Creo que la patata se va a recuperar;si consigues coger kilos, que este año no es el caso, es, desde mi punto de vista, lo más rentable». Manuel Palacios, agricultor de Rodezno, cosechaba el pasado miércoles patatas de la variedad brooke en Haro, una labor que desempeña con otros dos jóvenes agricultores, Javi Barrasa, de Castañares y presidente de la cooperativa Rioja Alta, y Roberto Ortiz de Landázuri, de Bañares.
Justifica su confianza en el tubérculo en la situación a la que se ven sometidas otras producciones, que ejemplifica en el caso de la uva, que atraviesa una situación francamente compleja, o los cereales, que han sufrido una importante caída de precio. «Los cultivos en regadío son los que nos están manteniendo», afirma este agricultor, que estima que la industria, cuyos responsables entiende que son gente «con la que se puede hablar», ha ido incrementando los precios de la patata y adaptándose a la situación de subida de costes.
No obstante, este año espera una cosecha más baja -entre 40 y 45 toneladas por hectárea frente a los 50 de pasadas campañas-, y constata, al igual que sucede en otros cultivos, la dificultad de encontrar mano de obra para las cosechadoras; cuentan con 10 agricultores, rumanos o paquistaníes, residentes en La Rioja.
Como los agricultores de ahora, la mayoría de su producción proviene de parcelas arrendadas en diferentes municipios, con una producción muy diversificada y, además de patata, cultiva trigo, cebada, colza, guisante, alubia, zanahoria, cebolla y remolacha.
Con 38 años, se instaló hace diez y asegura que el campo sufre graves problemas, que se pusieron de manifiesto con las masivas tractoradas del invierno. «La gente está harta y salió a la carretera;la rentabilidad es escasa para el riesgo que se asume», señala Palacios, que es también ingeniero agrónomo. Sigue convencido de que «a esto hay que darle una vuelta, la gente se juega mucho dinero» y afirma que la protesta mantiene su validez porque «la situación no ha mejorado».