La familia y 560 más

Laura Merino
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David Ceballos, el último ganadero trashumante de La Rioja, compatibiliza las privaciones de la vida en el monte conel rebaño y los mastines camino de los corrales de invierno en Santo Domingo con las responsabilidades familiares

El ganadero, David Ceballos, guiando a una parte del rebaño de ovejas trashumantes - Foto: Óscar Solorzano

La trashumancia es más que un simple movimiento de ganado, es una tradición ancestral que implica un gran esfuerzo, trabajo y sacrificio. Durante siglos, los pastores han recorrido incontables caminos y se han enfrentado a diversas adversidades en busca de los mejores condiciones y pastos para sus animales. 

Por este motivo, David Ceballos, ganadero, ha decidido continuar con esta tradición, una vez más. El año pasado fue la primera trashumancia que realizó y ahora se dirige con aproximadamente 560 ovejas a Santo Domingo de la Calzada, con el fin de pasar allí el invierno y volver hacia los pastos de Matute o Anguiano en primavera. 

Su día a día se caracteriza por dar de comer a los animales y pastorear, pero también disfruta del paisaje y su labor le permite conectar con la naturaleza. Además, es en esos momentos en medio de la montaña  cuando siente «tranquilidad y paz».  Sin embargo, no todo es tan bonito como podría parecer ya que Ceballos indica que su mayor problema es que no puede ver a su familia y que «es un sacrificio muy grande». Por esta razón, lo que le saca una sonrisa de oreja a oreja y lo que más adora, tras horas en los pastos, es llegar a casa y ver a su mujer y a su hija. 

Y a pesar de todo, lo que busca al realizar la trashumancia es «el bienestar animal y el aprovechamiento de pastos».

Cada ruta es diferente, pero indica que la establecida inicialmente y la aconsejada por agentes medioambientales, se va modificando conforme avanza por las diversas dificultades con las que se encuentra. Detalla que en un principio Ojacastro no entraba dentro del itinerario, pero con motivo de la feria, le pidieron que  esperara al sábado y así, pasara por el pueblo y la feria de camino a Santo Domingo. No obstante, indica que gracias a las familias y al apoyo de su mujer y la involucración de los vecinos de Ojacastro, la trashumancia se ha podido llevar a cabo en pocos días: «en un principio la previsión era para seis o siete días, pero lo hemos tenido que adelantar y al final  la hemos hecho en casi tres días y medio». 

A pesar de que no es la primera vez que realiza la trashumancia expresa que sí ha sido su primer verano en la sierra, a 1.800 metros de altitud. «Aunque algún día ha hecho calor, sobre todo ha habido niebla y mucho frío», asegura. No obstante, ahora que en septiembre viene bien la lluvia para los pastos, afirma que «la climatología adversa le está afectado al ganado», por lo que tiene ganas de que llegue el sábado para continuar el viaje. 

Y aunque esta vez no le ha tocado pasar por ningún «pueblo nuevo», califica como «muy buena» la relación que establece con todas las personas con las que se encuentra a lo largo de su recorrido y señala que en la trashumancia anterior incluso le llegaron a «invitar a merendar». 

Adversidades. A diferencia del año pasado que por «miedo a las carreteras» durmió con el ganado, en esta ocasión, Ceballos apunta que a pesar de los riesgos relacionados con el lobo ha dormido «en casa» porque veía al ganado y a los perros «tranquilos». En su caso, con el pastoreo tradicional es consciente de «una baja por un día complicado de nieblas», pero destaca la relevancia de realizar un «control cinegético porque el lobo sigue haciendo daño a la ganadería extensiva» ya que hoy en día existen «bastantes métodos». 

Por otro lado, considera imprescindible que las personas que van al monte sean conscientes de la necesidad de que haya mastines para poder controlar al rebaño, dada la situación con el lobo. Y por ello que eviten «pasar por el medio porque gracias a estos animales, al ganado vacuno, las yeguas, las ovejas... tenemos estos paisajes en la sierra» ya que sin él, «se crean incendios, enfermedades, epidemias».  

Finalmente el pastor resalta que en la comunidad autónoma de La Rioja, Ganados Eda son los únicos que mantienen viva esta tradición, «es nuestro sacrificio y nuestro trabajo». Y asegura que «los ganaderos y los pastores» están «haciendo un trabajo por la naturaleza y por todo lo que nadie más hace», pero también son una especie «en peligro de extinción». Es consciente de que en un futuro  «esto se va a perder» porque «los ganaderos de ovejas son mayores y no tienen relevo generacional». Por ello, destaca que se trata de «una vida muy dura» y, por eso, aconseja a las siguientes generaciones que aprovechen y disfruten no solo de «la Laurel y del Espolón», sino también de la naturaleza, de los animales y de los paisajes de La Rioja. 

Ojacastro espera ya al rebaño de David. El municipio del Alto Oja celebrará este fin de semana la feria ganadera que incluye degustaciones y visitas guiadas

Este fin de semana los vecinos y visitantes de Ojacastro contarán con una visita muy especial.  Y es que el único rebaño trashumante de La Rioja, aprovechando que se encuentran por la zona y se dirigen a Santo Domingo de la Calzada, asistirá a la vigésima edición de la feria ganadera y de artesanía agroalimentaria. Una parada obligatoria a la que no se puede puede faltar y tendrá lugar desde 11 al 13 de octubre.

El alcalde del municipio, Luis Martínez, destacó que «están pernoctando en terreno de Ojacastro y el viernes, las ovejas dormirán en un prado del pueblo» y añadió que «la ganadería es una forma de salir adelante desde el ayuntamiento y el pueblo apostamos por el ganado». Asimismo, explicó que el objetivo de esta feria es «dar a conocer el ganado del pueblo», refiriéndose a vacas, ovejas, gallinas, cerdos… porque es «espectacular y está muy cuidado». 

Esta edición comenzará el viernes a las siete de la tarde con una charla sobre alimentación ambiental, aunque a lo largo de todo el fin de semana son diversas las actividades y Martínez  espera que «todo salga bien».