La esquina que conforman la calle María Zambrano (antes Víctor Pradera) y la Avenida Portugal siempre fue lugar de trasiego y ajetreo de gente. La llegada del ferrocarril a la ciudad convirtió lo que entonces eran fincas y establos en un nueva zona industrial. Fue en aquella reorganización urbana cuando surgió la alhóndiga municipal, que al igual que en otras urbes cumplía la función de punto de llegada y aprovisionamiento de víveres para la población.
La configuración urbana de este entorno fue diseñada en al año 1873, en un proyecto que no se llevó a cabo, creando una vía de entrada a Logroño por el camino de San Antón, siguiendo por el Arco de San Blas y, finalmente, llegando hasta la iglesia de Santiago.
Precisamente en ese año se encargó a Francisco Luis y Tomás la construcción de la edificación que albergaría la alhóndiga municipal. El arquitecto planteó un edificio de dos pisos, con un patio central y una puerta de entrada en el chaflán.
La misión de este recinto era servir de mercado de productos comestibles y otras mercancías. A ella se acudían para comprar los suministros básicos para la ciudad. Su posición, cercana a la estación de trenes, la convirtió pronto en un lugar referente para Logroño y muy frecuentado.
La albóndiga fue inaugurada el 16 de septiembre de 1860, con la Exposición Provincial de Agricultura, Industria y Arte, tal y como relata el cronista Jerónimo Jiménez. El edificio dio servicio a la ciudad ininterrumpidamente hasta 1954. Junto a ella, se levantó la Casa de Socorro, primer centro asistencial de la ciudad y, frente a sus puertas, durante las fiestas se instalaron, durante muchos años, las barracas. El recinto fue poco a poco acogiendo cada vez más volumen n de mercancía.
Su final llegó en 1954, cuando las autoridades municipales decidieron instalar en esta emblemática esquina la Delegación de Hacienda, un edificio racional que desde su inauguración en 1956 sirve de sede a este organismo estatal.