El crecimiento del consumo de vino blanco en el mundo es ya un hecho imparable y se espera que la facturación crezca este año un 5,3% y pase de 39.800 a 41.900 millones de dólares;la previsión es que el ritmo se mantenga y en 2033 se esperan alcanzar una facturación de 67.290 millones. El ejemplo más notable de esta tendencia lo representa Rueda, una Denominación centrada casi exclusivamente en los blancos que, a pesar de sus excedentes, vendió el año pasado más que nunca, batiendo todos los récords.
En una dinámica, que se estima estructural, Rioja apuesta por caminar con paso firme por una ruta que abrió hace ya 17 años, con la aprobación de nuevas variedades y 2.000 hectáreas de aumento de masa vegetal. Íñigo Torres, gerente del Grupo Rioja, apunta una tendencia consolidada de crecimiento de los blancos también en el mercado doméstico, en el que Rioja puede aportar una diversidad donde otras comunidades arrojan mayor «monotonía».
Destaca que consumidores y prescriptores están descubriendo «su elegancia», lo que va a abrir las puertas al consumo de blanco de Rioja en la hostelería fuera de su área de influencia -Rioja, País Vasco y Navarra-, donde las referencias son muy limitadas.
«Así como somos una Denominación reconocida con los tintos, podemos lograr lo mismo con los blancos», señala el gerente del Grupo Rioja, convencido de que a corto-medio plaza mayor número de bodegas de Rioja apostarán por el blanco, No obstante, alerta de que en ocasiones se ha «sobrerreacionado», por lo que anima a ser consecuentes y a recorrer el camino de manera pausada y progresiva.
Defiende la transformación meditada de «una parte» de viñedos tintos en blancos, mediante la reestructuración o el reinjerto, dos herramientas que considera muy válidas para favorecer la ampliación de la masa vegetal de blanco a costa de la del tinto, apostando por las variedades autóctonas «que nos están dando grandísimos resultados», como garnacha y maturana blancas o viura. «Hay que incrementar ventas y valor», afirma Torres, que reitera que el blanco es una apuesta segura en Rioja, donde ofrece un abanico muy diverso.
Da resultados. Reflexiones similares ofrece el viticultor y bodeguero Ernesto Sáenz Yustes, que recuerda que la decisión adoptada en 2007 por el Consejo Regulador de apostar por el blanco fue muy «criticada y cuestionada», y «se cogió con alfileres» pero que a largo plazo está dando sus frutos, «En Rioja, tanto tintos como blancos, todo lo que se hace bien con una producción ordenada, triunfa», afirma el propietario de la bodega Sáenz Yustes que, al igual que Torres, apunta que hay que ser cuidadoso con los próximos movimientos. «No podemos desmandarnos y aumentar en proporción desmedida la masa vegetal» porque el blanco «no tiene una vida tan larga como el tinto», señala este viticultor. Responsable de Prago Carmen Blanco, cultiva cinco hectáreas de blanca y opina que la viura es la variedad que mejor se adapta a la climatología y suelos de Rioja.
Estima que puede ser una solución de futuro para Rioja e informa de que ya se están acometiendo reestructuraciones de tinto a blanco. Al respecto, no rechaza los procesos blanc de noir, esto es, la elaboración de vinos blancos con uva tinta, que pueden ayudar a solventar los grandes stocks del Rioja, aunque reitera la necesidad de controlar la plantación de blancas.