Salud plantea que se texturicen alimentos en restaurantes

David Hernando Rioja
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Este programa irá dirigido a personas que padecen disfagia, una patología que provoca que los pacientes tengan problemas al tragar alimentos sólidos y líquidos

Una enfermera lleva una bandeja con comida a un usuario del hospital San Pedro - Foto: SERIS

Alimentarse es uno de los procesos vitales más importantes del ser humano. Pero hay personas que tienen problemas a la hora de hacerlo, como por ejemplo las que padecen disfagia.

Este problema es una alteración en el proceso de deglución, lo que significa que los pacientes tienen problemas a la hora de tragar y se producen broncoaspiraciones. «Estas consisten en que los alimentos van a la vía respiratoria en vez de a la digestiva, con lo cual, pueden producirse infecciones respiratorias, como neumonías», explica la trabajadora del servicio de endocrinología, y enfermera de nutrición, Isabel Jirauta.

Asegura que la prevalencia de este problema es «cada vez mayor». «En España hablamos de dos millones de personas, de hecho, solo el 10% de los pacientes están diagnosticados. Y en el mundo casi 500 millones de personas están afectadas».

Explica que este aumento de la prevalencia se debe a que cada vez hay más personas mayores, por lo que «aumenta la esperanza de vida, además de que hay mas patologías asociadas a lo que es la deglución, como un cáncer de lengua o de garganta». Otro problema, apunta, es que «a veces en centros de salud o geriátricos no se anota ese diagnostico de disfagia».

Por esto, Jirauta anuncia que el SERIS quiere hacer un programa para adaptar las texturas de los alimentos en los restaurantes para que «estos pacientes puedan ir con la familia y amigos». «Lo estoy preparando para diciembre y se va a intentar que un cocinero venga, se forme, y más adelante, enseñe a otros cocineros para implantar este proyecto en La Rioja», indica.

Destaca que un proyecto como este se ha hecho en Cuenca anteriormente, así que «en la comunidad de la alimentación y el vino es factible hacerlo». «La idea es que los restaurantes tengan cartas específicas con alimentos texturizados y adaptados», señala.

Los datos de esta patología en La Rioja se desconocen pero «se nota un aumento porque tenemos más interconsultas». «Se le está dando más difusión y ahora a los pacientes se les hace un cribado en la propia consulta. Con él se detecta que ese paciente está desnutrido o que ha perdido peso porque no puede comer», detalla.

Dicho cribado es un test llamado Eat 10 que son diez preguntas puntuadas de cero a cuatro, en las que se pueden tocar temas como si el comer supone estrés o cuando se come, se tose o se tienen problemas a la hora de tragar un comprimido. «Son preguntas que a medida que vamos poniendo la puntuación, sabemos si hay síntomas de disfagia», destaca la enfermera de nutrición.

Indica que una vez que el paciente es diagnosticado con disfagia, se le somete a otro test «especial» para saber que tipo de disfagia tiene. Esta puede ser a sólidos o a líquidos.

Informa que existen dos grupos importantes de disfagia, la orofaringia y la esofágica. Jirauta explica que la primera afecta solo a la parte superior, es decir, desde la boca a la garganta; y la segunda afecta desde la garganta hasta el esófago. «Nosotros tratamos más la orofaringia porque es la que tenemos más facilidad de tener, mientras que la otra la tratan más a nivel de digestivo porque es más interna».

Causas. Isabel Jirauta explica que las causas que provocan esta patología son variadas. Se puede producir por enfermedades neurodegenerativas que «tienen que ver con una afectación muscular o degenerativa del proceso de deglución».

También puede aparecer cuando se padecen enfermedades como la ELA, esclerosis lateral amiotrófica, problemas de distrofias musculares, alzheimer y párkinson. Otras causas son el  botulismo o problemas psicológicos.

Pero la realidad de esta enfermedad es que no tiene cura. «La solución que hay ahora son terapias compensatorias de adaptar las texturas de los sólidos y la viscosidad de los líquidos», apunta.

También se adaptan las texturas del néctar, miel o pudin mediante el uso de espesantes. «El objetivo de esto es que los pacientes no se atraganten», señala.

Otra solución que aporta el SERIS son recomendaciones generales de aquellos alimentos que tienen que evitar porque son peligrosos, y cuales son más facilitadores. «También les damos posturas corporales adecuadas que ayudan a la deglución y ejercicios rehabilitadores para favorecer la musculatura de deglución», destaca.

Otro aspecto importante son los consejos que dan a los pacientes respecto a los alimentos que pueden comer o no. Jirauta indica que estos personas deben evitar alimentos con doble textura como la sopa con tropiezos o un helado, ya que «parece sólido pero con la saliva y el calor es líquido», concluye.