Logroño trabaja para reducir a la mitad daños por inundación

Feli Agustín
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El programa Reachout realiza un diagnóstico para luego concretar posibles intervenciones y llegar a minimizar un 20% la población perjudicada.Constata que las zonas más proclives a sufrir estos fenómenos son el entorno del Ebro y el interceptor sur

Ingrid - Foto: Inundaciones en la calle Clavijo.

La fuerte tormenta de la medianoche del miércoles, cuya corta duración no provocó daños de relevancia, aunque sí múltiples incidencias, ha vuelto a poner sobre el tapete la necesidad de que Logroño esté preparada para hacer frente a fenómenos atmosféricos de estas características.

Además del proyecto, ya licitado,  que intentará solucionar los recurrentes problemas de inundaciones en la zona sur y suroeste de la capital, que ha de facilitar la recogida de las aguas fluviales para evitar áreas anegadas, particularmente en esta área de la  capital, desde el Ayuntamiento se trabaja en otra iniciativa, el programa Reachout, financiado con fondos europeos, que está diseñado para preparar a la capital a afrontar con garantías diferentes riesgos climáticos.

Con un plazo de 42 meses de duración- tiene prevista su conclusión el próximo mes de marzo- el proyecto contempla el desarrollo de herramientas climáticas y se asienta en un primer análisis de datos recopilados a través de distintas fuentes para ayudar a la capital a tomar decisiones o emprender acciones concretas, que han de responder a los riesgos de carácter climático que se han identificado.

«La finalidad última es concretar las primeras medidas a tomar para convertir a Logroño en una ciudad más resiliente al cambio climático y ganar en eficacia a la hora de tomar decisiones», explica Elena Garrido, técnica superior de Fondos Europeos del Ayuntamiento de Logroño.

Ahora se mapea Logroño para encontrar los puntos críticos en inundaciones, calor o vulnerabilidad social y, a la par, se trabaja en las medidas que entienden que la capital podría implementar. «Luego es ver cómo se entrecruzan, por cuál se empieza y cuál es más efectiva,  a la vez que se estudia cuál requiere más recursos económicos o de infraestructuras», informa, la técnica.

Dos son los riesgos en el caso de Logroño, inundaciones de origen pluvial, a causa de episodios extremos de lluvia y, en un segundo término, sequía, a consecuencia de altas temperaturas. Garrido señala, además,  que esta iniciativa  pretende trasladar a los ciudadanos  instrumentos de adaptación al cambio climático. «Esta herramienta propone utilizar soluciones basadas en la naturaleza para mitigar los efectos de las inundaciones, como pude ser incrementar zonas verdes, utilizar coberturas vegetales o infraestructuras que permitan recolectar el agua de lluvia para lograr minimizar los daños económicos», señala su responsable. 

En los primeros análisis efectuados, se constata que la puesta en marcha de distintas medidas puede reducir los daños económicos provocados por las inundaciones a la mitad y minimizar un 20% la población afectada.

¿Y que soluciones se barajan? Pues, iniciativas en línea con el anillo verde de Logroño -conexiones entre parques y zona verdes para mitigar  los episodios de calor-, la creación de islas climáticas, aumentar la superficie de zonas verdes, mayor número de fuentes, dispositivos como cortinas de agua, o convertir zonas áridas en más permeables que permitan absorber el agua de lluvia sin generar inundaciones.

«Idealmente, sería colocar coberturas verdes en los edificios y modificar algunos pavimentos para hacerlos más permeables», apunta la responsable de Reachout, que es consciente de que hay también que tener en cuenta la disponibilidad económica.

Calor y agua. El Ayuntamiento de Logroño está inmerso en este programa en el que también participan siete ciudades europeas, entre ellas Milán, Atenas o Cork,  centros tecnológicos, universidades, centros de investigación y otros socios, que colaboran «tanto en la identificación de los riesgos, cómo en la adaptación de las herramientas que se han desarrollado con las necesidades de Logroño». Entre las herramientas con las que se trabaja para realizar el diagnóstico se encuentra un análisis térmico y de vulnerabilidad social, que analiza las áreas más desfavorecidas, vinculadas al riesgo de calor e inundaciones. «Se toman datos censales, con los riesgos térmicos y de inundación, se aglutina toda la información y se dibuja un mapa sobre las zonas más vulnerables», señala Garrido, que indica que se concluye que es la zona de la ribera del Ebro con menos capacidad de adaptación en caso de algún accidente climático. Hay un tercer instrumento que mide el riesgo de inundaciones y logra la identificación de zonas que se ven más comprometidas en caso de lluvias extremas. En este caso, los ámbitos que aparecen como más afectados son las del interceptor sur y, de nuevo, las áreas cercanas al río Ebro.

«Se trata de definir estrategias con vistas a un futuro desarrollo urbano sostenible, mitigar el cambio climático, a la vez que se definen estrategias más eficientes para desarrollar diferentes planes», resume la técnica.

Mapas térmicos y puntos críticos. Además de la consecución de soluciones para mitigar el riesgo de inundaciones, Reachout trabaja en aspectos relativos a las olas de calor. Para ello, han colaborado con Tecnalia, un centro tecnológico de Vizcaya, que se establece como su instituto de referencia. Tecnalia desarrolla la herramienta sobre la información que han tomado a nivel local y regional, obtenidos de estaciones meteorológicas, datos satelitales u otros de componente social, como datos poblacionales diversos. Con esta documentación, generan uno conjunto de mapas y gráficas, que permiten ver la evolución histórica y, a la vez, proyecciones de futuro. Dentro del programa, en el que se comparten resultados con las otras ciudades participantes, han elaborado mapas térmicos, donde han identificado los puntos críticos de Logroño, dónde se produce el efecto isla de calor -zonas que concentran altas temperaturas- debido al tipo de suelo, las edificaciones o la falta de vegetación donde se  priorizarán actuaciones.

 

Detectives del clima

El programa Reachout ha elaborado la historia climática para  

divulgar y concienciar sobre el impacto del riesgo climático

Para entender hay que saber, y para saber hay que conocer. Y ahí juega un papel fundamental la comunicación y divulgación del proyecto Reachout, cuya responsable, Elena Garrido, considera que es fundamental que los ciudadanos pueden ser conscientes de lo que está en su mano para luchar contra el cambio climático. 

Con esta finalidad, han elaborado la historia climática de Logroño que, centrada en las altas temperaturas, pone el foco en el impacto del calor en las personas y el entorno urbano en primera instancia, y en las medidas y en la participación ciudadana para minimizar estos efectos.

La historia está protagonizada  por dos jóvenes estudiantes, María y Javier (de 12 y 16 años), y sus abuelos, Lita y Lito, que representan dos de los colectivos más vulnerables ante olas de calor, con los que se intenta  divulgar, informar y concienciar sobre el impacto del riesgo climático.

A través de las vivencias de estos personajes en diferentes entornos como la vivienda, el colegio o la calle, se representan escenas habituales en situaciones de subida de temperaturas, y se facilitan consejos para hacerles frente, tanto en el ámbito más cotidiano (cómo mantener la casa bien aislada y fresca); como en el más amplio, con el calentamiento global como foco principal.

«Aprovechamos para explicar el proyecto, o la existencia de una herramienta que permite analizar las olas de calor extremo o las defensas que ya posee la ciudad, como las zonas verdes», explica Garrido, que añade que el propósito es sensibilizar a los ciudadanos para lograr  mayor concienciación en Logroño.

Detectives del clima. Para ampliar el conocimiento, se desarrolló, con la colaboración de la biblioteca Rafael Azcona, la actividad Detectives del clima en la que participaron, de manera mayoritaria, padres con niños de menor edad.

Desarrollada en los parque de Los Lirios, Garcilaso de la Vega, en Cascajos y La Cometa, se dotó a los participantes con unas pistolas de infrarrojos, lo que les permitió medir las temperaturas en distintos espacios para que conocieran las zonas de mayor riesgo térmico o los conocidas como refugios climáticos.

«Se les entregó un cuaderno de campo, donde fueron apuntando tipos de árboles o temperaturas», explica la responsable del proyecto Reachout, que señala que, dentro de la actividad, se crearon unos bebederos de aves, algunos de los cuales han sido vandalizados.