Parecía que la persiana se había bajado por completo. Pero era solo una impresión. El Clavijo se aferró al último halo de luz que se atisbó en la habitación de la permanencia y tiró de él, con casta, coraje y un orgullo que había sido herido y agraviado durante incontables jornadas consecutivas para remontar con épica, mucha épica y baloncesto, a un Cáceres que llegó a ir hasta once puntos por delante en el último parcial y seguir así con vida en LEB Oro, con opciones de permanencia crecen y una esperanza que se multiplica.
El partido comenzó con el guion soñado para el Clavijo. En un primer cuarto muy serio defensivamente, saltó el equipo local al parqué del Palacio con la determinación propia de un partido de estas características, en el que se enfrentaban último contra penúltimo. El trabajo de toda una temporada se veía en la rocosidad en defensa ayudado por las canastas fáciles en ataque, liderados por un gran Tamba y Txemi Urtasun.
Pero un mal inicio de segundo cuarto echó todo el trabajo previo por la borda, con solo tres puntos en los cuatro primeros minutos (canasta y tiro libre). Del 21-17 con el que terminó el primer cuarto y se pasó a un 24-29, con diez puntos seguidos del Cáceres, que había llegado convencido de llevarse los puntos del Palacio. Los visitantes se habían hecho fuertes en las dos parcelas, y en otra que Jenaro había avisado en la previa que formaba parte de la página 1 del baloncesto: el rebote. El domino del rebote tanto ofensivo como defensivo y el excesivo castigo a la pintura desesperaban a la parroquia local y al propio entrenador del Clavijo, que veía cómo poco a poco se le escapaba el partido en uno de los pilares del deporte de la canasta. El resultado fue de 31-37 al descanso y casi había que dar gracias que fueran solo seis.
El tercer cuarto tuvo dos rachas. La del Clavijo, que salió mucho más entero de vestuarios y con el acierto necesario en ataque para empatar el partido a 49, con un Tamba protagonista, anotador y asistente (con algún pase mágico por detrás de su espalda) y un Nicolau que parece no tener techo partido tras partido que disputa con el Clavijo. Pero también la del Cáceres, que con un arreón ofensivo silenció el Palacio y endosó otro parcial de 10 puntos para irse 51-61 a falta de los últimos 10 minutos por jugarse.
No obstante, era el momento de la épica, aunque ninguno de los allí presentes se esperaba todo lo que iba a ocurrir. Con un dominio del rebote ofensivo (el partido terminó con nueve rebotes de los locales y 16 de los visitantes) y una sensación de no ser posible, la llama de creer se apagaba paulatinamente frente a un equipo Cacereño que tenía controlado el partido y dominaba por once (54-65).
Txemi Urtasun, que solicitó el cambio en el primer minuto del último cuarto, dio el susto, pero por su suerte, y por la del Clavijo, no fue nada grave. Alberto Moreno se echó al equipo a la espalda y conseguía puntos rápidos que daban pie a seguir creyendo. Y el Palacio creyó y lo mereció. Gota a gota, punto a punto, se reducía la brecha entre ambos conjuntos, con el Cáceres atenazado ante un vibrante escenario y un Clavijo que había recuperado todo su vigor y fortaleza defensiva. Y así fue como, en uno de los cuatro robos en primera línea de pase y en un contragolpe, Tamba hizo el silencio y levantó a todos con un triple que puso por delante a los locales (73-72). Cáceres empató a 76 desde la línea de tiro libre y, como no, el rebote. Sin embargo, la magia Urtasun apareció cuando más falta hacía, y una entrada a canasta y una bandeja obraron el milagro en el Palacio.