«Los clásicos no son tan caros como la gente suele creer»

Laura Merino
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La restauración de un coche clásico es un proceso lento que puede durar más de seis meses, pero nada se compara a la satisfacción de un trabajo bien hecho

Roberto Mateo Aranda, uno de los socios de Clásicos Rioja, en las instalaciones junto a varios de los coches y herramientas - Foto: Óscar Solorzano

Clásicos Rioja empezó en 2007 como un pasatiempo, casi un juego entre aficionados a los coches clásicos, pero terminó convirtiéndose en una empresa consolidada gracias a los dos fundadores que vieron la oportunidad de transformar su entusiasmo en un negocio real. Hoy, el stock de su empresa fluctúa entre los 40 y los 60 vehículos, y han vendido más de 400. Roberto Mateo Aranda, uno de los socios, decidió seguir los pasos de su padre y aunque explica que la esencia de su trabajo es la compraventa de estos automóviles, también restauran y personalizan cada unidad «siempre intentando respetar su originalidad porque es lo que da valor al coche».  

El proceso de importación desde Estados Unidos no siempre es fácil, pero ese es su valor añadido: traer los clásicos en distintas condiciones y a buen precio, para dar la opción a los clientes de restaurarlos y adaptarlos a su gusto. Por ello, la demanda sigue creciendo y Roberto asegura que «no son tan caros como la gente suele creer». En sus instalaciones cuentan con un taller donde el mecánico se encarga de devolverles la vida a los motores, pero la verdadera dificultad radica en la chapa. «Trabajar la carrocería es lo más complicado», admite Roberto por lo que para la pintura y trabajos más complejos subcontratan a expertos.

A diferencia de los coches modernos, que pierden valor desde el primer kilómetro, un clásico bien cuidado «lo puedes vender por más dinero del que lo compraste», asegura. No obstante, el problema recurrente es la desinformación ya que muchas personas compran sin comprender sus particularidades, esperando que funcione como uno actual. «No es un coche de uso diario, es para disfrutar», aclara.

Restaurar un coche clásico es un proceso lento que puede tardar «más de seis meses», durante ese tiempo, el coche se transforma, y esa evolución es parte de la magia. Pero para Roberto no hay mejor sensación que conducirlo y sentir el resultado de un buen trabajo.