Ordenanza de terrazas, Mapa del Ruido, regulación de espacios de terrazas conforme a la normativa de 2012, horarios, plataforma de vecinos del casco antiguo.... Una serie de frentes y batallas que el sector hostelero riojano, y en concreto, el asentado en la capital riojana, mantiene abiertos y a los que se suma, por si ya fueran pocos, luna evidente y cada vez más acuciante escasez de camareros profesionales. Más aún de cara a unas fiestas de San Mateo para las que se precisan, según los cálculos realizados por la Asociación de Hostelería Rioja, vinculada a la Federación de Empresas (FER), «más de 200 profesionales de barra y terraza», buena parte de ellos con destino a la zona histórica logroñesa.
Son numerosos los bares que cuelgan de sus fachadas carteles de «se busca camarero». Una situación que no afecta en exclusiva a la zona histórica, donde se congrega buena parte de las fiestas en honor a San Mateo y que se extiende a lo largo y ancho de la ciudad.
Francisco Martínez Berges alude a las dificultades que supone encontrar mano de obra cualificada. «Los profesionales, los que realmente saben el oficio, ya están trabajando», recuerda el presidente de la organización hostelera.
Se trata de una situación que se viene repitiendo año a año coincidiendo con el inicio del mes de septiembre, cuando arrancan los preparativos de bares y restaurantes de cara a la semana festiva. Sin embargo, no se trata de un problema que golpea al sector hostelero exclusivamente en San Mateo sino que ya se extiende a lo largo de prácticamente todo el año, aunque las necesidades afloran especialmente en verano y en el mes de septiembre, cuando más gente disfruta del buen tiempo en la calle.
Un camarero que se inicie en el trabajo de barra y terraza, «sin ningún tipo de experiencia, se lleva al mes 1.350 euros limpios al mes», según los datos trasladados por Martínez Berges. Todo ello teniendo en cuenta que esa persona en concreto, «fundamentalmente jóvenes» en busca de algo de dinero, funcionen y pongan el interés mínimo por sacar adelante el trabajo.
Se trata de una problemática que lastra las expectativas económicas del sector de cara a una de las épocas de mayor gasto familiar en Logroño aunque como dice la sabiduría popular, la fiesta va por barrios. Y Logroño no es una excepción.
Desde hace ya unos años, muchos establecimientos ubicados al margen de la zona histórica optan por cerrar sus puertas durante la semana festiva. El maná esos días se focaliza en el casco antiguo por más que el Consistorio, de forma recurrente, expresa e intente materializar su compromiso municipal de llevar las citas del programa por todos los barrios.
Es, a grandes rasgos, la radiografía del sector de cara a unos 'Sanmateos' en los que el servicio, ante la falta de profesionales de barra y terraza, puede caer en términos de calidad para desesperación de propietarios de locales, de clientes y de la saturación de trabajo a la que se enfrentan los ya camareros.
En cualquier caso, y si repite la costumbre de años precedentes, San Mateo «son dos días muy fuertes» mientras que el resto puede ofrecer picos de mucha gente sin alcanzar las aglomeraciones del primer fin de semana. En cualquier caso, ya no sirven los registros históricos para planificar una fiesta cuyo escenario principal se abre en la zona histórica.
Al igual que informáticos. El drama tiene su símil en otros sectores. La escasez de ingenieros informáticos pone en riesgo el desarrollo de empresas TIC. Es algo sobre lo que ha alzado la voz en reiteradas ocasiones la Federación de Empresas de La Rioja. Trasladada la situación al sector hostelero, cada cliente «que no somos capaces de atender por falta de personal, es dinero perdido», detalla el propietario de un establecimiento situado en la popular Bretón de los Herreros. Así las cosas, el sector afronta la semana de fiestas con ánimo y optimismo, abriendo un paréntesis para aparcar el resto de frentes y batallas que acechan a la hostelería, pero también con una afilada dosis de incertidumbre ante la escasez de profesionales. «La gente ahora no quiere trabajar de noche ni en fin de semana», recuerda Martínez Berges.
El verano merma la facturación un 15%
La hostelería vive momentos de cambio. Entre ellos, la nueva ordenanza de terrazas que según el Ayuntamiento logroñés, estará lista para el próximo mes de octubre y que continúa actualmente inmersa en su fase de redacción. Una serie de cambios que tendrán su reflejo, para bien o para mal, en las cuentas anuales de los diferentes establecimientos, más aún cuando también se avecina un aumento de la tasa a abonar por la ocupación del espacio público con mesas y sillas.
Todo ello se aproxima en un horizonte próximo y cercano en un momento en el que la primera mitad del año, verano incluido, deja, tal y como valora la Asociación de Hostelería de La Rioja, una facturación hasta un 15% por debajo de años precedentes. Francisco Martínez Berges cree que, al menos parte de esta bajón en la facturación procede del incremento de los precios del turismo. «Mucha gente alquila un apartamento en la playa y hace la compra para comer y cenar en él».
Dicho de otra forma, las cifras del turismo caminan entre récords pero no se trasladan al sector hostelero, «aunque el análisis habría que detallarlo por zonas», matiza. Es algo que se ha dejado sentir a nivel nacional, y también en el ámbito de la Comunidad autónoma. Si San Mateo supondrá un respiro para el balance anual es algo que se envuelve en la más absoluta de las incertidumbres. Más aún ante una escasez de profesionales de la hostelería que se prolonga ya durante mucho tiempo y que no tiene visos de solución.
Justo ante de iniciarse el periodo estival, el sector realizaba unas previsiones un 5% por encima de las cifras recaudadas durante el verano de 2023. Sin embargo, la realidad, siempre en base a los datos trasladados de la asociación empresarial vinculada a la FER, lejos de alcanzar ese 5%, proyecta una reducción de las cajas.
Si atendiéramos a términos agrarios, cuando llueve mucho, mal, y cuando no llueve nada, igual de mal. De hecho la Asociación a nivel nacional aludió en su negativo balance a una climatología no idónea para la hostelería.