En 2015 dijo adiós a su trabajo como auxiliar de enfermería para dedicarse a la artesanía después de matricularse, a las órdenes de Gene Palacios, en un estimulante curso de cerámica en la Universidad Popular. María Jiménez Fernández (Logroño, 1976) realiza piezas únicas de bisutería y está más que satisfecha con el camino emprendido allá por 2016. «No sabía lo que era el barro antes de hacer el cursillo pero la verdad es que desde el comienzo ha funcionado bien», explica.  

De su mano salen colgantes, pendientes y pulseras que pueden contemplarse en filigranaart.com, su escaparate virtual. Sus creaciones nacen en casa, en un modesto taller que le permite dar rienda suelta a su creatividad y atender a su familia. Una vez diseñadas las piezas, las somete a una primera cocción a 1050 grados. La segunda hornada, para el esmalte, se realiza a 980 grados mientras que la tercera, para dorados y plateados, se realiza a unos 700 grados. Y, pese a estas temperaturas, su factura de la luz no se resiente: «La verdad es que es un horno sostenible, de bajo consumo y no se nota mucho en la factura».

Aunque ceramistas en La Rioja hay muchos (la tradición alfarera se  retrotrae a la época romana y persiste en la actualidad en Navarrete), es de las pocas, «por no decir única», que realiza estos ornatos tan vistosos. «Son piezas únicas que rara vez reproduzco de nuevo», informa, «aunque sí que tengo clientes que han visto en la web cosas y quieren que las haga de nuevo»

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