solicitudes de eutanasia y solo se aceptaron la mitad de ellas.

El proceso no siempre va tan bien como uno se espera cuando pide la eutanasia. Dolores Aldea denuncia que no haya mucha información sobre este tema. Se tuvo que poner en contacto con la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) para que le dijeran que pasos tenía que seguir.

Lamenta que ningún medico especialista ni de cabecera te diga que tienes esta opción. «Entiendo que no vas a animar a la gente pero mi hermano si que la pidió cuando fue al neurólogo porque le decía que no quería vivir así. Pero nadie le decía que tenía que hacer», critica Dolores Aldea.

La asociación le contó que el primer paso era pedir la eutanasia con un impreso que ellos mismos le facilitaron. Dicho impreso, relata, se lo tienes que entregar al médico de cabecera pero «cuando lo hicimos, su reacción no fue nada buena, ya que ni nos miró a la cara».

El documento, critica, no siguió su curso ordinario, ya que «el médico dijo que no tenía que hacer nada y que había que llevarlo al Carpa pero no era así». Explica que ese papel lo tienes que entregar a alguien superior en el caso de que «tu no lo quieras tramitar». «Se quiso quitar de encima esto pero por otra parte lo entiendo», reconoce.

Reclamación. Aldea tuvo que volver a contactar con la asociación para contarles lo sucedido. «Me dieron un impreso para hacer una reclamación. A la semana me llamaron de la gerencia de Atención Primaria y a partir de ahí todo fue de maravilla», asegura.

Recuerda que le dijeron que le iban a adjudicar un médico que se iba a encargar de todo y así fue. «Se llama Emilio Velázquez y venía incluso fuera de sus horarios de trabajo a casa para hablar con mi hermano», rememora Aldea.

Mi hermano, señala, tenia que ratificarse cada cierto tiempo de que quería seguir con la idea de la eutanasia. «Es un proceso largo que duró siete meses pero el motivo de esta tardanza fue por el problema del médico de cabecera y el verano. Deberían haber sido entre tres o cuatro meses», afirma.

Dolores Aldea remarca la necesidad e importancia de la eutanasia. «Tu tienes que elegir porque nadie merece sufrir», asegura.

Este tema, apunta, es un tema «muy personal» porque «hay gente con otras enfermedades como la ELA que son luchadores y quieren vivir, igual que con el párkinson. Pero mi hermano no quería sufrir y yo le entendí. Yo hubiera hecho lo mismo», comenta.

Habrá personas, indica, que en esas mismas circunstancias les merecerá la pena un amanecer u otras cosas pero «él no tenia hijos ni esposa, además de que estaba sufriendo y no se sentía bien».

Recuerda que una vez finalizado el proceso, la sensación que le invadió fue de «paz, calma y tranquilidad». «Cuando luego lo cuentas,  todo el mundo se queda fatal pero más adelante les tranquilizas porque les explicas que ha sido su propia decisión. Vivir así no era vivir», concluye su hermana.