Una conferencia política, en el PSOE actual, es algo tan infrecuente como un congreso del partido. Y, en el fondo, casi como un congreso, pero menos multitudinaria, será la conferencia que el partido gobernante celebrará este fin de semana en A Coruña, que se convierte en centro político del país por dos días y en el epicentro de la enorme polémica sobre la amnistía. Hasta el punto de que casi me atrevería a decir que la campaña gallega amenaza con estar dominada por una cuestión que, entre intervenciones judiciales y ataques mediáticos y de la oposición, se va enconando un poco más cada día. El hecho de que la tramitación parlamentaria de la ley de la amnistía coincida con una precampaña gallega en la que todos, a nivel nacional, se juegan mucho, hace sospechar que las próximas semanas serán de alto voltaje político en Galicia. Y un indicio lo tendremos ya en el tono que escuchemos este sábado en la 'cumbre' socialista en la capital coruñesa.
Pedro Sánchez ha querido inaugurar una serie de viajes a Galicia con esta conferencia política, seguida de una reunión el domingo del comité federal del partido, en el que se ratificará una serie de nombramientos en la dirección que hacen que el PSOE sea irreconocible, por completo remozado, respecto del que salió del último congreso nacional, el 40, celebrado en Valencia en octubre de 2021 y en el que la hoy olvidada Adriana Lastra aparecía como 'número dos' tras Sánchez.
En dos años, Pedro Sánchez ha reforzado su ya entonces notable control del 'nuevo' partido --para nada cuenta la 'vieja guardia', y menos aún sus máximos representantes, Felipe González y Alfonso Guerra--; lo ha identificado plenamente con 'su' Gobierno -solamente cuatro ministros no estarán en órganos directivos de la formación-- y lo ha armado para convertirlo en una maquinaria con la que intentar ganar las cuatro elecciones pendientes para los próximos meses: gallegas, vascas, europeas y catalanas.
Las perspectivas, al menos por lo que se refiere a las primeras, no son excesivamente buenas, y así lo reconocen algunos de los que se incorporan ahora a la dirección, ministros para más señas. Los sondeos señalan que el PSdeG podría quedar en tercer lugar en cuanto a resultados, tras el PP -al que las encuestas le auguran una mayoría absoluta_y el BNG, mientras que Sumar, el movimiento liderado por la coruñesa Yolanda Díaz, podría tener que conformarse con un escaño, o quizá incluso ninguno, cosa que, me parece observar, no deja de producir un secreto regocijo entre los socialistas.
Sánchez, que no da ninguna bola por perdida, intensificará sus esfuerzos por presentar el próximo gran paso político de su Gobierno, la aprobación de una ley de amnistía tras negociarla con Junts de Puigdemont, como un avance en la 'normalización' con Cataluña, una "herramienta para cerrar heridas abiertas" y hacia una más descentralizada configuración territorial. Argumento este último con el que el Partido dos Socialistas de Galicia-PSOE espera arrebatar algunos votos al Bloque Nacionalista Galego, comandado por la lucense Ana Pontón, el gran rival en la izquierda ante las urnas gallegas.
Puede que aún sea pronto para evaluar el peso que la controversia sobre la amnistía tendrá tanto para quienes la combaten, el PP sobre todo (Vox casi no tiene peso en Galicia), como para quienes han asumido la tarea, y la conferencia política de este sábado será una especia de pistoletazo de salida en este sentido, de defenderla. Así que la sombra alargada de Carles Puigdemont va a estar, muy probablemente, bastante presente en el debate electoral gallego como ya lo está en el debate político nacional en general.
Sánchez sabe que corre el peligro de abrasarse en una cuestión que parece gustar muy poco a la opinión pública, pero ha decido, para poder seguir en La Moncloa, asumir el riesgo y, de paso, implicar a la inmensa mayoría de sus ministros en este trayecto por la cuerda floja sobre el abismo. Al mismo tiempo, ha encargado la portavocía del partido a una figura escasamente conocida, la burgalesa Esther Peña, que sustituye a la 'dura' Pilar Alegría, un movimiento que no parece haber entusiasmado a algún miembro del comité federal, que de todas formas previsiblemente se cuidará mucho de expresarlo en público.
Aunque las fuentes oficiosas de Ferraz aseguran que en esta conferencia política el PSOE "actualizará su base ideológica", esta 'cumbre' más parece un cierre de filas ante las elecciones que una definición teórica que, de todas maneras, tampoco existió en el 40 congreso hace dos años, más allá de insistir en una línea fuertemente presidencialista en torno a la figura de Pedro Sánchez. Será, pues, la táctica, mejor que la estrategia, la tónica dominante en esta reunión, celebrada en el marco del color socialista del Ayuntamiento que preside Inés Rey. Y puede acabar siendo, aunque se espera una 'cumbre' llena de aplausos, una estación más en el 'via crucis' de un socialismo gallego que no se resigna a quedarse apenas con la medalla de bronce en esta competición.