Las negritas, lo que importan son los nombres propios. Marta Rivera número 2 de Feijóo en Madrid, Cayetana con escaño el Congreso aunque algunos la consideraban perdida para el PP, Jaime de los Santos da el salto a la política nacional, Yolanda sigue sin abrir la puerta a Irene Montero y a Pablo Echenique, y estamos a la espera de lo que decida el Consejo de Podemos el próximo sábado.

Baltar renuncia a ser presidente de la Diputación de Orense, notición en la Galicia política. El PP ofrece un acuerdo al PSOE y al BNG para deshacerse del polémico Jácome como alcalde de Orense; El PP ha pactado con Revilla el gobierno cántabro para María José Sáenz de Buruaga, y ofrece apoyo al socialista Collboni para que sea alcalde de Barcelona, pero pone condiciones: que no gobierne con los comunes de Ada Colau.

La política vive un momento de vértigo, momento de negociar, pactar y acordar. No se habla de otra cosa, de quién ha conseguido su objetivo y quién se queda con las ganas de ser alcalde, presidente o consejero de un gobierno regional, diputado o senador. Días de infarto, con los estrategas redactando las explicaciones que justifican las decisiones de sus partidos … y descalifican las de sus adversarios.

El acuerdo entre PP y Vox para gobernar en Valencia se lleva todos los titulares. A favor y en contra. Más en contra que a favor, porque los partidos de izquierda son muchos más que los de centro y derecha. Concretando: frente a los casi veinte que se han adherido a Sumar, más los miembros de Podemos que no se han adherido porque Yolanda no los ha querido, más PSOE, y sus socios tradicionales, en el otro frente se encuentran solos PP y Vox. Con el apoyo tardío de algún partido regional o de la España vaciada, eso es todo. Y sin embargo, es posible que puedan gobernar, porque las encuestas aseguran que PP y Vox tendrán los votos necesarios.

Ya tiene mérito, dos contra el resto del mundo. Pero el resto del mundo, con el PSOE y sus apoyos mediáticos a la cabeza, en lugar de defender sus proyectos para ver si remontan, dedican la mayor parte de su tiempo a poner de vuelta y media al PP.

La credibilidad de Feijóo ha quedado tocada al pactar con Vox, pero habría que recordar que ha ofrecido pactos al PSOE en diferentes momentos y circunstancias para que no se viera obligado a firmar acuerdos con partidos alejados de la Constitución. Pedro Sánchez se negó en rotundo. Tuvo en su mano llegar a pactos con el PP y, antes, con Ciudadanos, para impedir que los españoles fueran gobernados por una formación populista de extrema izquierda, independentistas y los herederos de ETA. Y no quiso. Ahora paga las consecuencias.

Feijóo pretende sustituirle con un diseño de gobierno completamente distinto. Tiene derecho a intentarlo.