Hace un paréntesis en el ajetreo comercial previo al Día de Reyes para atender a El Día y a la vista del trajín que se percibe en las tiendas de Logroño nadie diría que el sector no vive momentos de bonanza. No es oro todo lo que reluce y el presidente de la división comercial de la Federación de Empresas de La Rioja (FER) matiza las dificultades de quienes se ganan la vida detrás de un mostrador para hacer frente a la competencia «desleal» de las grandes plataformas de internet o a los propios cambios del consumidor. Pese a todo, Fernando Cortezón, director general de Escala Papelería Técnica SA, ve futuro en el pequeño comercio a poco que las administraciones se impliquen con estrategias de apoyo «sostenidas».
Acaba de cerrar el año y la campaña navideña. ¿Cómo le han ido las cosas al comercio local en 2024?
Le va bien, dentro de lo que cabe. Desde que fuimos capital española del comercio en los años 90 se han sucedido un montón de circunstancias que hacen que el comercio sufra muchísimo. En su día fueron los parques comerciales periféricos y últimamente el comercio online, que es un formato comercial que nos hace una competencia bastante desleal, en el sentido de que no sabemos dónde paga los impuestos, si carga a sus productos con el IVA o qué convenios tienen sus trabajadores. Pero aún así, seguimos ahí y somos competitivos, aunque las amenazas son terribles y sostenidas durante mucho tiempo.
A pesar de esas amenazas, ¿hay futuro para el comercio de proximidad?
Está cambiando todo mucho, estamos en un modelo de franquicias y los comercios nuevos que abren son formatos comerciales muy pequeños, basados prácticamente en una persona. Hace muchos años, los comercios estaban en la Plaza del Mercado o en Portales, que ahora son zonas de hostelería, que es capaz de pagar buenos dineros por los locales, y el comercio que crece está, por ejemplo, en Hermanos Moroy, con pequeños locales. Creo que con todo este cambio de modelo es más mediocre todo, lo que se vende, lo que se compra, los precios e incluso el dinero que tiene disponible la gente para gastar. Todos vamos vestidos igual y compramos muchas chorradas de plástico que viene en papelitos desde Singapur o desde donde sea y que no nos ha favorecido en absoluto. Que le haya ido mal al comercio ha hecho que nos haya ido mal un poco a todos.
¿La hostelería está desplazando al comercio?
No es una crítica a la hostelería, porque siempre hemos sido complementarios y lógicamente hace su negocio, pero es verdad que es capaz de desplazar al comercio en el sentido de que puede pagar rentas más altas por los locales.
Ahora llegan las rebajas de enero. ¿Siguen siendo atractivas o la desestacionalización les ha hecho perder interés?
Las rebajas ya no están acotadas y además se confunden con promociones, con black friday y cosas de estas. Yo no soy experto en textil, que es al que más le afecta, pero tengo la sensación de que hay promociones ya desde octubre. Vivimos en una promoción intensa todo el rato y eso nos obliga a los pequeños comerciantes a tocar nuestros márgenes.
Después de esos años duros que comenta, primero por los hipermercados, luego por la venta electrónica, ¿no hay síntomas de recuperación?
Creo que hay comercios que por el cambio en los hábitos de consumo y en las propias generaciones de personas no podrán sobrevivir. Para que el comercio vuelva a ser lo que era, se necesita que los países y los gobiernos se pusieran las pilas para impedir que los grandes operadores de internet nos hagan la competencia de esta manera, desde China y de otros lugares.
¿Y qué deben hacer los gobiernos?
No hablo de competencia solo en lo tributario. Por ejemplo, nosotros no podemos dar bolsas de plástico, tenemos que darlas de papel o cobrar la bolsa de plástico. Sin embargo, si pides algo a un operador de internet te llega un paquete con burbuja, cartón, con una etiqueta, con un fleje, en una caja enorme aunque hayas pedido una cosita pequeña...si estamos queriendo hacer algo por el medio ambiente deberían exigirles las mismas condiciones que a nosotros. Yo soy papelero y cuando compro papel traigo un camión entero, que descargo con una máquina eléctrica y lo distribuyo con una furgoneta eléctrica y eso es sostenibilidad. Si las reglas son iguales para todos, tendremos una posibilidad de sobrevivir y de mejorar, porque somos competitivos, alegramos las calles y creamos empleo de calidad. En mi empresa hay gente que lleva 45 años trabajando y sus hijos se han graduado o doctorado y otros se han comprado una casa en la playa.
Y desde el ámbito más cercano, los ayuntamientos, ¿se puede hacer algo más por ayudar al pequeño comercio?
Sí, para los ayuntamientos quizás seamos su industria principal, porque aportamos muchos de los impuestos. A las administraciones locales hay que exigirles unas estrategias eficaces, sostenidas en el tiempo y que favorezcan la implantación de nuevos comercios y la conservación de los que estamos. Y que favorezcan la contratación pública y nos tengan en cuenta; si estamos pagando aquí, deberíamos tener alguna posibilidad más de que nos contraten, protegernos de alguna manera. Pero, a veces, los políticos se dedican a cosas más inmediatas y vemos cómo se politiza todo, las calles o cualquier cosa. Hay muchas cosas que hacer y debe haber estrategias sostenidas con el comercio, porque somos un sector muy potente, con mucha aportación al PIB y con mucho empleo y además con gente que en muchos casos son jóvenes y mujeres y hacemos una gran labor social. Si al comercio nos ayudasen en serio, nos iría a toda la sociedad mucho mejor.
Por concretar con algún ejemplo, ¿qué medida debería tomar el Ayuntamiento de Logroño para ayudar al pequeño comercio?
No creo en cosas milagrosas, por eso hablo de estrategias sostenidas. Lo primero es que juguemos todos con las mismas normas. Ahora se está barajando lo de la zona de bajas emisiones; me parece que son decisiones que hay que tomar en ciudades de medio millón de habitantes o más, pero en Logroño en las zonas donde se delimite eso el comercio tendrá problemas para que se acerque la gente a comprar, porque si no tienes un vehículo de determinadas características no podrás entrar y seguramente los propios comerciantes tengan que modificar su parque móvil. En definitiva, se tratar de jugar con las mismas reglas. No se trata de subvencionarnos, porque tenemos que ser viables y competitivos, pero que no se nos discrimine con temas de impuestos, de embalajes...Si tienes un modelo de negocio que funciona, que te dejen funcionar con facilidad y felicidad, sin impedimentos. Y que la contratación pública favorezca a las empresas locales, no por localismo, sino porque somos más sostenibles.
La reurbanización de determinadas calles ha generado rechazo vecinal y comercial en los últimos años. Usted tiene su negocio en República Argentina, que se remodeló por completo y suscitó también polémica. Con la perspectiva del tiempo, ¿está funcionando bien lo que se hizo?
Creo que sí, que ha sido un acierto. Era una calle vieja e incómoda y a los comerciantes nos parecía bien que el Ayuntamiento invirtiese en ella y creo que así ha sido. Es verdad que no es una peatonalización, sino que transitan coches y hay una zona de estacionamiento para nuestros clientes que tiene cierta rotación, y ha quedado bonita y segura. Se politiza mucho todo, pero yo creo que expulsar al coche al cien por cien es un desastre para el comercio. Se pueden hacer otras cosas para disuadir a la gente de que coja el coche, pero todo hablado, negociado y sin politizarlo, porque así como en esta calle ha sido una buena solución, hay otras en las que no está contento todo el mundo.
La zona de las Cien Tiendas sigue a medio urbanizar. ¿Qué solución habría que dar a esa obra fallida?
No estoy al tanto de cuál será la solución. Es verdad que cuando haces obras pueden salir bien o mal, pero es un desastre para el comercio tener las calles así durante tanto tiempo.
Queda pendiente también la remodelación de otra zona vital para su sector, la calle San Antón. ¿Qué debería hacerse ahí para no perder ese carácter comercial?
Viendo lo bien que ha quedado la calle Pilar Salarrullana, que está al lado, no me gusta cómo está ahora San Antón, tan vieja que parece preconstitucional, estando como está en el centro de Logroño. Necesita un cambio, pero eso no pasa por expulsar al coche, porque hay comerciantes que necesitan que la gente pueda acercarse con el vehículo. Creo que el Ayuntamiento debe hablar mucho con los comerciantes y vecinos sobre cómo quieren el proyecto y se puede llegar a un acuerdo si quitamos politizaciones extrañas y pensamos en qué queremos.
El Ayuntamiento aspira a que Logroño sea capital europea del comercio de proximidad en esta legislatura. ¿Qué significaría en la práctica ese título?
Cuando visitas otras ciudades, te das cuenta de que Logroño mantiene un entramado comercial bastante interesante. No me parece descabellado optar a ese título, aunque obtenerlo es difícil, porque Europa es grande. Si nos los marcamos como un objetivo, por el camino se pueden hacer cosas muy buenas que favorezcan al comercio y a la ciudad y para ello hay que tener una estrategia clara y consistente e invertir mucho dinero. De momento, veo que está todo un poco disperso.
Ustedes se quejan de la competencia de hipermercados y venta online; ¿no deberían también hacer cierta autocrítica, ver si el pequeño comercio ha fallado en algo?
En el comercio es muy importante el factor humano y la persona que te atiende en un comercio puede tener un mal día, porque somos humanos. Los comerciantes, como todos, hacemos las cosas bien, regular o mal y el mercado nos suele poner en nuestro sitio. Otra cosa es la digitalización, porque parece que se piensa que si no sobrevivimos es porque no nos hemos digitalizado y eso es algo engañoso. Si yo tengo que tener una web actualizada con las fichas y los precios de todos los productos, echo cuentas y no me merece la pena. Hay muchos niveles de digitalización y hay cosas que sí son necesarias, como que la gente sepa lo que vendes o tu horario y tengan información sobre tu tienda. El negocio de internet lo que ha hecho es que aparezcan diez macroempresas, no que proliferen muchos proyectos pequeños, aunque para determinados productos personalizados sí les puede favorecer.
Hubo un intento del comercio local de crear una plataforma de venta online propia. ¿No ha funcionado?
Es muy difícil coordinar stocks, sistemas informáticos y existencias y el comercio es muy heterogéneo. Desde la Cámara de Comercio lo intentamos y hubo mucha atención para la formación, pero tienes que vender y es tan difícil. Algo así tiene que ser una iniciativa mantenida en el tiempo, con muchas ayudas, para que todo el mundo se sume. Es difícil que un proyecto de ese tipo se transforme en ventas; pocos proyectos de ese tipo han triunfado.
El sector del vino, que atraviesa un mal momento, es consciente de que no puede vivir eternamente de las ayudas públicas. ¿Ustedes también lo creen?
Ningún comercio depende de las ayudas. Es verdad que en otras ocasiones se han hecho bonos de comercio, que me parecían una buena solución y que además es una ayuda para el cliente y para que los jóvenes tengan cierto cariño por el comercio local. Eso tuvo su momento y ahora los políticos están más en apoyar la decoración de las calles. Creo que el comercio necesita estrategias intensas y mantenidas, incluyendo herramientas tecnológicas que nos ayuden a conectar con las nuevas generaciones, aunque sé que esas cosas cuesta ponerlas en marcha.
¿Está asegurado el relevo generacional en el comercio?
Muchas de las tiendas que vemos cerradas lo están por jubilaciones. Es verdad que el comercio en general no supone una forma de vida con beneficios abultados y por esos muchos hijos de comerciantes no quieren seguir con el negocio. Los mercados cambian y está también esa competencia desleal que sufrimos; si jugásemos con las mismas reglas, quizás pudiésemos salvar más comercios pequeños. El empobrecimiento del comercio ha ido acompañado de un empobrecimiento social y cultural. No solo se cierran tiendas, sino que se empobrece la sociedad económicamente y culturalmente.
Varios sectores se quejan de las dificultades para contratar trabajadores bien formados. ¿Ocurre en el comercio también?
Sufrimos los mismos avatares que casi todo el mundo. Hemos firmado ahora un convenio colectivo, que llevaba casi 17 años sin actualizarse, que creo que puede ayudar a que haya unas reglas de contratación actualizadas y que será satisfactorio para todos. Pero sí cuesta encontrar gente comprometida y hay un absentismo importante y las tiendas normales tienen una o dos personas. Yo estoy convencido de que hay que reducir las jornadas laborales, porque es una tendencia histórica y porque la tecnología libra de muchos trabajos tediosos, pero en el comercio hay que hablarlo, porque se nos exige abrir cada vez más horas, pero cada vez con menos horas disponibles por trabajador. Hay que hablar y ayudar para que esto se pueda llevar a cabo.
El precio de los alquileres es un serio escollo para muchas personas que buscan vivienda. ¿En qué medida lastran las rentas de los locales al pequeño comercio?
Vemos muchos locales cerrados, por lo que si hay oferta el precio debería bajar. Pero hay muchas franquicias que sí son capaces de pagar esos precios y nos expulsan a los autónomos y a los pequeños de determinadas zonas, pero son cosas del mercado y no creo que regular los precios solucione la papeleta. Es una pena que alguien quiera trabajar en un local y no pueda hacerlo porque el dueño pide mucho dinero.