Nada o casi nada es por casualidad. Por eso, 75 años después de que se estrenara Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo en el afamado Teatro Español, la obra regresa en 2025 a esta emblemática sala de la madrileña plaza de Santa Ana para volver a mostrar el deseo de ascenso social a través de la metáfora de una escalera de corrala.
Se trata de un texto fundamental de la obra dramática del guadalajareño, cuya trama se desarrolla en tres momentos cruciales de la Historia de España -1919, 1929 y 1949-, en el espacio de la modesta escalera donde se desvelan las rencillas entre vecinos, amores y desamores y sobre todo las frustraciones de tres familias tras una devastadora contienda.
Para su disgusto, este texto, galardonado con el primer premio Lope de Vega convocado por el Ayuntamiento de Madrid tras la Guerra Civil, acabó siendo el eje de toda su carrera, según verbalizó en una conferencia el autor de En la ardiente oscuridad o El tragaluz.
Para la actriz protagonista de esta nueva versión, Gloria Múñoz, que conoció y tuvo una relación cercana con Buero Vallejo (Guadalajara, 1916- Madrid, 2020), este espectáculo de corte costumbrista supuso en su época un cambio radical en la manera de contar en el teatro, recuperarlo «es un homenaje a su persona y a su obra», desvela.
Buero Vallejo fue condenado a muerte tras la Guerra Civil, aunque su pena fue conmutada por prisión, donde permaneció durante siete años, una experiencia que influyó sobremanera en su obra.
La familia y el trabajo
Historia de una escalera habla de valores universales como las relaciones familiares, el trabajo, el amor o la educación en tres momentos claves de España que «nos han convertido en lo que somos como sociedad», indica el director del Teatro Español, Eduardo Vasco.
Aunque afirma que no hay que intentar vincular un texto del siglo pasado con el momento que vivimos de manera forzada, Gloria Muñoz ve conexiones inconfundibles con la actualidad como «las desigualdades o la dificultad para ascender en la escala social».
La escalera es un lugar de encuentro, señala Vasco, donde se mezclan los conflictos domésticos con el único objetivo de ascender socialmente, algo que unos conseguen y otros no.
En ese espacio, «los vecinos se convertían en una segunda familia», señala la directora de esta versión, Helena Pimienta, unas relaciones que echa de menos en las comunidades de hoy. «Había generosidad, cotilleo y también cultivo para la envidia», concluye.