Dar el primer paso siempre cuesta, más aun cuando se trata de aceptar que puede existir un problema de adicción. 814 riojanos y riojanas aparecían inscritas el pasado año en un listado nacional de autoprohibición, un registro en el que ingresan de forma voluntaria personas conscientes de su problema de ludopatía y que les garantiza que casinos y casas de juego de toda España les denieguen la entrada.
El hecho de que ese número se haya incrementado considerablemente en un año (167 más), dado que en 2023 eran 647 las personas apuntadas a ese mecanismo de autoexclusión, hace ver que, o bien el problema de la ludopatía va a más, o que los afectados son más conscientes de su problema y toman medidas.
Además, a esa cifra hay que sumarle otras 170 personas residentes en La Rioja que figuran en otro registro autonómico, que activa las prohibiciones de acceso exclusivamente en los establecimientos de juego de la región, que tuvo tres incorporaciones el año pasado, con lo cual el número de ciudadanos y ciudadanas que pidieron su autoprohibición de acceder a salones de apuestas rondó el millar.
Desde la Asociación Riojana de Jugadores de Azar en Rehabilitación (ARJA), la psicóloga Alejandra Calle explica que quienes deciden apuntarse al registro suelen dar este paso por iniciativa propia, dado que consideran que es «el primer paso» para tratar de atajar su problema de adicción, o bien por recomendación de sus familias. Conscientes de la existencia de un «trastorno de juego por apuestas o por un uso problemático», el objetivo es evitar el acceso a lugares con juego reglado.
Aunque es una buena herramienta, no es la única y muchas veces tampoco resulta la más eficaz, ya que desde la asociación encuentran en el juego no reglado un problema. «Aunque no puedan entrar a un salón de juego no significa que no puedas acceder al juego», explica Calle, en referencia a las máquinas tragaperras de los bares.
Por este motivo es necesaria una rehabilitación, un proceso que requiere tiempo y en que el primer paso es «reconocer que se tiene un problema con el juego, que se ha convertido en una adicción». Se suele decir que 'nada cambia, si no cambias', por lo que para lograr un cambio real es necesaria una voluntad clara de querer dejar el juego.
La psicóloga de ARJA aporta casos extremos en los que alguien que se ha inscrito en la lista de autoprohibición, ha falsificado el DNI o accede con la documentación de otra persona de forma presencial. Hay también casos de salones de juego donde ya les conocen y «ni les llegan a pedir el DNI, porque aun estando en autoprohibidos, siguen entrando». En el juego online, es tan sencillo como usar el DNI de otra persona para jugar.
Por ello, Alejandra Calle considera que se necesita un cambio en los sistemas de acceso, pero apunta que lo fundamental es querer dejar el juego, aunque otros factores de riesgo, como las tragaperras de los bares de acceso libre, suponen un peligro para estas personas.
Evolución. La única norma obligatoria de ARJA para entrar en sus programas de rehabilitación es estar inscrito en el registro de autoprohibición. Desde ahí, la asociación trabaja con pautas como el control monetario de la asignación monetaria diaria que recibe la persona. De esta forma el gasto está justificado con los tickets de compra correspondientes. «El dinero se desvirtúa, deben volver a entender su valor real», expresa Calle, que resalta la importancia de asistir a las terapias semanales.
Este proceso de rehabilitación no resulta fácil y es lento, porque, como asegura la psicóloga de ARJA, hay quienes llegan sin ser conscientes del problema porque «les cuesta reconocerlo», y lo hacen presionados por la familia, que percibe la existencia de la adicción. Por ello, esta primera fase se basa en concienciar del trastorno por el juego de azar para posteriormente trabajar la culpa, ya que «suele haber mucha» debido a la gran deuda o el «daño que se le hace a la familia», junto a otras consecuencias.
Aislamiento, distanciamiento social y pérdida de actividades agradables son algunas de las consecuencias negativas que destaca Calle. También describe que con el tiempo los sentimientos negativos, como ansiedad o depresión, se transforman en mejores estados de ánimo, sobre todo en las relaciones sociales y familiares que se van recuperando poco a poco.
Una vez logrado ese cambio, es cuando incluso se puede apreciar físicamente, porque «se les ve un cambio en la cara, muestran más alegría» al volver a reconectar con las actividades que les agradaban, con su familia y el trabajo y a construir una vida que en la mayoría de casos «el juego destruye».