Una de esas 'reglas' no escritas del fútbol era la de «a entrenador nuevo, victoria segura». Se suponía que un equipo atenazado por un sistema, unas ideas o unas dinámicas negativas, abría la ventana (por la que se escapaba el viejo entrenador) y ventilaba el cuarto, con lo que jugadores que habían adquirido vicios, galones de titular o de suplente, de repente se reactivaban con la llegada de un nuevo técnico.
¿Y si sucediera lo mismo cuando ese viejo entrenador y el nuevo son la misma persona, es decir, cuando anuncia su marcha a final de temporada? El efecto psicológico en algunos casos ha sido revelador. «Sabía que el equipo iba a mejorar a raíz del anuncio de mi marcha», decía Xavi Hernández hace poco menos de un mes, el 17 de marzo, cuando el Barça ganaba por 0-3 en el Metropolitano.
Mes y medio antes, después de una tarde-noche horrible en Montjuïc (el 3-5 sufrido ante el Villarreal), el entrenador azulgrana había anunciado su salida el 30 de junio. «No estoy cansado del fútbol, ni mucho menos (…) sino que no se cumplen las expectativas ni los resultados». En el fondo, reconocería después, veía al equipo atenazado.
Tras ganar la Liga 22/23, varios factores entraron en juego este curso y el técnico vio mermada su influencia en el vestuario: el mayor poder de Jorge Mendes, la salida de Mateu Alemany y Jordi Cruyff ante la llegada de Deco (más del agente luso), fichajes que no había pedido… Tras 'tirar' la campaña en enero, el Barça ha sido otro: los azulgrana han disputado 12 encuentros con Xavi en la rampa de salida, sumando nueve victorias y tres empates.
Klopp
Un día antes del 3-5 de Montjuïc, Jurgen Klopp había provocado un pequeño terremoto en el fútbol planetario. «Me estoy quedando sin energía», afirmaba el alemán, que anunciaba su marcha del Liverpool el 30 de junio después de nueve temporadas. Los 'reds' eran líderes de la Premier en ese momento… pero la plaga de lesiones acababa de empezar (de hecho, hoy sigue teniendo en la enfermería a Alisson, Matip, Williams, Bajcetic, Thiago y Diogo Jota).
Sin embargo, la plantilla reaccionó a los contratiempos y a la salida de su técnico, y Klopp fue más Klopp que nunca: tiró de la cantera, sacando lo mejor de Elliott, Doak, Bradley... hasta conquistar la Carabao Cup el 25 de febrero, con una alineación llena de 'niños' y teóricos suplentes. Hasta el varapalo de este pasado jueves en la Europa League (0-3 ante el Atalanta), el Liverpool solo había perdido un partido de Liga (3-1 ante el Arsenal, a comienzos de febrero) y uno de Copa (4-3 ante el United, en cuartos) desde el adiós de Klopp.
No logró lo mismo su compatriota Thomas Tuchel en el Bayern de Munich. El 21 de febrero anunciaba su salida a final de temporada. Buscaba la reacción del equipo, tras perder 3-2 con el Bochum y quedar a ocho puntos del Leverkusen entonces… pero los bávaros no encontraron en el adiós de Tuchel la motivación necesaria para reaccionar: nueve partidos han jugado desde entonces y solo han ganado cuatro (con dos empates y tres derrotas). Ahora está a 16 puntos del líder, pero el 2-2 de Londres ante el Arsenal (Champions) abre una rendija para salvar la temporada vía Europa.
En España ha llamado la atención el caso de Jagoba Arrasate, que informó de su marcha de Osasuna tras seis temporadas de éxito (ascenso a Primera, salvaciones holgadas, final de Copa, billete para Europa en la 22/23…). En su caso, ha habido poco tiempo para comprobar el efecto del adiós en el equipo: solo se ha jugado un partido (0-3 en Almería), pero en Pamplona hablan sin complejos de un asalto a la séptima plaza, lo que supondría una histórica segunda participación europea consecutiva.