La esquina que hoy forman las calles Bretón de los Herreros y Capitán Gallarza ha sido a lo largo de la historia un punto céntrico y de encuentro. Hasta el siglo XIX, en este entorno se erigían las murallas y una de sus puertas, la de San Blas, que daba acceso a la ciudad a través del barrio de San Pedro. En el lado izquierdo del arco, según relata Jerónimo Jiménez, se alzaba una posada, que servía para acoger a los viajeros que llegaban a Logroño.
Tras el derribo de las Murallas, se empezaron a construir nuevos edificios de viviendas. En el bajo de la esquina de Bretón de los Herreros con Capitán Gallarza abrió el restaurante Puerto Rico, del que hay ya noticias en 1908, aunque aquel establecimiento duró poco, ya que en 1911 el local se subastó.
Con el tiempo, las instalaciones retomaban su uso hostelero, transformadas en el Café Tívoli, nombre que ya tenía en 1936, cuando era un importante lugar de reunión para los habitantes de la ciudad, además de punto de venta de los billetes de autobús para diferentes rutas. Su posición, ayudó a que además se convirtiese en punto de referencia también para la gente de los pueblos que venía a la ciudad.
Esta actividad fue incrementándose hasta mediados de siglo, cuando llegaba a vender billetes para la gran cantidad de rutas y de líneas especiales de autobuses que tenían como origen y destino Logroño. Además, el Tívoli era un lugar para hacer negocios, como lo demuestran la gran cantidad de anuncios que aparecen en la prensa de la época. Uno de los más destacados, era el de Marcelo Escalona, que anunciaba vehículos de segunda mano, con el bar Tívoli como lugar de referencia para pedir información de la mercancía a la venta.
El bar mantuvo su importancia durante el siglo XX y durante las fiestas era punto obligado de paso para lugareños y foráneos. Tras casi un siglo de historia, el Tívoli cerró sus puertas el 5 de noviembre de 1999. Años después, el edificio, que lucía un escudo del Solar de Valdeosera y en el que nació el doctor Ramón Castroviejo en 1904, fue demolido. En el solar se edificó una nueva construcción de viviendas en un estilo muy similar al del inmueble precedente. También resurgió el nombre del Tívoli, que perdura en la actualidad, pues en el nuevo edificio se abrió un nuevo bar con el mismo nombre.