Ayer se conmemoraba el Día Internacional Contra el Acoso Escolar, y lo cierto es que, aunque lo ideal sería no tener que dedicarle ninguna fecha, su incidencia en las aulas hace latente la necesidad de recordar la situación que muchos menores sufren cada día allí dónde pasan gran parte de su vida: el colegio. 

Cuatro de cada diez padres asegura tener constancia de que sus hijos han sufrido bullying en las aulas. En La Rioja, en lo que llevamos del actual curso escolar se han abierto un total de 21 expedientes por acoso escolar, es decir, 21 ocasiones en las que se ha aplicado el Protocolo de actuación en casos de acoso escolar en los centros educativos públicos de la comunidad.

El curso pasado se cerró con 33 expedientes abiertos; 20 en el curso 2021-2022; 11 expedientes en el 2020-2021; y 15 en el 2019-2020; lo que suma un total de 100 expedientes abiertos en cinco años, según los datos de la consejería de Educación del Gobierno de La Rioja.

«Acoso escolar hay muchísimo más, eso lo tengo clarísimo» asegura Beatriz Burgos, presidenta de la Asociación Contra el Acoso Escolar en La Rioja (ACAE), sobre los datos del Gobierno riojano, «sí que se está trabajando para que haya menos casos, pero no creo que haya 100 casos en cinco años, los datos reales a los oficiales distan mucho».

El protocolo contra el acoso escolar puede ser iniciado por cualquier persona que sospeche de indicios de acoso escolar, «se crea una comisión de valoración del caso, identificando al agresor, la víctima, participantes e incidencias que han sucedido» explica Burgos. El proceso continúa con una reunión con los padres y una investigación de los hechos por el propio personal del colegio. Es esto último lo que, desde ACAE, consideran un punto de dolor de este protocolo. 

«¿Cómo es posible que valoren la situación unas personas que no han sabido identificar el problema en un primer momento?» cuestionan desde ACAE, indicando que, a su juicio, la labor de valoración del caso de acoso debería quedar relegada a personal externo.

El problema desde casa. «Es curioso porque muchas veces los niños recriminan a sus padres que ya se lo habían dicho, y es cuando ya se ha desbordado mucho la situación cuando los padres acuden a nosotros» indica Burgos.

Asegura asimismo que el relato de los padres, en ocasiones, no coincide con el de sus hijos, «o lo magnifican o lo empequeñecen».

Esta asociación se encarga de orientar a las familias mediante estrategias de resolución de la problemática a través de sesiones conjuntas de padres e hijos. No obstante, lamenta Burgos, «la mayoría de casos que hemos atendido y se han resuelto es por cambio de colegio», algo que, asegura, «no resuelve el problema, porque el acosador siempre busca otro niño».