Un arnedano con mucho fondo

Gonzalo Ortega
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Antonio Tarazona completó 146 kilómetros en la prueba de ultrafondo de las 24 horas de Santander. Ahora se recupera de las secuelas de dicho reto mientras prepara el siguiente: el Mundial de Ultrafondo 6 Días de GOMU en Vallon Pont D'Arc

Antonio Tarazona, en el Parque del Cidacos de Arnedo. - Foto: Óscar Solorzano.

¿Alguna vez recuerda haber estado 24 horas sin dormir? En caso de que la respuesta sea afirmativa, seguro que esta recuerdo viene ligado a una anécdota que le esboza una pequeña sonrisa cuando lo evoca. Antonio Tarazona (Arnedo, 1967) lo recuerda bien. No porque haya estado un día completo sin dormir, sino porque él ha completado en varias ocasiones carreras de ultrafondo en las que ha alcanzado 24 horas corriendo. La última hace un par de semanas en Santander, con secuelas de las que a día de hoy se sigu e recuperando.

Su afición por el deporte se remonta hasta cuando él era «un crío». «En el fútbol era un negado, hice balonmano, ciclismo… hasta que a los 12 años comencé con el atletismo». Lo hizo en el Parque del Cidacos de su localidad natal, aunque este ahora se haya renovado y transformado en su plena totalidad. «Después de la mili, donde llegué a pesar hasta 90 kilogramos, retomé el atletismo con 21 años». Ahora, con 57, afirma orgulloso no haberlo abandonado nunca aunque eso sí, haya probado diferentes modalides como el cross, la maratón y la media maratón hasta que se especializó en ultrafondos, hace 19 años.

En estas 24 horas de Santander, Tarazona recorrió un circuito de 1824 hasta 118 veces. No haga cuentas. Son 146 kilómetros, sin parar. «Es una prueba de ultra fondo en la que tienes un día y tienes que hacer todas las vueltas que puedas», comenta. Dicha distancia le valió para ser el primero de su categoría, de participantes entre 55 y 60 años. No obstante, la organización le detuvo cuando había cumplido 23 horas y unos minutos. «Me pararon porque me había cambiado cuatro veces de deportivas. Nos había caído el diluvio y el chico responsable de la organización me vio y sabía que algo me ocurría», recuerda. Al arnedano le dolía simplemente el hecho de ponerse un nuevo par de calcetines y le impidieron correr más porque tenía un esguince en cada tobillo. «Cuando me enfocó los pies con la linterna, no me dejaron correr más y al momento me hicieron la primera cura, cosiéndome algunas partes de la planta», concluye.

No hay dudas de que esta es la cara de la moneda. La cruz llega después. «Los dos primeros días no se los deseo a nadie», reconoce. Tarazona también ha corrido otras distancias, como las 67 millas romanas en Mérida o los seis días de Privas en Francia. «En un seis días fuerzas al cuerpo, pero descansas. Igualmente acabas destrozado, pero es un cansancio mucho más físico». Tras la prueba santanderina, en la que fue «mucho más a tope», su musculatura lo notó mucho más.

«En la cama tengo un soporte que me ayuda a incorporarme, de lo contrario no podría levantarme. Son días bastante malos: mismamente cuando vas al baño, te cuesta mucho levantarme porque no tienes un soporte para apoyarte», detalla. Tras esto, después aparecen otros tantos efectos secundarios: «se te hincha el cuerpo, salen los hematomas, los tobillos y las articulaciones se te inflaman...», explica el corredor riojabajeño, que ahora acude periódicamente al ambulatorio arnedano para curar paulatinamente las heridas de guerra que sus pies esconden.

PREPARACIÓN. Ahora bien, a la hora de entrenar para pruebas de este calibre, las sesiones distan mucho de lo que uno puede estar acostumbrado. «Los entrenamientos yo no los mido en kilómetros, sino en horas». Aquí la clave. Tarazona practica «entre tres y cuatro horas», de tal manera que para preparar una prueba de 24 horas realiza seis horas un sábado y la misma ración para el domingo. «Si es para un  seis días, se suelen hacer simulacros de hasta 14 horas diarias», precisa.

La transición de correr pruebas de velocidad a este tipo de carreras de larga distancia no fue sencilla. «El tiempo y la edad te ponen en tu sitio», asiente. «Empiezas a perder velocidad. Al principio ves que los chavales con algo menos de edad que tu te quitaban hasta las pegatinas. Lo sabes pero no lo quieres asumir. Entrenas con ellos, fuerzas el cuerpo, quieres seguirles, corres peor y acabas muerto». Acción, reacción. «Además hay un momento en el que tengo que dejar de correr maratones y medias maratones porque me apocaba. Ahora mismo no sé salir a correr con un reloj», completa Tarazona, quien añade que para estas pruebas de resistencia tienes que aprender a correr y tambiéna a andar rápido.

Ahora, mientras se recupera, ya piensa en su próximo reto. La localidad francesa de Vallon Pont D'Arc acogerá la tercera edición del Mundial de Ultrafondo 6 Días de GOMU. Esta se celebrará desde el 26 de abril hasta el 3 de mayo de 2025, en una prueba en la que espera competir contra los mejores corredores internacionales de ultrafondo dentro de su segmento de edad (55 a 60 años). «Te tratan genial, te ofrecen todo tipo de cuidados, tienes tu propio bungalow para descansar…» El objetivo es simple: correr el máximo, hasta que el cuerpo aguante. «Tú eres libre de organizarte como desees. Duermes y comes cuando quieras, pero la competición consiste en correr más que el resto durante seis días consecutivos». Ahora bien, el principal inconveniente recae en el apartado económico, puesto que solo la inscripción a esta prueba es de 600 euros. En caso de escoger comidas y alojamiento, el precio ronda entre  750 y  1.200 euros.

Así, este será el próximo reto para 2025 de Antonio Tarazona, que, en caso de no conseguirlo guarda una bala en la recámara, como es el Festival de Ultrafondo de Burjassot. Piernas, aguante, pasión y mucha, mucha resistencia.