La despoblación rural es un tema que en los últimos años ha preocupado mucho a la sociedad riojana, sobre todo a la que vive en los pueblos y en las zonas de alrededor.
Cada vez más, los jóvenes muestran una mayor preocupación por este problema y deciden dejar la ciudad para buscar la tranquilidad que te aportan los pueblos. Dos de estos jóvenes son Miguel Lucea y Tiberiu Iulian Halga, quienes han montado un co-living para jóvenes en Sojuela, un pequeño pueblo riojano cerca de Logroño.
Lucea cuenta que llevan trabajando con la asociación Manfred On tour tres años, donde han organizado cursos de formación internacionales en el mundo rural. «En base a nuestro crecimiento, nuestra apuesta ha sido situarnos al 100% en el mundo rural para poder seguir haciendo esos cursos en verano, y durante el resto del tiempo, asentar población de una manera fija», explica.
Bajo esta premisa nació la idea del co-living, «una casa propia en la que construir una comunidad que siempre esté revitalizando el pueblo». «El objetivo es conseguir que la idea de venir a vivir al pueblo sea sexy para los jóvenes».
Este establecimiento turístico joven tiene un modelo de negocio diferente a lo convencional. El tiempo de estancia mínimo es de un mes con condición de pensión completa y todos los servicios incluidos. «Por ahora hemos tenido personas viviendo dos o tres meses, pero ahora nuestra propuesta es que haya jóvenes que quieran venir seis meses o más, ya que nos parece positivo para construir comunidad».
Países. Esta comunidad creada en Sojuela recibe a personas de España y de otros países, como Estados Unidos, Reino Unido, Marruecos, Myanmar o Albania, entre otros. Esto hace que el inglés sea una herramienta fundamental para que haya una buena comunicación entre todos los jóvenes que conviven ahí.
Halga afirma que el inglés es el idioma principal que utilizan en el día a día. Señala que casi todo el mundo que ha ido a esta casa sabía inglés pero «si se da la casualidad que alguien no tiene un nivel tan alto, les echamos una mano intentando traducirles o enseñándoles a ser más amigables con ellos».
«El idioma es una barrera con la que si te entra el miedo, te puedes cerrar y no hablas con nadie. Por eso, intentamos comunicarlos e introducirlos a todos», apunta.
Este co-living también tiene un huerto con el que tienen la intención de ser «autosostenibles». Cultivan lechugas, cebollas, ajos, habas, tomateras, calabacines, remolachas, diferentes especies de pimientos, melón y calabazas.
«Estamos bastante preparados y cuando sea el momento, recolectaremos para vender, comer y hasta regalar si se da el caso», señala este manager.
Otro aspecto clave para el buen funcionamiento de una iniciativa como esta es que tenga el apoyo del pueblo. En este caso, Lucea subraya que los habitantes están «encantados», ya que «para ellos es una alegría que haya caras nuevas». «La población está envejecida, así que las promociones del pueblo en el exterior son positivas», concluye.