IPM son las siglas en inglés de manejo integrado de plagas. Y '-orama' es una sufijo que hace referencia al concepto de ver con una perspectiva amplia. Eso da una pista de los objetivos que persigue el proyecto IPMorama, en el que participan investigadores del CSIC a través del Instituto de Agricultura Sostenible. La iniciativa, financiada por el programa de investigación e innovación Horizonte Europa de la Unión Europea, reúne a 17 socios de diez países europeos con el objetivo común de avanzar en el manejo integrado de plagas centrado en enfermedades importantes en el trigo (patógenos de la roya), las patatas (tizón tardío) y leguminosas grano como la soja (hongos DPC), el guisante (jopo) y el altramuz blanco (antracnosis).
IPMorama es fundamental para avanzar en la gestión integrada de plagas en estos cultivos clave, ya que genera herramientas para acelerar la obtención de variedades resistentes a enfermedades y plagas y al mismo tiempo desarrolla metodologías prácticas para esa gestión que maximizan su utilidad al integrar el conocimiento de la resistencia del huésped con la virulencia de los patógenos. El efecto de este enfoque innovador será reducir la dependencia de los plaguicidas, asegurando así la productividad agrícola y al mismo tiempo abordando los ambiciosos objetivos de sostenibilidad que exigen las autoridades de la UE.
El proyecto tiene como objetivo crear una comunidad de práctica que involucre a toda la cadena de valor de la producción de cultivos , desde los obtentores, pasando por los agricultores, hasta los consumidores y la sociedad en general. Para lograrlo, el proyecto no solo desarrollará tecnologías avanzadas para la obtención y la gestión integrada de plagas, sino que también buscará el compromiso social para garantizar la formulación de políticas efectivas y la colaboración de las partes interesadas, contribuyendo en última instancia a un suelo más saludable, una mejor calidad del agua y una agricultura más sostenible.
«La idea central del proyecto IPMorama es desarrollar lo que llamamos un 'ecosistema de prácticas' completo para el manejo integrado de plagas utilizando variedades resistentes. El objetivo es proporcionar un marco de beneficios reales para las partes interesadas a lo largo de toda la cadena de valor de los cultivos. Los obtentores se beneficiarán al poder seleccionar mejor sus variedades basándose en una comprensión de las posibles amenazas de enfermedades emergentes, los productores se beneficiarán de una producción más segura, los consumidores se beneficiarán de alimentos más sostenibles y los responsables de las políticas tendrán un marco basado en evidencia para las políticas futuras sobre agricultura sostenible», asegura Dan Milbourne, del Departamento de Ciencias Agrícolas de Teagasc (organismo irlandés participante) y coordinador del proyecto.
Diego Rubiales, investigador del IAS, añade que «esta es una cuestión fundamental para abordar el manejo integrado de plagas en un entorno cada vez más exigente, marcado por el cambio climático y la necesidad de garantizar producciones sostenibles y rentables». «En el caso del IAS, la investigación se centrará en el control integrado en leguminosas, liderando las actividades en guisante y contribuyendo con otros equipos en las de soja y altramuz, así como en trigo y patata», explica.
IPMorama, además, hará un mapeo de patógenos a nivel de paisaje: mapas detallados de la virulencia de los patógenos, que permiten trazar estrategias de manejo integrado de plagas precisas y específicas para cada ubicación explotando los rasgos de resistencia de diferentes variedades de cultivos. También se crearán herramientas prácticas, como aplicaciones de colaboración colectiva y mapas de vulnerabilidad, que los agricultores y las partes interesadas podrán utilizar para monitorizar y gestionar los riesgos de plagas en diferentes regiones y períodos de tiempo.
Ventajas.
La estrategia 'De la Granja a la Mesa' de la Unión Europea reconoce la necesidad de cambiar progresivamente hacia un sistema alimentario sostenible que pueda «aportar beneficios ambientales, sanitarios y sociales y ofrecer beneficios económicos» a los ciudadanos europeos. Dentro de esa estrategia, la lista de sustancias activas disponibles para los agricultores a la hora de hacer frente a las enfermedades es cada vez más reducida. Gracias a IPMorama, se generarán variedades resistentes por sí mismas a estas enfermedades y plagas, por lo que esas sustancias que se usan ahora ya no serán necesarias.
Esto, aparte de un evidente beneficio para el agricultor, tanto en horas de trabajo como en inversión, supone también un beneficio para el resto de la sociedad. La reducción del uso de plaguicidas, siempre que no suponga un menoscabo a la rentabilidad de las explotaciones agrarias, es un objetivo que hay que perseguir para disfrutar de ecosistemas más sanos.
Un buen ejemplo del potencial de este proyecto se puede ver en la patata. En las últimas décadas, la producción de este tubérculo ha dependido en gran medida de un elevado uso de fungicidas para poder luchar contra el tizón tardío. Se pueden acumular hasta 20 aplicaciones en una sola temporada, lo que significa que el margen de reducción mediante métodos de manejo integrado de plagas y gracias a nuevas variedades resistentes es muy significativo. Otra ventaja de este tipo de manejo, no solo con la patata sino también con cualquier otra especie, es que es compatible con el modelo de producción ecológico, ya que prescinde de las sustancias químicas.