Hace 45 años -el 2 junio de 1979- fallecía Carmen Medrano, la cantante del trío Carmen, Jesús e Iñaki, que puso música al sueño de la autonomía de esta tierra en los primeros años de la Democracia. No hay riojano que no conozca el estribillo de la canción que muchos entienden como su verdadero himno, La Rioja existe, pero no es, si nos unimos, la hemos de hacer, el que acompañó las primeras manifestaciones, las primeras reclamaciones y el despliegue de las primeras banderas de cuatro bandas horizontales.
La Rioja que existía pero aún no era se fraguó en las tabernas y las escuelas, en las calles y en las plazas, en los pueblos y en la capital, en los últimos años de los 70, cuando España y La Rioja se desprendían del ostracismo al que les había encerrado los 40 años de dictadura.
Es un camino en la historia abierto hacia Compostela, un río con siglos de agua derramados en su tierra cantaban las miles de personas que se concentraron el 8 de octubre de 1978 en Nájera, cuando se celebró el primer Día de La Rioja, una fiesta de carácter netamente popular, donde todas las gargantas entonaban con una sola voz desde Aguilar a Canales, desde Alfaro hasta Foncea, un pasado que se mira en el Oja, en el lregua.
Fue la Coordinadora por la autonomía de La Rioja la que decidió organizar y celebrar el primer Día de la Rioja en Nájera el día 8 de octubre y abrió la puerta que se adhirieran todos los partidos y organizaciones que lo desearan.
La Coordinadora logró que 15.000 personas se reunieran para reivindicar el reconocimiento de una identidad propia para la tierra de conquistas, de batallas y leyendas, aquella que castellanos y navarros quisieron por frontera, y cargos políticos, incluidos todos los parlamentarios electos en junio de 197, aunque el ambiente propició que seis de ellos abandonaran el acto.
'La Rioja empieza a caminar' fue el eslogan de aquel primer día de una comunidad que existía, pero todavía no era, y cuya denominación, Logroño, permanecía ajena a las firmes aspiraciones de sus ciudadanos. Yfueros hombres y mujeres de a pie, aglutinados en organizaciones y colectivos sociales, los que contribuyeron con sus primeros latidos a la construcción de la identidad colectiva riojana.
Y fue ese día la primera vez, en la antigua capital del Reino de Nájera- Pamplona, donde ondeó la bandera cuatricolor, con franjas roja, blanca, verde y amarilla, que se había elegido mediante un sondeo popular de Arnedo a Albelda, en Cenicero y Ortigosa, Alcanadre y Cervera, Los Cameros Viejo v Nuevo, San Asensio y Valvanera, en Santo Domingo y San Millán, en San Vicente de la Sonsierra.
No hay vuelta atrás. Ese primer Día de La Rioja, una celebración completamente ajena a los representantes políticos, marcó definitivamente el camino que quería y tenía que seguir una tierra de campos, de olivares y de huertas, de tractores que a veces suben a las carreteras.
En 1979, los Ayuntamientos riojanos ratificaron a la cuatricolor como bandera representativa de La Rioja y el 15 de septiembre, coincidiendo con la celebración de la festividad de la Virgen de Valvanera, fue izada por primera vez de manera oficial. El mismo año, el Ayuntamiento de Logroño arranca los trámites para la creación del estatuto, realizando una consulta a los 174 ayuntamientos de la provincia, de los cuales 172 se mostraron a favor, proceso autonómico al que se adhirió la Diputación Provincia el 12 de diciembre de 1979. El Día de La Rioja se celebró el 7 de octubre en Haro, aunque esta vez, escarmentados de lo sucedido en Nájera, el Día lo organizó la Diputación. Fue el año también en el que falleció esa mujer que ya cantaba a una sierra que nos duele cuando se queda desierta, cuando se mueren sus pueblos y quedan solas las peñas, y que no vería crecer el árbol que ella ayudó a plantar.
Se puso así en marcha el proceso de elaboración del proyecto de un Estatuto de Autonomía, redactado por los conocidos «treintaidosantes», 24 diputados provinciales y los ocho parlamentarios nacionales, que constituyeron la asamblea popularmente conocida como de los 32. Su rúbrica, en el monasterio de San Millán, supuso el comienzo de la tramitación del texto en las Cortes, donde fue aprobado en sesión plenaria de 25 de mayo de 1982 para ser sancionado por Juan Carlos I el día 9 de junio del mismo año, fecha que quedó oficialmente elegida como Día de La Rioja, del vino que lleva el nombre de su tierra en la etiqueta, y del sudor y el trabajo en la vendimia y la siega».
«El movimiento autonomista riojano fue pací?co, socialmente variado, estructuralmente difuso y descentralizado, con una orientación pragmática enfocado a la identidad, y diverso en sus valores y su composición ideológica», decía el Gobierno de La Rioja en la celebración del 40 aniversario del Estatuto de Autonomía, una definición que no puede transmitir la emoción, el empuje y la voluntad de aquellos riojanos de una tierra cuyo nombre es pequeño, sólo lleva cinco letras, pero a los que La Rioja les sonaba grande. Fueron ellos el germen de una identidad colectiva asumida e indiscutida para los riojanos de hoy, que volverán a pasear su bandera por los campos de Alemania en la próxima Eurocopa, con el corazón abierto hacia dentro y hacia fuera buscando en el firmamento un puesto para su estrella, aquellos que sabían que La Rioja existía, pero que no era y que a los sones de una canción supieron unirse para hacerlo.