Es la gran paradoja de la política sanchista; en las elecciones vascas le ha salvado la cara la derecha, porque quien diga que el PNV es un partido nacionalista de centro izquierda es que no tiene idea de qué defiende ese partido. Nacionalismo conservador, tradicional, que abraza la moralidad y los principios católicos, la familia y unos comportamientos sociales que tienen poco que con los que ha desbaratado Sánchez y sus socios de izquierdas. Sin embargo, la posibilidad de apoyar un gobierno del PNV, puede incluso que formar parte de él, ha convertido a Pedro Sánchez en un hombre que encara las dos elecciones próximas, las catalanas y las europeas con un buen resultado en Euskadi. El primero en años.
Será una buena carta de visita para atraer a los votantes catalanes desconcertados con las cesiones a las exigencias nacionalistas e independentistas de un Sánchez que hace flaco favor a Illa asumiendo esas exigencias. Junts, por cierto, el más batallador del nacionalismo-independentista catalán, es un partido de derechas de toda la vida. Con un perfil muy parecido al del PNV.
Mientras, los socios situados a la izquierda de Pedro Sánchez, con Podemos y Sumar a la cabeza, no dan pie con bola desde hace mucho tiempo, y tras al desastre de Galicia, después del malo de las autonómicas y municipales y peor todavía el de las generales solo puede presumir de un pírico escaño en el nuevo parlamento vasco. El de Sumar. Y encima, no es el de la candidata de Yolanda Díaz, sino que pertenece a Izquierda Unida, que anda estos días negociando con Yolanda a cara de perro las listas europeas.
Ese tipo de situaciones anómalas, o incongruentes, suelen darse en política en tiempos de convulsiones internas, rivalidades entre partidos y dirigentes que pelean por tener más protagonismo. En las elecciones del pasado domingo todos los candidatos eran nuevos, en algunos casos desconocidos para gran parte de la opinión pública, y el resultado ha demostrado que las siglas han tenido mucho peso. PNV y Bildu pueden cantar triunfo, los dos, porque el primero se mantendrá en el gobierno a pesar de los malos augurios y el segundo porque acertó con la estrategia de los últimos años de presentarse como el partido de la nueva sociedad vasca que quiere romper con el pasado y con el lastre de ETA. Encontró además la ayuda incondicional de Pedro Sánchez, tan importante que ha colocado en una situación complicada al presidente de gobierno al que todos, derecha e izquierda, han acusado de irresponsable por "blanquear" un partido que desciende de donde desciende y cuenta con terroristas en sus filas. Sin embargo, el sanchismo ha sorteado el problema e incluso ha incrementado el número de escaños. Una vez más Pedro Sánchez ha sobrevivido a una situación imposible.
Superado el 21-A, a ver cómo lidia el toro de las catalanas, con Puigdemont que le ha lanzado una nueva amenaza a Sánchez: que se prepare si no le hace presidente de la Generalitat.