De conservas y palmeras

Bruno Calleja Escalona
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Rafael Ulecia fue un próspero empresario conservero. De su chalé, 'Las palmeras', aledaño a la fábrica, que llegó a tener 200 obreros, queda el recuerdo de su nombre en Murrieta

Imagen de la fábrica de Conservas Ulecia en la que aprecia su cercanía a las vías del tren. El nombre del chalé del empresario, ‘Las palmeras’, ha quedado para el recuerdo en la zona. - Foto: Archivo de Taquio Uzqueda

La vera del Ebro ha sido desde siempre tierra fértil. Por ello, además de otras industrias, el sector conservero ha tenido tradicionalmente un lugar destacado en la economía de Logroño. Y una de las fábricas más importantes en su momento fue la de Rafael Ulecia, asentada junto a las vías del tren, cuando el trazado ferroviario discurría por lo que hoy es la Gran Vía y que se nutría de materia prima que se cultivaba junto al convento de Madre de Dios.

La compañía comenzó su andadura en 1903 en la finca La Florida, detrás del recinto conventual, propiedad de Rafael Ulecia, donde ya se comercializaban conservas. Una plaga de filoxera elevó la demanda de este tipo de productos, lo que dio un gran empuje al sector. Como se aprecia en la prensa del momento, en 1911 el empresario solicitaba permisos para construir una fábrica en la calle Marqués de Murrieta, en el pujante polígono industrial que se desarrollaba junto al ferrocarril. Después del traslado, Rafael Ulecia vendió la finca La Florida a Ignacio Saravia, que mantuvo en ella la producción conservera.

Junto a la nueva fábrica, el propietario edificó su vivienda, el popular chalet 'Las palmeras', mientras la empresa seguía creciendo. En pocos años, sus productos ya habían cruzado el Atlántico. La nueva planta contaba con nuevas máquinas, que imprimían ya el diseño de la marca de conservas. Su época dorada llegará en los años 20, cuando trabajaban en la planta más de 200 obreros. La fábrica fue visitada por el rey Alfonso XIII en su segunda estancia en la ciudad. Allí probó algunos de los productos que envasaba. En 1926, adoptaba su nombre definitivo: Conservas Ulecia.

Durante los años siguientes siguió consolidándose, como lo reflejan los anuncios que publicaba en la prensa. En ellos aparecía una vista de la fábrica, que respondía al modelo de arquitectura industrial de principios de siglo XX. Junto a ella se levantaba la casa del propietario, además de un paso a nivel sobre la vía.

La producción conservera siguió en activo hasta bien entrado el siglo XX. En 1976, tras la desaparición de las vías, la empresa se trasladó al polígono de Cascajos. La antigua fábrica fue derribada para dar paso a bloques de viviendas, que adoptaron el nombre del antiguo chalé, cuyo recuerdo pervive también en las palmeras que adornan la rotonda donde confluyen Gran Vía, Murrieta y Gonzalo de Berceo.