«Trabajar con 3 alumnos es lo más difícil que he hecho»

Mónica Burgos
-

Hasta hace un mes, David y tres alumnos eran los únicos integrantes del colegio de Viniegra de Abajo, una situación «muy dura» para el docente ante la falta de apoyos humanos y materiales, y de riesgo de cierre para el centro

Alumnos de infantil y primaria dan clase en el colegio de Viniegra de Abajo, que pertenece al CRA Entrevalles - Foto: Ingrid

mónica burgos / logroño

Cinco horas al día de lunes a viernes, tres alumnos, un docente, y visitas de apenas una hora semanal de los maestros de música, educación física y religión. Esa ha sido la rutina de David Collado, maestro de primaria en el colegio de Viniegra de Abajo del CRA Entrevalles, desde que llegó en septiembre.

«Esto solo lo haces si tienes vocación», expresa David. Todos los días, sube a Viniegra desde su casa en Albelda para impartir clases a los tres niños que integraban el colegio hasta hace un mes, cuando dos nuevos alumnos se incorporaron al centro, «desde el Ayuntamiento han hecho lo imposible para encontrar una familia, tener un poco de estabilidad y que no tenga que cerrar el colegio», indica.

Hasta la llegada de los nuevos alumnos, la continuidad de este colegio para el próximo curso peligraba, «era una situación muy inestable, porque además ninguno de los tres alumnos vivía en Viniegra, el alumno de 6º es de Villavelayo y los de 3º de Ventrosa, entonces de cara a transporte les daba igual bajar a Anguiano que traerlos aquí».

Aunque la inestabilidad para el centro es tan solo una de las consecuencias ante la falta de apoyo humano y, en general, de gente en el centro, «está claro que una clase de 26 alumnos es una locura, pero trabajar con 3 alumnos, que es la primera vez que me pasa en  mi vida, es de lo más difícil que he hecho en mis 17 años de experiencia».

No poder desarrollar actividades en parejas, ejercicios grupales y el riesgo de exclusión para alguno de los alumnos son parte de los problemas que reseña David en sus siete meses como único docente en el centro, «siempre hay dos que se hacen más amigos, y el tercero se queda solo».

Hace falta más. Con los nuevos alumnos también han llegado más apoyos al centro, «una alumna es de infantil y yo soy profesor de primaria, y  un alumno también tiene necesidades especiales que hay que cubrir, por lo que suben refuerzos», indica David, y añade que gracias a esto, «ahora por lo menos a nivel social estoy mejor».

Y es que hasta el momento, la falta de gente con la que relacionarse durante su jornada ha sido dura de afrontar, «ha sido una etapa muy dura y difícil, sobre todo en invierno, el pueblo está muerto».

A pesar de todo, David no duda ni un segundo su respuesta para valorar la escuela rural, «el ambiente en un colegio rural es maravilloso, no lo tienes en la ciudad», y de ella reseña ventajas como las posibilidades del entorno, la enseñanza personalizada, o el trato cercano con las familias, «son nuestros 'hijos' durante cinco horas al día pero el resto son de ellos, y para mí es súper importante conseguir ir de la mano con las familias, y eso en un entorno rural es mucho mas fácil».

Pero las bondades únicamente asociadas a la idiosincrasia de la zona no son suficientes para garantizar una educación estable y que perdure, «hace falta más», asegura, refiriéndose a la falta de materiales digitales, «seguimos usando proyectores antiguos, no tenemos paneles», o la escasa asignación de recursos al CRA, «se reparten entre los cuatro centros y se da más a los que más alumnos tienen, el resto nos los tenemos que repartir», una situación ante la que, expresa, «hay que impulsar la escuela rural».