Alejandro Talavante ha salido a hombros de la plaza de toros de Logroño, en la tercera corrida de la feria de San Mateo, que ha quedado totalmente deslucida por el ganado de Juan Pedro, con la excepción de un último toro ante el que el extremeño ha sabido lucirse para llevarse las dos orejas.
Así, los últimos minutos han sido lo más destacable de un mano a mano entre Talavante y Diego Urdiales, en el que el riojano no ha podido brillar ante sus paisanos por culpa de sus tres toros.
Se han lidiado seis toros de Juan Pedro, sin fuerza en general, poco colaboradores y sosos; peores el tercero y el cuarto de la tarde, uno de cada torero, que fueron pitados en el arrastre; el primero hizo un amago de doblar al comenzar la faena; el segundo tuvo algunos minutos buenos; el quinto fue manso; y el sexto, el mejor de la tarde, permitió el lucimiento de Talavante.
Diego Urdiales, oreja, ovación y silencio.
Alejandro Talavante, silencio, silencio y dos orejas
Tres cuartos de entrada en la Plaza de La Ribera de Logroño en la tercera de feria de los Sanmateos de la capital riojana, en la que la ausencia de Morante de la Puebla dejó el festejo en un mano a mano.
Diego Urdiales se midió a un toro falto de motor para abrir plaza y aunque el riojano inició el trasteo con voluntad con el capote, el animal comenzó a salirse e incluso hizo un amado de doblar, con lo que el torero avisó a su cuadrilla de que aquello había que cuidarlo y mucho.
El inicio de la faena auguró cosas interesantes con tres series por el derecho, pero con mucho tiempo entre ellas porque el animal no acababa de descolgar; por el izquierdo Urdiales hizo pasajes más compuestos, siempre por su voluntad ante un toro que cada vez tenía menos fuerza, con lo que hubo que acortar y terminar con una gran estocada que valió la primera oreja de la tarde.
En su siguiente toro, el torero de Arnedo se encontró una animal que fue de menos a más, pero siempre fue huidizo; por eso fue muy laborioso torear con la capa y dos banderillas de El Víctor fueron suficientes para empezar a probar por el derecho, sin encontrar la tecla; cambió al izquierdo con naturales limpios, pero sin continuidad.
El animal cada vez tenía menos ganas de pelea y Urdiales intentó rubricar la faena con unos naturales, que fueron lo mejor hasta entonces; pero mató con un pinchazo y una estocada y eso le dejó con el único premio de una ovación.
El tercero para el riojano fue el peor de su lote, pitado en el arrastre, aunque fue el que más se empleó en la suerte de varas y el que más empujó a Manuel Burgos, que recibió el brindis de Urdiales, que comprendió pronto que aquello no tenía futuro, no se dio coba y abrevió una de las faenas más cortas de las que ha hecho en Logroño, para terminar con una estocada baja y silencio en la grada.
Talavante abrió su tarde ante un toro flojo y mansurrón, que fue pitado en el arrastre; aún así el extremeño trató de saludarle con la capa, pero ya en el tercio de varas comprendió lo flojo que era el animal, que solo permitió pases inconexos, faltos de cualquier emoción, con lo que el matador optó por acabar con una estocada en la que tuvo que usar el verduguillo.
Se encontró de nuevo, en su segundo toro, con un animal flojo y descastado, además de parado, al que saludó de forma deslavazada; dado que el animal nunca pasó de la media envestida, Talavante se mostró frío y distante ante un graderío que pronto le reprochó la falta de implicación; lo mejor fue su estocada para matar, bien ejecutada y que abrevió un trasteo que no pasará a la historia de la feria.
Con esas llegó el último de la tarde, un toro con brío, inesperado para una grada aburrida por el serial de los "Juanpedros" y que recibió con división de opiniones, entre aplausos y pitos, el brindis al público del matador.
El inicio de la faena fue rompedor, con un toreo vertical y comprometido, al que siguió una actuación de hombros caídos para dejar de forma rotunda una serie por el derecho, con arrucina y cambio de mano, que llevó emoción a la grada.
Siguió en la misma línea por el izquierdo y acabó con un toreo galerista, hasta que llegó el epílogo, con silencio en la plaza se tiró a matar e hizo rodar al mejor toro de la tarde para llevarse las dos orejas y triunfar en el último momento