"La Rioja estuvo en el punto de mira de ETA debido a la UAR"

David Hernando Rioja
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El autor del libro 'Vecinos' relata el impacto que tuvo esta banda terrorista en La Rioja y habla de riojanos que formaron parte de ella

Un joven leyendo el libro ‘Vecinos. El impacto de ETA en La Rioja a través de sus víctimas (1978-1992)’ - Foto: El Día

La Rioja es una tierra que estuvo muy unida a la historia de la ya extinguida banda terrorista ETA, que tanto daño hizo en España durante muchos años. 

Esta relación se puede leer en el libro 'Vecinos. El impacto de ETA en La Rioja a través de sus víctimas (1978-1992)', escrito por el profesor de la Universidad de Valladolid, David Mota, y editado por el Instituto de Estudios Riojanos (IER).

Mota explica que decidió escribir este libro porque «existía una vacío historiográfico sobre este asunto». Señala que no se había escrito nunca desde la perspectiva territorial de La Rioja como habían sido los diferentes atentados ocurridos ahí, o sobre las diferentes víctimas que se había cobrado la organización terrorista ETA en este territorio, por lo que «creía necesario que se visibilizara».

Uno de los aspectos por los que se ha centrado en este periodo de tiempo, entre 1978-1992, se debe a que «es el más desconocido y el más mortífero». «Los años de plomo de ETA van del 1978 a casi toda la década de los 80 y es cuando más afecta a La Rioja», asegura.

La Rioja, asegura, cuenta con una relevancia bastante importante en la estrategia de la organización a la hora de exportar las diferentes metodologías y tipologías de atentados. Recuerda que hubo dos grandes atentados que finalmente no tuvieron el impacto que ETA hubiera deseado, pero «ETA exportó el modus operandi que utilizó en ellos a otros territorios».

Detalla que el primero fue un intento de gran matanza que ETA llevó a cabo contra la Guardia de Civil en Villamediana de Iregua, a principios de los 80, donde se utiliza una bomba colocada en la autopista AP-68 y murió elguardia Francisco López Bescos. El segundo, añade, fue el primer atentado con coche bomba que hace ETA en su historia, en la calle Ollerías de Logroño, donde fallecieron cuatro personas que eran amigos.

«Son muy seguidos, uno en julio y otro en noviembre, y tienen una importancia muy significativa en el modus operandi que tiene luego la organización», asegura.

No conoce el número de atentados que hubo en La Rioja en ese periodo de tiempo porque «este libro no es una cuestión de cuantificarlos. Su idea fue visibilizar todo lo que ha pasado, y a las diferentes víctimas que han tenido que afincarse en La Rioja o que vivían aquí pero tenían que trabajar en País Vasco o Navarra». 

Esta comunidad autónoma, asegura, es una de las más azotadas por ETA desde 1978 a 1992. La Rioja es un territorio fronterizo en el que se establece la Unidad de Acción Rural (UAR), el grupo antiterrorista por excelencia.

Esta medida, indica, puso en el punto de mira a esta comunidad autónoma. «En el libro saco a colación comentarios que se publican en el periódico EGIN sobre que a partir de ahora, La Rioja pasa a estar en el punto de mira debido a esta situación», detalla.

Otro de los territorios que más víctimas tuvo en ese momento fue Castilla y León, región que comparte podio junto con Navarra y País Vasco.

Riojanos en ETA. David Mota Zurdo afirma estar sorprendido después de haber escrito este libro por la gran cantidad de riojanos que formaron parte de la banda terrorista ETA o de grupos afines, como los comandos autónomos anticapitalistas. «Estos eran una de las múltiples células de ETA pero con otro nombre», indica.

Afirma que si se empieza a profundizar en la historia de ETA en esos años, se puede ver que hay comandos creados exclusivamente para operar en Logroño y formados por personas que no eran del País Vasco. «Eran riojanos que conocían bien el territorio, como algunos comandos que actuaban en Calahorra y que sus miembros eran de allí o de pueblos de alrededor», informa.

«Todo esto demuestra que personas, que no eran exclusivamente nacionalistas vascas, sino que eran radicales, decidieron apoyar las acciones de ETA e incluso militar en ella», apunta.

Uno de los últimos que ha regresado a España sin delitos de sangre es Félix Manzanos Martínez, que era de Zarratón. «Este hombre formó parte del mortífero comando Donosti, y fue responsable del atentado contra el policía Antonio Cedillo, por el que no fue juzgado», recuerda.

Otro etarra conocido fue Soares Gamboa, que aunque era natural de Basauri, una localidad del País Vasco, ha vivido toda su vida en Logroño. «Este hombre fue compañero de pupitre del periodista y ex director de medios de comunicación nacionales, Pedro J. Ramírez, a quien intentó asesinar cuando fue miembro del mortífero comando Madrid», detalla.

Otra conocida etarra natural de La Rioja fue María José Muro Aguirre. Reconoce que en el ámbito general de ETA son pocas personas de La Rioja pero «para un territorio tan pequeño como este son suficientes, y más aun que a priori no existe una afinidad ideológica entre ambas».

Todo esto hace que Mota subraye que la importancia de La Rioja en la historia de ETA es mayor de lo que «a priori podría parecer».

Esta comunidad autónoma, según el director del centro memorial de las víctimas del terrorismo, Florencio Domínguez, era un territorio que «estaba situado al sur del miedo». El autor del libro comenta que esta expresión demuestra que personas que estaba en el País Vasco optaban por refugiarse en La Rioja para «huir de la amenaza, la extorsión, el chantaje y de todo aquel impacto del clima abigarrado que vivían muchas personas que se significaban políticamente, que simplemente eran empresarios de prestigio o inmigrantes  a quienes se les señalaba en determinadas poblaciones».

El caso, lamenta, es que el miedo también se traspasa aquí porque «existía la posibilidad de que también podían atentar contra ti»..