Formó parte, allá por 1999, del equipo que puso en marcha Octubre Corto, certamen que un cuarto de siglo después se ha convertido en la cita cinematográfica de referencia. Si en el cambio de siglo, la programación se solventaba en dos días; el certamen que acaba de concluir -su calendario de actividades repartidas a lo largo del año concluyó el 6 de diciembre- suma diez jornadas de exhibición y diez mil participantes en su extenso repertorio.
Chechu León (Arnedo, 1972), el rostro desde hace años de la cita, recién ha estrenado su condición de académico al tiempo que encarna la tercera generación en la imprenta familiar Gráficas Isasa, «inaugurada hace 60 años por mi abuelo José León y que luego continuaron mi padre (José Mari) y mi tío (Jesús)». Junto a su hermano Héctor y su primo Ricardo continúan al frente de un sector que hizo fortuna en La Rioja. «Seguimos siendo un servicio básico para la industria y las administraciones», apunta.
Viene de votar sus nominaciones para los próximos premios Goya y, como el voto es secreto, reconoce que «de unos cuatro o tres años a esta parte el nivel del cine español es espectacular». Este salto de calidad «también lo hemos notado en Octubre Corto, donde el nivel de las propuestas es altísimo».
El festival arnedano, uno de los veintidós que califican para los Goya, reivindica la importancia de los cortometrajes nacionales, un producto que tiene mucha aceptación, tanto fuera como dentro de España, pero que sigue sin llegar al gran público: «Los cortos siguen siendo un género menor. Es evidente que no son largometrajes. Al corto le falta entrar en la industria. Tienen una gran calidad, están muy bien hechos, pero siguen teniendo ese carácter de amateurismo».
En el cuarto de siglo de existencia del festival, Chechu León considera que ha podido cumplir muchos sueños. Uno de ellos fue tener en Arnedo a Rafael Azcona, sin lugar a dudas el mejor guionista de la historia del cine español. «Poderle tener en 2006 y que de sus manos diera el primer premio Rafael Azcona al director Roberto Bodegas fue un honor», rememora. El logroñés regaló además a la organización un guión inédito, La paella: «A partir de entonces, a cada premio Rafael Azcona le hacemos entrega de un libro sobre él».
Pero el Cervantes ha tenido también la oportunidad de ver desfilar por su escenario a Betsy Blair, protagonista de Calle Mayor, «con la que incluso pudimos pasear por la Calle Portales» o a la propia Aura Garrido que recogió el Premio Ciudad de Arnedo de un festival que, desde dentro, ayudó a consolidar.
En la edición de este año, el público riojabajeño tuvo el honor de disfrutar de Javier Fesser y, sobre todo, de Pepe Sacristán, posiblemente el actor más carismático del cine y el teatro español. «Convencerle no costó pero sí que fue difícil cuadrar fechas y por fin este año lo conseguimos», informa con admiración un cinéfilo confeso («mis padres me inculcaron el amor por el cine español») y un orgulloso arnedano que recuerda que la ciudad riojabajeña tiene una particular filiación con el séptimo arte. «Más allá de los hermanos Gil de Muro», justifica, «Arnedo tiene una ideosincrasia especial con el cine. Sigue teniendo cineclub, Primera Fila, y una programación cinematográfica muy buena todo el año».