Alfredo, su mujer y sus dos hijas, de cinco y ocho años, no olvidarán una treintena de seguros que podrían haber acabado en tragedia. La historia se desarrolla entre la valentía y las agallas de los dueños del estanque de Murillo de Río Leza y desemboca en un final feliz. Pero el susto fue mayúsculo. Eran las 20.15 horas del pasado lunes cuando un hombre relativamente corpulento, vestido con chándal azul y negro, mascarilla oscura y visera, entró en el estanco de la localidad riojana de la calle Marciano García. En sus manos portaba un arma de fuego, que el dueño del establecimiento aún no se atreve a asegurar "si era real o no".
En ese momento, su esposa se encontraba trabajando en el mostrador, mientras Alfredo se encontraba en el espacio interior del local que comunica directamente con el área de ventas. Luego de ingresar al local, el ladrón comenzó a gritar "es un robo" mientras señalaba a la esposa de Alfredo y se dirigía hacia la caja registradora, dentro del mostrador. Según se puede apreciar en el video grabado por las cámaras de seguridad, el sujeto señala a la esposa quien obedeciendo las amenazas abre la caja registradora mientras el ladrón intenta tomar el dinero con su mano izquierda.
Alfredo observa la escena desde el compartimento interior y mientras una exhalación se precipita sobre el malhechor. "Intentaba retorcer el brazo en el que tenía el arma - señala el dueño del estanco - para impedir que nos apuntara". Fue cuestión de segundos. "Ni siquiera sé lo que estaba pensando en ese momento", dice tras volver a ver los acontecimientos. En medio del forcejeo, Alfredo logra empujar al ladrón, con el brazo del arma permanentemente sujeto, hacia el exterior del estanco. En medio del tira y afloja, el dueño hace ademán de golpearlo pero la posición de su esposa en su intento de ayudar a su marido impide el impacto.
Imagen de la cámara de seguridad del local. Alfredo posa en el estanco de Murillo. - Foto: El Día / Óscar SolorzanoUna vez fuera, y como resultado del forcejeo, el atracador cae al asfalto y desde el suelo persiste en apuntar al valiente dueño del estanco Murillo de Río Leza.
Huyó en coche . El vídeo muestra en ese momento cómo las dos hijas de cinco y ocho años, que en ese momento se encontraban afuera jugando con una patineta, ingresan asustadas al establecimiento con evidentes signos de nerviosismo.
Luego, según indicó Alfredo, el sujeto se levanta y sale corriendo en dirección al río. "Tenía el coche aparcado en las calles de más allá", apunta.
En el transcurso del forcejeo, el atracador perdió su visera oscura, que ahora está en posesión de la Guardia Civil, que se presentó en el lugar "unos diez minutos después". Un susto mayúsculo con un héroe que sólo pensaba en proteger a su familia.